
Cuando la pobreza condena a los niños a ser soldados: por qué miles de menores siguen en manos de milicias
En República Centroafricana, la guerra no solo se cobra vidas, sino que roba infancias y empuja a miles de niños a la guerra.
Un dato estremecedor: según Unicef, desde 2013 se han reintegrado unos 19.000 menores, pero la cifra real de niños aún vinculados a grupos armados es mucho mayor.
¿Por qué los niños acaban empuñando las armas? Por la pobreza. En muchas zonas no hay escuelas, servicios básicos ni alternativas de subsistencia. En regiones mineras controladas por milicias, los niños se convierten en mano de obra fácil y barata.
- Allí cargan armas, excavan en minas, combaten o realizan tareas domésticas.
- Muchos sufren castigos físicos, consumo forzado de drogas y miedo constante.
- Las niñas se enfrentan además a la violencia sexual y los matrimonios forzados.
¿Y hay salida? Algunos escapan aprovechando un descuido, mientras que otros salen mediante programas de desarme, desmovilización y reintegración.
- También hay casos en que los propios grupos expulsan a los niños para no ser señalados internacionalmente.
- De cualquier modo, el regreso está lleno de miedo, y el país apenas tiene recursos para atender este trauma.
¿Qué está en juego ahora? Mucho más que cifras. República Centroafricana se acerca a elecciones en un contexto de fragilidad extrema.
- Si las comunidades siguen sin oportunidades, el ciclo de violencia puede repetirse. Romperlo pasa por algo tan básico y complejo como garantizar educación, medios de vida y apoyo psicológico.
- Para muchos jóvenes, el futuro se resume en algo sencillo como volver a la escuela y vivir sin miedo.
©Foto: Gianluca Battista