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Salvias de hojas y flores pequeñas: unas populares plantas de muchos colores y llenas de aromas

Amadas por jardineros y viveristas, son perfectas para cultivarlas en las terrazas y en los balcones, siempre y cuando reciban al menos unas cuantas horas de sol para garantizar su vigor y floración y se poden dos veces al año

Salvia 'Peter Vidgeon'
Eduardo Barba

Muchos son los nexos que unen a España con México. En lo que respecta a la jardinería, son varias las razones para sentirse conectados con este gran país americano, ya que desde hace siglos muchas de las plantas llegadas a Europa desde aquel continente partieron de México. Una de las primeras especies que arribaron fue la pita (Agave americana), que se menciona en la península Itálica en 1561, por lo que es de suponer que su aparición en España tuvo que ser anterior a esa fecha. Esta suculenta enamoró a los botánicos de todo el Viejo Mundo cuando descubrieron su anatomía poderosa y arquitectónica, que está conformada por grandes hojas carnosas y rígidas, que, cuando se retuercen en el aire, parecen interpretar una danza antigua y olvidada.

Si se hiciera una lista de las flores venidas desde México se necesitarían muchas páginas en las que reflejar los cientos de géneros que enriquecieron los jardines europeos, y, por supuesto, también los campos de cultivo y las huertas, con plantas comestibles como el maíz (Zea mays), el aguacate (Persea americana) o muchas variedades de judías (Phaseolus spp.). En lo puramente ornamental, nos detenemos en las salvias (Salvia spp.) americanas, aunque este género se reparte también por otros continentes. Tres de sus especies mexicanas son especialmente populares en los jardines de Europa: Salvia microphylla, Salvia greggii y Salvia x jamensis.

Salvia microphylla recibe el nombre popular de salvia rosa, y su epíteto de microphylla apela a sus hojas pequeñas, aunque pueden ser tan pequeñas como las de su pariente Salvia greggii, que en inglés se nombra como salvia roja de Chihuahua. A pesar de esos nombres populares relativos a su color, las dos pueden mostrar una tonalidad muy pareja. En teoría, ambas especies tendrían ligeras diferencias en el dentado de sus hojas, pero en realidad son complicadas de distinguir entre sí, y lo mejor quizás sea dejarse llevar por su hermosura y evitar este galimatías.

Las dos salvias coinciden en una parte de su área de distribución, principalmente en México, y eso fomentó el cruce y la aparición de su híbrido, Salvia x jamensis. Todas ellas adoran el sol para crecer, ya que S. microphylla vegeta en cordilleras —en México la llaman también mirto de montaña—, mientras que S. greggii crece en las llanuras del desierto de Chihuahua, en zonas rocosas de matorrales. Por lo tanto, esta geografía nativa tan árida las hace relativamente resistentes a la sequía estacional del verano una vez establecidas, por lo que son muy interesantes para jardines con menor gasto de agua. Eso sí, si reciben riegos puntuales en las semanas más calurosas, que hidraten el terreno en profundidad, lo agradecerán con una estética más lustrosa y mayor floración, que abarca desde finales de primavera hasta los días otoñales en los que entra el frío, en los que poco a poco se va apagando su producción de pequeñas flores.

De izquierda a derecha, salvias 'Saint Jean de Beauregard', 'Royal Bumble' y 'Delice Feline'.

Una característica de estas tres salvias es su increíble facilidad para hibridarse y mezclar sus genes, para crear nuevas variedades y cultivares con flores de distintos colores. En estas salvias híbridas se encuentran todos los tonos imaginables: blanquecinos, amarillentos, anaranjados, rojizos, rosáceos, azulados, purpúreos… en una orgía sensorial en la que incluso aparecen flores que tienen dos colores, como en la famosa salvia ‘Hot Lips’. En este cultivar las flores nacen blancas, pero con el paso de los días van tiñendo a un color rojizo con un toque rojo cereza, en un espectáculo que suele dejar patidifusa a quien es consciente de su metamorfosis tonal. También está el caso de otras salvias con dos colores más estables en cada flor, como ocurre en la salvia ‘Amethyst Lips’, blanca y púrpura, o con ‘Mirage Rose Bicolor’, que luce el fucsia y el crema.

Una salvia 'Hot Lips' muestra cómo sus flores pasan del blanco al rojizo con el paso de los días.

Desde hace unos 30 años la popularidad de estas salvias híbridas ha ido en aumento, tanto por parte de los jardineros que las plantan como de los viveristas que las producen, lo que origina cada año nuevos cultivares con flores de colores novedosos. Uno de estos productores es Fulgen Sútil, viverista de Sustrai Mintegiak: “Nuestra colección de salvias es muy amplia, es una de nuestras estrellas, sin duda. Son estupendas, con una floración larguísima y en una gama casi infinita de colores. Dan mucho de sí en un jardín, tanto solas como en combinación con gramíneas, por ejemplo”, aconseja este enamorado de las salvias.

En las modas cambiantes de la jardinería, Sútil recuerda que también hay salvias que permanecen: “Hay salvias que aparecen desde hace años en todos los catálogos, como ‘Hot Lips’, ‘Royal Bumble’ o ‘Pink Blush’, y eso es debido a su fiabilidad y fortaleza. Dentro de mis favoritas destacaría ‘Aquamarine’, por ejemplo, porque tiene unas flores azuladas que aparecen por encima de la planta, y me encanta ese efecto y su color. Aunque me costaría elegir solamente una, porque son todas preciosas”, asegura confirmando así la belleza de todos estos híbridos, cuya altura suele oscilar entre los 60 y los 120 centímetros, como norma general y dependiendo de cada cultivar y variedad, aunque algunas no llegan a ese tamaño mínimo y otras superan el máximo.

La gama de color de estos híbridos de salvia es muy amplia, desde los violáceos en primer plano hasta los amarillentos del fondo.

Las cualidades de estos pequeños arbustos se extienden a la esencia que desprenden sus hojas, muy aromáticas, con notas a veces más afrutadas o más mentoladas, dependiendo del cultivar elegido; no en vano comparten parentesco con las mentas (familia de las labiadas). Cuando se pasa al pie de estas plantas y se rozan levemente, dejan en el aire e impregnados en el cuerpo su perfume; por ello, no es de extrañar que en México preparen infusiones con las hojas de Salvia microphylla.

A quienes también resultan muy atractivas estas salvias es a la pequeña fauna alada, como mariposas y pequeñas abejillas, que liban y pecorean el abundante néctar que tienen sus flores. Los abejorros también buscan las salvias, para practicar en ellas un evidente robo: como su aparato bucal no es capaz de alcanzar el fondo de la flor —donde se aloja el néctar—, se han especializado en abrir un boquete en un lateral de la corola para tomar el dulce líquido sin pagar el peaje de quedar impregnados con el polen de los estambres y llevar así su carga genética a otra flor. La prueba de este simpático acto de pillaje de los abejorros será un pequeño agujero en la base de las flores.

Un abejorro 'roba' el néctar de una salvia sin impregnarse con el polen de sus estambres.

Asimismo, habría que recordar la idoneidad de las salvias para cultivarlas en las terrazas y en los balcones, siempre y cuando reciban al menos unas cuantas horas de sol para garantizar su vigor y floración. Para que esta sea abundante en maceta, es imprescindible recurrir a un abonado orgánico sólido, al menos un par de veces al año, en marzo o abril y al inicio de septiembre. Gracias a su adaptabilidad para crecer en maceta, Fulgen Sútil cree “que, en los próximos años, estas salvias serán los nuevos geranios de las terrazas, por su facilidad de cultivo y su belleza. De hecho, hay salvias compactas que no superan el medio metro de altura, ideales para los balcones”, afirma, como ‘Mirage Saumon’ o ‘Mirage Cherry Red’.

Finalmente, hay que recordar la necesidad imperiosa de poda que estas salvias de flores pequeñas tienen cada año, a la salida del invierno y antes de que comience su rebrote. Lo ideal es dejarlas a tan solo unos 15 centímetros de altura —y con forma redondeada, de media esfera—, para que la brotación se produzca desde la zona basal de la planta y genere muchas ramitas nuevas, que son las portadoras de la floración. Cuando esta aparezca solo quedará buscar un pequeño taburete para sentarse junto a la salvia mexicana y embellecer nuestro mirar con sus colores y con su aroma.

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.
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