Ir al contenido
_
_
_
_
¡VAYA, VAYA!
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dónde te daré que no te duela

Enhebrando e hilvanando recuerdos cosidos para siempre

Judías verdes redondas, macarrones con chorizo, collejas, cardillos, delantal, uñas perfectas y pintadas, acetona, ganchillo, cadenetas, mantas, mandalas. Ser del montón. Parches de fentanilo. Enhebrar a la primera. El sueño de ser costurera, lo era.

La peseta robada; la fuente de Hontanillas; la higuera; el horno del pan; tu madre, Dámasa; calle Madridejos; cuatro siete cinco...; la onda en el pelo; tus vestidos estampados, con florecitas; un 33 de pie; secar pipas de melón; los toros; los tostones; el día que murió Lady Di; el día que murió Balduino; “vete a la mierda”.

Mi cojera ficticia; el abuelo; la permanente; tu horquilla, ¿dónde estará tu horquilla?; hacer jabón; las noches en vela en el pueblo; el día que nací; plato de porcelana (hierro esmaltado); tomate picado; los chorizos; los chorizos colgados de la ventana de la cocina; Los jugadores de cartas, de Cézanne; el Un, dos, tres de Mayra Gómez Kemp; la noche de los viernes; el camión de la basura; los calendarios; tu silla; tus mantas. Esperar la muerte; alear. La bolsa de bolsas mejor dobladas del mundo.

El tío Federico, o sea, tu padre; la tía Juana; el tío Flores; el pelo blanquísimo de tía Nana; Pareja; la olma; la plaza; la cabeza de jabalí disecada, y el jabato; ir al bar de la Tere. La más guapa, parecía una actriz antigua; el día que murió el abuelo; su capita para peinarse; la tabla pequeñita de madera; el cinquillo; los cubrevasos del pueblo; los servilleteros; Navas; la parra; los tallos de parra con sal; el colchón de lana; la señá Juliana; la señá Rosa; los labios finitos; los ojos tan claros; el hilito de voz del final; tu última sonrisa; la pancreatitis como si nada y dos de las mejores noches de mi vida contigo en el hospital, se cambiaron las tornas.

El gazpacho de Juani; las empanadillas con Tere; Juliiiiiii; mi madre mandando (no te enfades, las que somos mandonas, lo somos); santa Filomena; Alique; Sacedón; el mercadillo de los miércoles; los santos cubiertos; juez de paz; las palomitas en sartén. Usera; Orcasitas. “Con la Guerra se fastidió todo”. Superaste a las de tu quinta: la duquesa de Alba, la reina de Inglaterra y, por supuesto, Marilyn. Los vídeos y perrerías con el móvil. Tan fotogénica. ¿Qué te ha quedado por hacer? “Salir a tomar un café con mis amigas”.

El servicio pequeñito; aquella bañera con asiento-escalón; el teléfono colgado en la pared; algún vestido para mis muñecas; arreglos de ropa; el dinero a escondidas; cubiertos de alpaca; servilleteros; el tío Julio; la mujer a quien cortaron los pechos y los fueron mostrando cuando empezó la Guerra; tu primera pizza; siempre cojines; tu letra caligráfica; la nota manuscrita a lápiz: si enfermo de covid, no quiero que me lleven a ningún sitio, quiero quedarme en casa (no es literal en forma, sí en fondo, la vi en un mueble ese verano de 2020, un día que fui a regar las plantas); los geranios, el amor de hombre, el rosal, los periquitos, la pasión de Cristo; el balcón ahora, la terraza antes; el olivo, preparar las olivas, aceitunas chiquititas; la hiedra. Tu tono de piel. Mi abuela, la pequeñita, la mayor.

Las llaves colgadas del tirante del sujetador; frutos secos; rosquillas; queso fresco; jamón; tu sopa de cocido bien espesa; Cifras y letras, pánfila. Cientos de hilos; cajas de botones; la cinta métrica amarilla; trocitos de jabón; el costurero. Vernos juntos ―juntas―, tu felicidad. La vida que te insuflaba cualquier medicamento, como la que te daban Nico, Olivia y Laia. La mejor miel que probaré nunca. Tomates de mata; bolsas de leche. La madre de todas las Bretín(as). Abuela, dónde te daré que no te duela.

Dionisia Rebollo Rebollo (Hontanillas, Guadalajara, 8 de febrero de 1926 - Madrid, 1 de diciembre de 2025).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Rut de las Heras Bretín
De niña era lectora de 'El pequeño País'. Ahora es editora y redactora de temas culturales. Licenciada en Historia del Arte y máster de Museografía por la UCM; y máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Antes de trabajar en el diario, lo hizo en museos como el Arqueológico Nacional y el Reina Sofía. Cree en la cultura como arma de construcción masiva.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_