Ir al contenido
_
_
_
_

Alondra de la Parra, directora de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid: “Necesitamos condiciones laborales dignas”

La mexicana figura mediática de la música clásica, cumple un año al frente de la orquesta madrileña y se adentra en su segunda temporada con el aumento de los sueldos de la plantilla como “una responsabilidad moral”. La Comunidad de Madrid responde con un 66% de aumento en el presupuesto

Alondra de la Parra
Rodrigo Naredo

Alondra de la Parra (Nueva York, 44 años) lleva casi dos décadas moviendo la batuta delante de algunos de los mejores músicos del mundo. Una carrera ambulante que la ha llevado a dirigir como invitada a más de 100 orquestas en más de 20 países: de la Sinfónica Nacional de México a la Orquesta Nacional de España, pasando también por la Filarmónica de Tokio, la de Londres, San Francisco, Berlín o Milán. Hace un año pausó ese periplo musical para aparcar en Madrid y dirigir musical y artísticamente —con un contrato de tres años— a la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (Orcam). Un proyecto que estrenó el mes pasado su segunda temporada y que le ha permitido “entablar una relación a largo plazo y crear confianza” con los músicos. Pero que también la ha obligado a bucear entre las fricciones laborales cotidianas de un gremio habitualmente desfavorecido y entre la inevitable burocracia de una institución pública que lucha por ganar relevancia.

De la Parra llegó a la Orcam como buque insignia (y principal apuesta) del proyecto de María Antonia Rodríguez, gerente desde 2023 de la fundación de la que depende el conjunto musical. Su intención era, confesaba Rodríguez en una entrevista el año pasado, internacionalizar y elevar la calidad musical de una orquesta “modesta”, pero también, de la mano del impacto mediático de la mexicana, llevar a nuevos públicos a las salas. La directora de orquesta siempre ha cargado con esa consigna como estandarte en su carrera, habitualmente con éxito. En parte gracias a su gran expresividad y excelente manejo de redes sociales, pero también como reflejo de su personalidad y de una pasión, por lo que hace que bien refleja en el podio y que suele magnetizar a quien la mira.

Mismos atributos que demuestra mientras responde ecuánime a las preguntas en su despacho en la sede de la orquesta con el cantar de unos violines ensayando de fondo. “Me da mucho gusto que después de un año de trabajo la audiencia ha crecido mucho. Ha llegado toda una demografía nueva, una variedad, tenemos un público más diverso y más joven, y eso se siente en los conciertos”, presume orgullosa un logro que certifica el aumento en la venta de abonos: 17% más esta nueva temporada con respecto a la anterior, y un 50% más que la temporada previa a la llegada de la mexicana (2023/2024). Y aprovecha para explicar su filosofía: “Yo lo que he aprendido a lo largo de mi carrera es que no tienes que cambiar nada de la música para acercarte a un nuevo público, lo que tienes que cambiar es la manera en la que la comunicamos. La música te agarra y te sacude, eso es suficiente, pero todo el mundo tiene que sentirse incluido e invitado”.

Esa idea se traduce en una segunda temporada tan variada como la primera: Shostakovich —con quien abre el año—, Beethoven, o un estreno contemporáneo de Mauricio Sotelo, que comparte programa con Mahler. “Trato de programar obras que hagan contraste. A mí me parece superinteresante y me gusta dirigir la música contemporánea, pero yo personalmente no iría a un concierto de solo música contemporánea”, explica de la Parra. “Creo que para abrir el público hay que darles a todos algo que les guste y eso va a ser diferente para cada quien, aunque al lado encuentren algo que quizás no les guste y quizás nunca más lo quieran escuchar, pero van a regresar por la otra pieza que sí les gustó. O quizás digan, ‘mira, no me gustó, pero le voy a dar una oportunidad’. Y así empiezas a crear un gusto y a cultivarlo”.

Pero también hace falta, al menos para mantener a ese público en principio atraído por el nombre de la directora, cumplir con el otro gran objetivo pendiente del proyecto: “Establecer una identidad artística que el público conozca y aprecie”. Algo que, asegura la maestra, “está en camino”. De la Parra recibió el relevo de Marzena Diakun y encontró, explica, a un grupo de músicos “con gran habilidad musical y gran nobleza humana” y, sobre todo, un sitio “con todos los ingredientes para crecer”. “Me queda clarísimo cuáles son los pilares que hay que poner y cómo hacerlo”, explica.

La agrupación depende de la Administración regional y la consolidación del proyecto también pasa por su apoyo. “Afortunadamente, este es un proyecto que es importante para la Comunidad de Madrid y eso es fundamental, porque tienes que tener a personas de ese lado que entiendan”, empieza diciendo la mexicana que celebra especialmente una “completa libertad creativa”.

Pero tampoco se queda en el discurso complaciente. Conoce bien la realidad de los músicos que dirige y las limitaciones del sector. “Si queremos hacer un proyecto de una orquesta de talla internacional a la que se le pueda exigir excelencia en el lado artístico, tenemos que darle a los músicos las condiciones laborales para que eso se pueda cultivar. Las condiciones económicas para toda la plantilla deben ser justas y competitivas con otras orquestas”, dice con naturalidad.

Poco días después de la charla con la mexicana, el Gobierno Regional anunció sus presupuestos para 2026, con un incremento del 66% en la aportación a la orquesta hasta llegar a los 9 millones de euros. Una medida que vaticinaba De la Parra a EL PAÍS, aunque sin dar detalles: “Sí, las condiciones van a mejorar. Exactamente cuánto y cómo todavía no te lo puedo compartir, pero vamos muy bien y confío en que eso va a suceder”. Tras el anunció, confirma por correo electrónico su satisfacción, a la espera de saber cuánto del nuevo presupuesto se destinará a las posibles mejoras laborales de las que hablaba: “Me siento muy honrada del compromiso de la Comunidad de Madrid con las iniciativas culturales y en especial hacia la Orcam”.

En este 2025, el gasto en personal de la Orcam (incluido el coro) ronda los ocho millones de euros, de los cuales cerca de seis se destinan a sueldos y salarios. El Gobierno regional aporta casi 5 millones y medio al presupuesto, uno más que el año anterior y casi dos más que en 2022. Un reparto que, pese a su incremento, seguía por debajo de lo que perciben otras formaciones sinfónicas de referencia en España y no terminaba de convencer a los músicos, ni a su directora.

“Yo podría perfectamente decir que eso no es mi responsabilidad, yo nada más veo lo artístico. Pero lo tomo como una responsabilidad moral”, dice De la Parra antes del anuncio. “Y lograrlo requiere de un mayor compromiso de parte de la Comunidad de Madrid, pero también de la iniciativa privada, mejores ventas de boletos, más público, cooperación de los artistas, de todos nosotros para subir el nivel”. Porque para ella está claro, no basta con la ayuda pública: “Ahora hay que involucrar también a la iniciativa privada, como lo han hecho los modelos estadounidenses que tienen muy digerido esta estructura en la que el Gobierno pone una buena parte del esfuerzo y la iniciativa privada ayuda también a crecer el proyecto. Creo que ese es el futuro”.

El papel de su orquesta en una ciudad con una importante oferta musical ―como la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Orquesta y Coro de RTVE o la Orquesta Nacional de España, entre otras― también parece tenerlo claro. “Somos la orquesta de la gente. Todos nuestros conciertos tienen un precio superaccesible [entre 7 y 37 euros para el concierto del lunes] es una programación amigable, desafiante, pero con la que la gente puede venir a iniciarse y escuchar música por primera vez”. También celebra la función social por la que la agrupación nació en 1987 (el coro tres años antes), y demuestra su intención de que “sea la embajadora con países de Latinoamérica para que se comuniquen artísticamente con España y viceversa”.

A un año de su llegada, De la Parra habla sintiéndose ya parte del paisaje musical madrileño. La orquesta encara su segunda temporada con ambiciones que busca convertir certezas, entre la búsqueda de una identidad artística y la necesidad de consolidar un modelo sostenible. “Madrid vive un momento crucial y de apogeo cultural”, asegura la directora con la esperanza de que su ORCAM lo refleje.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Rodrigo Naredo
De Querétaro, México. Ahora en la sección de Cultura. Trabajó como productor y locutor de radio en medios de su ciudad natal. Graduado en Comunicación y Medios Digitales, con una especialización en Dirección y Producción Cinematográfica. Actor de teatro en más de una veintena de producciones en su país. Cursa el máster de periodismo UAM-EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_