Así es el texto de Vox aprobado por el PP sobre el supuesto síndrome posaborto: “El aborto es un gran negocio para el feminismo”
Los conservadores de Martínez-Almeida asumen el lenguaje de los ultras al aprobar la propuesta de informar obligatoriamente a las embarazadas


“El aborto es un gran negocio para la ideología que lo sustenta y promociona: el feminismo”. “El Síndrome Post-Aborto es algo conscientemente ocultado, especialmente en España. La sociedad y los poderes públicos han ignorado y reprimido este problema”. Abortar puede provocar “consumo de alcohol y drogas (...) pensamientos suicidas (...) aumento de cánceres en el aparato reproductor femenino”. Y hay que “proteger la vida de los bebés no nacidos”. Estas son algunas de las frases que recoge la propuesta de Vox aprobada el miércoles en el Ayuntamiento de Madrid para hacer obligatorio que los servicios municipales informen a las embarazadas que se plantean abortar sobre un supuesto síndrome que no cuenta con aval científico. El voto favorable de los conservadores de José Luis Martínez-Almeida supuso que asumieran el lenguaje de los ultras, y que ahora estén enredados en un tema que causa tensiones en sus filas (el aborto) por una propuesta de la que dudaron hasta el punto de intentar enmendarla. Este es su contenido.
Miércoles por la tarde. Pleno del Ayuntamiento de Madrid. El PP, que tiene mayoría absoluta, sorprende hasta a Vox al apoyar una propuesta de la extrema derecha cargada de ideología ultra.
En ella se dice que el aborto “representa una experiencia compleja (...) cuya sintomatología y desarrollo le hace pertenecer a los denominados trastornos de estrés postraumático”. Que la interrupción voluntaria del embarazo es un “eufemismo para describir el aborto”. Que el supuesto síndrome posaborto “recibe su nombre del Síndrome Post-Vietnam (...) con el agravante añadido del silencio y la marginación que rodea a la patología resultante de un aborto provocado”. Es decir, que se comparan los efectos de la interrupción del embarazo con los de matar, herir, ver morir y ser herido en una guerra. Y se añade que si este síndrome no está reconocido por las sociedades científicas, y ha desaparecido del “manual de referencia de psiquiatría”, es “por presiones políticas e intereses ideológicos”, y porque “el aborto es legal y el mundo de la modernidad positivista, lo legal es lo bueno o lo moral”. Como si hubiera una conspiración.
Son frases y argumentos frecuentes en el manual de Vox, pero nunca escuchadas en el PP clásico. La llegada de Isabel Díaz Ayuso a la primera línea política sirvió para limar la frontera entre las dos posiciones (“el aborto no es un derecho, ni tampoco es un delito, es un fracaso”, llegó a decir en 2019). De hecho, el PP de Madrid, que dirige la baronesa desde 2021, es el más beligerante en la materia, y ha colocado la idea de “la defensa de la vida” en el corazón de su estrategia. “En la Comunidad de Madrid apostamos por la familia, por la maternidad, la paternidad y por la vida desde su concepción (...) Queremos ser plenamente consecuentes con este compromiso con la vida”, dijo la líder conservadora este septiembre.
Sin embargo, nunca los conservadores habían asumido con tanta claridad el lenguaje de los ultras, ni se habían expuesto a un debate tan divisivo internamente como para que el equipo de Alberto Núñez Feijóo lo dejara fuera de la ponencia ideológica del último congreso de la formación, celebrado en julio, hace tan solo dos meses.

Porque el texto aprobado en el Ayuntamiento de Madrid establece como un “derecho de la mujer” ser informada de un síndrome sin aval científico y vincula con el aborto consecuencias como sufrir ”depresión, ansiedad, culpabilidad, alteraciones del sueño, aislamiento social o, por el contrario, salir sin parar, trastornos de la conducta alimentaria, ataques de pánico, consumo de alcohol y drogas; afectación de la conducta sexual (...)“.
Y no solo eso. También: “Flashbacks; pensamientos suicidas y tentativas de suicidio (...); hemorragias internas, infecciones, esterilidad y aumento de probabilidades de muerte natural en el año siguiente al aborto; aumento de cánceres del aparato reproductivo femenino; tasa de mortalidad superior a las mujeres que dieron a luz”.
Y se remata: “Es evidente, por tanto, que acabar con la vida de su propio hijo tiene consecuencias muy graves para la madre, el padre y la sociedad en general”.

Pese a que este síndrome no tiene aval científico, el PP de Martínez-Almeida, apoyado por la organización regional, que dirige Díaz Ayuso, puso el miércoles su mayoría absoluta al servicio de este compromiso: “Que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid, a través de las diferentes áreas implicadas, proporcione información, de manera obligatoria, verbal y escrita, permanente y visible, sobre el Síndrome Post Aborto, en los centros de atención al público de Madrid Salud, Espacios de Igualdad/CIAM, Samur Social y trabajadores sociales del Ayuntamiento de Madrid, y que esté incluida en las webs oficiales de estos organismos, en cartelería y folletería en los ámbitos mencionados”.
El PP tuvo muchas dudas. Por eso, el partido de Martínez-Almeida presentó una enmienda para intentar diluir la iniciativa. Quería cambiar el texto de una manera tan sutil como profunda. Desaparecería la obligación de dar la información. Y se añadiría una salvedad que podría dejar todo el proyecto en nada: el plan debería ser “previamente estudiado por los servicios jurídicos del Ayuntamiento de Madrid”.
La frase refleja las dudas del propio PP sobre el encaje legal de la propuesta finalmente aprobada, que se mantienen al día siguiente, jueves, cuando la vicealcaldesa, Inma Sanz, reafirma que todo se hará “respetando el marco legal”. Al tiempo, también supuso un intento de limar las aristas de la proposición. Una apuesta por llevar a Vox al terreno PP. Sin embargo, los ultras no aceptaron. Y pasó algo inusitado: pese a que Vox rechazó la enmienda del PP, el PP apoyó la iniciativa de Vox. La confusión consecuente quedó implícita en las dificultades con las que el concejal José Fernández, delegado del área de Políticas Sociales, Familia e Igualdad, defendió esa posición.
Disfraz de Vox
“Somos el partido a favor de la vida”, arrancó. “(...) Señores de Vox, no vamos a admitir lecciones de ustedes, a ustedes lo único que les importa es rascar votos al PP”, siguió. “Si creyeran en la vida aceptarían nuestra enmienda, y no lo hacen porque lo único que quieren es rascar votos al PP”.
Fue una confesión en público, con luces y taquígrafos. Una de las razones que impulsó al PP a aceptar un texto que vio tan mejorable como para querer cambiarlo fue, precisamente, que lo contrario sirve para que Vox siga creciendo electoralmente. Eso explica, según interpreta un dirigente del partido de extrema derecha que cuenta con la confianza de su líder nacional, Santiago Abascal, que los conservadores transigieran con una exposición de motivos que desafía a la ciencia.
“Vemos calor en las encuestas, ya no somos irrelevantes en la Comunidad, arañamos escaños, y por eso el PP entra en la operación ‘nos disfrazamos de Vox un rato”, dice.
Un disfraz que supone que este miércoles, en el Ayuntamiento, el PP asuma las tesis más radicales de Vox y el lenguaje de los ultras.
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