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Esprint final para resucitar las cuatro casetas de la Cuesta de Moyano cuyo cierre sorprendió a la reina Letizia

Los libreros de la zona responsabilizan a la Junta de Retiro de que los puestos hayan permanecido clausurados el año del centenario de la “calle más leída” de Madrid

Reina Letizia Cuesta de Moyano

Las cuatro casetas de la Cuesta de Moyano que sorprendieron en mayo a la reina Letizia por estar cerradas están un paso más cerca de recobrar el pulso casi dos años después de haber bajado la persiana. La Junta del distrito Retiro anunció el lunes que ha recibido 19 ofertas de cinco interesados para la concesión de las casetas números 3, 12, 14 y 25. No obstante, los enamorados del emblemático mercado de libros todavía tendrán que esperar un mes más para volver a comprar en los puestos cerrados, ya que el proceso de adjudicación no se culminará hasta octubre, cuando se anunciarán las ofertas ganadoras. La esperada reapertura de esas cuatro casetas ha enfrentado a las asociaciones de libreros de la zona con la Junta municipal.

La reina Letizia reparó en las cuatro casetas vacías durante su visita del 9 de mayo a la feria de libros permanente de Madrid con motivo de la celebración del 100 cumpleaños de la “calle más leída de Madrid”, como dijo alguna vez el escritor y periodista Francisco Umbral. El enfrentamiento había estallado meses antes, en octubre de 2023, cuando echaron el cerrojo las casetas números 3 y 14. Y el gesto de sorpresa de la reina echó más leña al fuego, sin que ella se percatase, ni tuviera esa intención.

La fundadora de la agrupación Soy de la Cuesta, Lara Sánchez, explica que la entidad le había expuesto a la Junta que se acercaba el centenario de Moyano y que se iban a jubilar varios libreros para sacar las plazas a concurso y que estuvieran todos las librerías abiertas para la celebración del 100º aniversario. “No respondieron”, asegura. Los libreros fueron fieles a su palabra y se retiraron al poco tiempo, después de haber entregado las llaves a la Junta de Retiro para que se tuviera constancia de que se habían marchado definitivamente. “A partir de ahí empezamos a presionar al Área de Cultura. Vino la reina, y señaló la caseta cerrada”, afirma Sánchez. Y entonces, fueron el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y su equipo, quienes se reunieron con los libreros.

Las agrupaciones Soy de la Cuesta y Asociación de Libreros denuncian que la Junta municipal —presidida por Andrea Levy (PP)— no les ha tenido en cuenta a la hora de publicar la convocatoria ni de redactar los pliegos del concurso, como sí había hecho el anterior equipo de Gobierno —presidido por Santiago Saura (Ciudadanos)—.

En respuesta a las críticas, una portavoz de la Junta de Retiro asegura a este periódico que se incorporó la única demanda “jurídicamente viable” de que un mismo licitador no pueda ser adjudicatario de más de una caseta. Por otro lado, este interlocutor agrega que los procesos de licitación “no pueden ser dejados al arbitrio ni ser dirigidos por particulares o asociaciones con intereses específicos al respecto”, a pesar de que, según los libreros, el anterior concejal presidente sí que había escuchado sus peticiones.

“Almeida y el Área de Cultura le remitieron nuestras condiciones a la Junta de Retiro”, recuerda Sánchez. La Junta de Distrito les comunicó a las dos asociaciones que “habían recibido” sus peticiones para los pliegos, pero que calculaban que “hasta octubre” no sacarían la convocatoria. El concurso finalmente salió en julio y no se avisó a los regentes de las casetas como se les había prometido. “Está hecho todo al revés”, concluye Sánchez.

El desencuentro con la Junta de Retiro pone más palos sobre las ruedas de un negocio que ya de por sí es complicado. La presidenta de la Asociación de Libreros de la Cuesta, Carolina Méndez, ha vivido la transformación de la “calle más leída” de Madrid de la mano de su familia, puesto que ella es la tercera generación de una larga dinastía de libreros. “Los libros electrónicos fueron el primer gran golpe”, recuerda.

Después aterrizó el fenómeno de la gentrificación, como explica Lara Sánchez. “Antes la gente iba los domingos de paseo a la Cuesta de Moyano, pero ahora ya no porque viven muy lejos del centro”, lamenta. Para colmo, en invierno se hinchan las puertas cuando llueve, y en verano el calor expulsa a los pocos clientes que se atreven a deambular por las calles de la capital a más de 30 grados de temperatura. “El trabajo de los libreros de Moyano es maravilloso, pero lo tienen todo en contra”, sintetiza Sánchez.

Ante ese escenario de adversidad, la celebración del 100 cumpleaños de las casetas se presentaba como una oportunidad para mostrar el mercado en su máximo esplendor. De ahí el enfado de los libreros. Las cuatro casetas cerradas continúan esperando a sus nuevos inquilinos... para que estén abiertas en la próxima visita de la Reina.

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