Declaran dos profesoras investigadas del colegio de La Moraleja salpicado por seis denuncias de agresión sexual
Las educadoras tienen que explicar por qué presuntamente no actuaron a tiempo contra los supuestos abusos cometidos por el excapellán Marcelino de Andrés


La investigación judicial que envuelve el colegio Highlands El Encinar de La Moraleja (Madrid) por seis denuncias de agresión sexual todavía no ha concluido. La jueza de Instrucción número 7 de Madrid toma declaración este viernes a las dos profesoras investigadas por presuntamente no haber actuado a tiempo ante los supuestos casos de abuso sexual que cometió el excapellán del centro, Marcelino de Andrés (58 años), contra varias menores. El exdirector, Jesús María Delgado, que dimitió dos semanas después de que se conociesen los hechos, está citado a declarar en calidad de testigo.
El 12 de junio la titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Madrid citó a declarar como investigadas a las dos profesoras a las que había llamado inicialmente como testigos, estimando un recurso de una de las familias denunciantes. Lo hizo tras haber tomado declaración —una semana antes— a cuatro familias afectadas, argumentando que una de las menores dejó claro que esas dos docentes “no la creían y pasaban de ella” cuando les relataba los tocamientos del capellán, ocurridos durante más de un mes. Por el contrario, la jueza no vio indicios racionales para imputar al que era el director del colegio cuando salieron a la luz las denuncias, y que dejó el cargo.
Así, las docentes y el exdirector declararán tres meses después de que cuatro familias ratificaran en el juzgado los hechos denunciados. Tanto cuatro menores como sus padres relataron las agresiones sexuales presuntamente cometidas por el que era capellán del centro, Marcelino de Andrés, a niñas de 6 y 7 años.
La investigación comenzó a principios de marzo con la denuncia de una familia a la que su hija de 6 años transmitió una posible agresión sexual por parte del padre Marcelino de Andrés, el guía espiritual de las niñas de Primaria y Secundaria del centro. Los padres de la pequeña acudieron a la Policía alertados por el malestar físico de la niña y porque habían leído un artículo publicado en una web en el que se desgranaba la relación tan cercana que había mantenido De Andrés con Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo y también un pederasta en serie con una doble vida admitida por el Vaticano en 2010, en sus últimos años de vida. La menor mencionaba a otras compañeras que también habían podido ser víctimas del sacerdote y la Policía se puso en contacto con todas estas familias para recabar más información.
Las pesquisas de las autoridades concluyeron con la interposición de cinco nuevas denuncias. El capellán Marcelino de Andrés fue detenido el 6 de marzo, pero quedó en libertad el 8 de marzo porque la instructora de la causa no apreció riesgo de fuga, aunque le impuso medidas cautelares. En su declaración negó los hechos y atribuyó las acusaciones al estigma que, según él, sobrelleva por haber sido una persona muy cercana a Maciel.
El director del Highlands entonces, Jesús María Delgado, se reunió con las familias el 10 de marzo y se responsabilizó de haber mantenido al capellán en plantilla, a pesar de que varias familias habían mostrado sus recelos. Apenas dos semanas después, el 24 de marzo, dimitió tras haber admitido su responsabilidad por mantener al sacerdote, según anunció en un comunicado el centro escolar. “Ante la situación que vivimos en el colegio del que soy director, que ha provocado un profundo dolor y ha causado desconfianza en nuestra institución, considero que debo presentar mi renuncia como director. Quiero expresar a quienes se sienten defraudados y abatidos por la decepción que comparto el dolor que ellos sienten. Pido perdón por todo este dolor”, expresó.
Hasta ahora, la investigación ha permitido comprobar que el padre Marcelino se dirigió en alguna ocasión a un punto ciego del patio acompañado de niñas. Esta esquina es la que varias niñas señalan como el lugar de las agresiones, el lugar donde ocurrieron “las cosas malas”. El sacerdote hacía regalos a las niñas, lo que servía para ganarse su confianza. Este comportamiento, así como quedarse solo con las menores, va en contra del reglamento del colegio y fue reprendido por ello en algunas ocasiones, aunque él hizo caso omiso, como admite el propio centro en una comunicación.
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