Parla, la ciudad de las 120 nacionalidades, nota el deterioro de la convivencia al tiempo que Vox agita el rechazo al inmigrante
Parleños de origen extranjero advierten de que los mensajes de los ultras, como la propuesta de “remigración”, afectan negativamente a sus vidas


Algunos vecinos de Parla restan importancia a la inquietante propuesta que Vox hizo este lunes. La idea de deportar a millones de inmigrantes y sus hijos para defender la identidad española les parece palabrería para ganar votos. Sin embargo, residentes como el joven Omar Abdelouahidi, de 20 años, advierten de que la proliferación del discurso de odio está dañando la convivencia. Los vecinos racistas se sienten legitimados para insultarles o pintar los muros con esvásticas. “Gracias a Dios, el racismo que sufrimos es sobre todo verbal”, dice este joven, “pero si esto no para, algún día habrá consecuencias físicas”.
En esta ciudad al sur de Madrid con vecinos de 120 nacionalidades, donde casi uno de cada tres residentes es inmigrante, los mensajes de Vox tienen mayor repercusión. Para combatirlos, el alcalde socialista Ramón Jurado decidió promover este jueves una votación urgente contra la propuesta de repatriación masiva que lanzó el lunes la portavoz de Emergencia Demográfica de Vox, Rocío de Meer. “No podíamos quedarnos impasibles ante semejante barbaridad”, dice el alcalde en una entrevista con EL PAÍS. “Me parece injusto que una ciudad como esta, tan diversa, se mantenga callada ante un ataque tan brutal. Esto supondría expulsar a más de 30.000 vecinos de nuestro municipio”.
Los partidos votaron pasado el mediodía a favor de introducir esa moción de urgencia, con la única oposición de Vox. Sin embargo, ese punto se incluyó al final del orden del día y no dio tiempo a que se pronunciaran sobre el fondo, así que el asunto se ha pospuesto hasta el pleno de septiembre. La iniciativa saldrá adelante porque los tres partidos de la izquierda, que tienen mayoría (15 de los 27 concejales), adelantan que la apoyarán. El PP, que votó a favor de incluir la moción, no ha revelado qué votará. Su portavoz, Héctor Carracedo, responde que dependerá del debate, aunque se queja de las intenciones del PSOE porque “este es un tema más nacional que local”.
Como otros parleños, el alcalde cree que los mensajes divisivos de Vox no impactan en la convivencia de este municipio de 134.833 vecinos porque muchos residentes de origen español conocen lo que supone emigrar, al ser ellos mismos personas que hace décadas abandonaron Andalucía o Extremadura para mejorar su vida.
En Parla, musulmanes y no musulmanes celebran desde hace un par de años el Iftar, el momento del Ramadán en que se rompe el ayuno, en la plaza de la Guardia Civil. La asociación Rumiñahui organiza en octubre un pasacalles con danzas de Latinoamérica y España. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, 41.018 residentes ha nacido en el extranjero, es decir, el 30%.

Pero algunos vecinos de origen extranjero cuentan que la radicalización política les afecta. El presidente de la mezquita Attauba, Hakim Keskous, dice que el último Iftar en público, el 15 de marzo, lo pasó en tensión por miedo a que algún viandante lanzara algún improperio, algo que afortunadamente no sucedió. Cuenta que varios murales en la ciudad habían sido vandalizados con pintadas nazis coincidiendo con una polémica en febrero por el uso del velo en las aulas. Tres institutos prohibieron a sus alumnas musulmanas cubrir su cabeza con el hiyab con la excusa de que lo podían usar para esconder auriculares y copiar en los exámenes. En mayo, sin motivo aparente, reaparecieron los grafitis de odio.
“Nunca ha habido tanta crispación como ahora”, dice Keskous durante una charla en su mezquita, situada en un polígono industrial. “Yo llegué a finales de los noventa a España y la convivencia era maravillosa, pero ha empeorado. Está creciendo la islamofobia y de hecho escucho a gente que dice preferir la inmigración latina. Y la verdad es que la convivencia entre culturas enriquece. Yo soy marroquí musulmán y estoy casado con una lituana católica”.

Parla es un destino habitual de los líderes de Vox en Madrid. Se graban paseando por el municipio para difundir mensajes que vinculan la inmigración a la delincuencia, o que alertan de una supuesta pérdida de “la identidad de los barrios de toda la vida”. Isabel Pérez-Moñino, que sustituyó el año pasado a Rocío Monasterio, habla de mercerías que son reemplazadas por carnicerías halal o del miedo de los vecinos a que sus hijos sufran un machetazo de las bandas latinas cuando se bajan del Cercanías que viene de Madrid.
En marzo, Moñino caminó junto a De Meer por un mercado callejero de Parla repartiendo folletos rojos que decían: “¡Extreme la precaución en esta zona! Partido Popular y Partido Socialista están repartiendo ilegales aquí“.
La realidad es que las infracciones penales han caído en Parla tras varios años de subidas. El último balance del Ministerio del Interior muestra un descenso del 7,5% en el primer trimestre de 2025 comparado con el mismo período del año anterior. Los críticos de Vox en Parla señalan la hipocresía de un partido que presentó como número tres en las últimas elecciones municipales, las de mayo de 2023, a una concejala que acabó condenada por narcotráfico, Ana González Martínez.

Estos días, Vox y el PP han puesto sus miras en otro municipio madrileño, Alcalá de Henares, donde se han producido disturbios tras la reciente detención de un joven residente en un macrocentro de inmigrantes indocumentados, acusado de violar a una vecina. La delegación del Gobierno ha dicho que la derecha está explotando este suceso porque no levantó la alarma de la misma forma tras 13 agresiones sexuales con penetración perpetradas el año pasado y otras cinco este año en ese municipio.
Xenofobia en clase o el supermercado
Otra joven parleña, Aya Ben Hamama, coincide en que la tensión está en máximos. “En 22 años aquí nunca he visto este ambiente”, dice ella, que preside la asociación ParlaCuida, dedicada a enseñar español a inmigrantes. Pone de ejemplo su antiguo instituto, donde la convivencia era buena mientras ella fue alumna, pero ha empeorado ahora que estudia su hermana de 16 años. “Me cuenta que oye a menudo comentarios xenófobos como que los marroquíes vivimos de las paguitas o que unas zapatillas nuevas las hayas comprado con dinero de esas ayudas. En mi época yo nunca oía cosas así”.
También le pasa a su madre, que lleva velo. “Haciendo la compra en el Mercadona noto cómo la miran y dicen cosas ofensivas a su lado como si ella no entendiera español y no fuera a defenderse”.

El joven Omar Abdelouahidi recuerda que a principios de año charlaba con unos amigos de origen marroquí en una plaza donde también jugaban a la pelota unos niños. Una mujer mayor pasó por allí y dio un grito:
—¡Esto ya no parece España!
“Nadie le respondió”, relata él. “Nos quedamos en silencio. Entre la gente marroquí hay mucho miedo. Incluso a mí, que me considero combativo, me da miedo a decir algo, porque a lo mejor no te entienden y acabas siendo el victimario en vez de la víctima”.

Los entrevistados aclaran que la inmensa mayoría de parleños son respetuosos. “Son solo cuatro gatos a los que les gusta hacer ruido”, dice Ben Hamama.
El racismo lo sufren por otras formas más o menos sutiles que, dicen, han pasado siempre, como por ejemplo cuando buscan un alquiler o cuando les para la Policía en la calle meramente por su aspecto físico.
De ese tipo de discriminación se queja también el ecuatoriano César Bolaños, de 56 años, que lleva 30 en Parla. “Lo noto en la ventanilla cuando te atienden de diferente manera por tu color de piel. Pero cuando vamos en el tren a Madrid por la mañana todos somos iguales, todos somos obreros”.
Bolaños cuenta que se lleva bien con el portavoz de Vox en Parla, Juan Marcos Manrique, quien ha sido su vecino durante muchos años. “Él ha visto crecer a mis niños pequeños. Cuando me cruzo con él, nos saludamos tan cordialmente y hablamos, aunque no de temas políticos”. Bolaños, que milita en una organización antirracista y rechaza a Vox, presupone que el jefe local de ese partido no comulga con todo lo que dicen sus superiores: “No creo que él sea una persona de odio”.
Consultado por la votación promovida por el PSOE, el portavoz de Vox responde por mensaje de voz que su postura es la misma que expresó el líder nacional, Santiago Abascal, en una entrevista este jueves, esto es, que realmente De Meer no dijo que fueran a echar a ocho millones de inmigrantes, a pesar de que lamentó la llegada de ese número de personas desde los años noventa.
“Se van los que han entrado ilegalmente”, dijo Abascal. “Se van los que han venido a robar, violar y matar; se van los niños que tenemos aquí secuestrados institucionalmente y que tienen que estar con sus padres marroquíes; y se van los que han venido a vivir del esfuerzo de los españoles. Nadie más”. En otros países europeos, la ultraderecha también ha reculado tras pronunciar un mensaje extremo, jugando así a la ambigüedad.

El pleno de este jueves dejó claro hasta qué punto la batalla cultural se ha apoderado de la vida política. Tres de las 12 mociones tenían conexión con los inmigrantes o el mundo islámico (uso del hiyab, la bandera de Gaza en el balcón municipal y la moción de rechazo al mensaje de Vox) y otras dos sobre inseguridad.
Un concejal de Unidas Podemos, Álvaro Gómez, culpó a los ultras de manchar la imagen de Parla a base de bulos y pidió un cambio de registro. “Necesitamos que se dé más visibilidad a lo positivo como la historia de los 12 jóvenes de Parla que se lanzaron al mar para salvar la vida de una mujer en Irlanda hace unas semanas", propuso. “Es lo contrario de lo que hace la derecha”.
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