Noches de altura: terrazas con música, copas y vistas para un verano madrileño sin tregua
Los mejores lugares de los ‘Corona Sunsets’, noches musicales en la terraza de Luzi Bombón y terminar la noche en Casa Salesas


Sube. Más arriba. Un poco más. Ahí. Donde el aire corre, el sol se despide lento y la ciudad parece una postal. Las noches de verano en Madrid se viven mejor desde las alturas, con una copa en la mano, buena música y esa sensación de que no hay prisa por volver a casa. Este julio, te llevamos por tres azoteas que lo están petando.
Madrid te enreda recomienda tres espacios que lo tienen todo para convertirse en tu refugio veraniego favorito: Corona Sunsets, un oasis urbano donde la puesta de sol se celebra como si estuviéramos en la playa, con música en directo y estética tropical; The Social Hub, con piscina, DJ sets y ambiente de festival urbano para los que buscan algo diferente sin salir del centro; y Luzi Bombón, que apuesta por las noches elegantes con música en vivo, cenas largas y copas que se disfrutan con vistas. Tres formas de elevar el verano sin salir de Madrid.
Los mejores atardeceres se viven en las alturas
Corona ha lanzado Sunset Spots, una guía que reúne cien lugares de toda España donde ver el atardecer se convierte en plan. En Madrid, destacan dos terrazas incluidas en esta selección: Nota Alta y Café del Río.
Nota Alta, en la azotea del Umusic Hotel, nace de la unión con el Museo Chicote. La propuesta mezcla coctelería clásica, tapas creativas y música en vivo con vistas a los tejados del centro. Desde su terraza se ven la Gran Vía y el cielo de Madrid encendiéndose al caer la tarde. “Es una experiencia que mezcla lo castizo y lo contemporáneo”, dicen desde el espacio.
El otro lugar es Café del Río, frente al parque Madrid Río. Tiene dos niveles: uno a pie de calle y otro en la azotea, a modo de mirador, con vistas panorámicas al Palacio Real, la Almudena y la Basílica de San Francisco el Grande. “El cielo se transforma en una paleta de colores y la ciudad se queda en silencio por un momento”, cuenta uno de sus camareros. Aunque estos locales no ofrecen actividades específicas de la marca, forman parte de los espacios seleccionados por la guía como lugares recomendados para disfrutar de los atardeceres del verano madrileño.
Una terraza de ensueño en pleno Paseo de la Castellana
Madrid tiene muchas terrazas, pero pocas combinan como Luzi Bombón. El icónico restaurante del Grupo Tragaluz estrena temporada con sus Noches de Terraza: un plan de jueves a sábado que mezcla gastronomía, coctelería de autor y ambientazo en uno de los rincones más bonitos del Paseo de la Castellana.
Desde las 21.00, los jueves hay música en vivo, con saxofonistas incluidos, y los viernes y sábados la cosa sube de ritmo con sesiones de DJs residentes. Todo esto desde una terraza minimalista que, cuando llega el calor, se convierte en parada obligatoria. La carta no se queda atrás. Se recomienda pedir las tortitas de sashimi de atún con aguacate y chipotle, el tiradito de atún rojo con maíz y aguacate, y como plato fuerte: el arroz de costilla ibérica glaseada, alcachofas y ajos tiernos. Todo acompañado por una cuidada selección de vinos y cócteles.
“Queremos ofrecer una experiencia completa, donde la comida, la música y el entorno vayan de la mano”, cuentan desde el local. Misión cumplida. Es el lugar ideal para una cena con amigas en verano, en pleno corazón de la Castellana, donde pasar una noche larga entre conversaciones profundas.
Y cuando cae la noche: Casa Salesas
Después del atardecer, la noche pide un lugar donde quedarse. Y si es con energía, sin rigideces y con buen producto, mejor. En pleno barrio de Justicia, Casa Salesas se ha convertido en uno de esos espacios que no necesitan presentación. “Queríamos un sitio versátil, con vida, que reflejara el ritmo del barrio”, cuenta Rafael Tapia, director de MABEL Hospitality. Y lo han conseguido.
De día, funciona como restaurante donde se cuida el sabor y el ambiente. Pero es por la noche cuando el lugar muestra su otra cara: copas, buena música, luces suaves y un ritmo que va subiendo sin hacerse notar. “Hay energía, ganas de quedarse, de compartir”, dice Tapia. La experiencia es fluida: se empieza con una cena, se sigue con una copa y, sin darse cuenta, la conversación se alarga entre grupos de amigos, parejas y algún que otro habitual del barrio.

El espacio —amplio, con mesas bien dispuestas y una decoración que mezcla lo elegante con lo informal— acompaña al plan: puedes ir con cita o improvisar, aunque los fines de semana es mejor reservar. Abren todos los días, desde el mediodía hasta la noche, y el ambiente nunca decae. “Es un lugar con ritmo propio”, resume Tapia. Y en una ciudad que no frena ni en julio, eso se agradece.
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