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“El conjunto de casitas más bonito de Madrid”, la colonia modernista de la que quedan dos calles

Madrid Moderno se ideó como un lugar de veraneo cerca de la capital, pero la especulación inmobiliaria acabó con gran parte de las viviendas

Torre de la colonia Madrid Moderno.
Virginia López Enano

Si alguien aterrizara en medio de una de estas dos calles y le preguntaran: “¿En qué ciudad estás?”, le costaría adivinar que se trata de Madrid. Quizás diría Londres, por los sótanos estilo británico. Pero de madrileñas, estas viviendas tienen poco y, sin embargo, están en el barrio de la Guindalera. Es la colonia de Madrid Moderno, considerado en su momento “el más europeo de todos los barrios” de la ciudad y del que ahora apenas quedan una docena de casas.

“En el siglo XIX, hay un plan nacional que es el de Carlos María de Castro. Se dio cuenta de que las ciudades tenían que crecer en alguna dirección. Se van a ir creando muchas colonias. En Madrid van a estar primero en el centro más o menos y después en la periferia”, explica Román García, de la Asociación Conoce Madrid. La zona de Ventas era por entonces periferia. Un lugar con una venta, merenderos y sin la actual plaza de toros. Y aquí se levantó Madrid Moderno. “Se empezaron haciendo como casas de veraneo que lo llamaban hotelitos. No eran hipercaras, pero estaban muy lejos. Era como un lujo irse allí a veranear”, explica García.

Si uno pasea por las dos calles en las que aún se pueden ver estas casitas, notará tres estilos muy diferentes. El primero de ellos, neomudéjar. Construcciones de ladrillo como la que hace las veces de entrada a la colonia: un torreón que recuerda mucho a la Casa de las Bolas de la calle Alcalá. No es casualidad, ambas fueron diseñadas por el arquitecto Julián Marín. Pero al poco de empezarse a construir este conjunto de viviendas, se paralizó por burocracia y líos entre partidos políticos. Cuando al fin se reanudó, el estilo cambió completamente. “Es curioso porque las primeras casas de ladrillo no tienen nada que ver con los otros hotelitos, que están retranqueados, con dos pisos y sótano. Tienen un jardín por delante y como un mirador encima de la puerta”, cuenta el guía. Y hay una tercera fase. “Luego se hacen unas poquitas más que tienen la parte de arriba diferente, con un tejadito apuntado hacia arriba”. Esta mezcla de estilos no gustó a todo el mundo y el propio Azorín llegó a escribir de ella: “todo chillón, pequeño, presuntuoso, procaz, frágil, de un mal gusto agresivo, de una vanidad cacareante”.

Ventas se convirtió pronto en un sitio cercano al centro y bien comunicado que atrajo a constructores y la especulación inmobiliaria acabó entonces con muchas de estas casitas. “En los años 60 y 70 aquello fue destructor porque acabó con casi todos los edificios que había. Otros que eran tiendas o construcciones como más industriales o más de servicio para la colonia o se han perdido están totalmente modificadas y casi no se ve lo que son”, explica García. Y advierte: “Te va a dar pena cuando vayas a verla porque hay muy poquitas que estén bien. A mí me parece el conjunto de casitas más bonito de Madrid, pero es que hay ya muy pocas”.

Poco queda ya de aquel esplendor inicial de la colonia. Se puede imaginar, porque las pocas que se conservan son espectaculares, pero hay muchas a las que parece quedarles poco tiempo en pie. Otras conservaron su fachada, aunque fueron reformadas totalmente por dentro. Y otras desaparecieron para dar espacio a bloques de viviendas. “A veces ha coincidido que he ido y acababan de tirar algunas. Habían esperado a que se cayeran para comprarlas y construir algo más grande. Es una pena porque se han ido perdiendo y yo creo que es porque no tienen protección y lo entendería antiguamente, pero ahora deberían estar protegidas”, concluye García.

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Sobre la firma

Virginia López Enano
Trabaja en el equipo de Redes de EL PAÍS. Ha pasado por varias secciones del periódico, como la delegación de Sevilla, Nacional o El País Semanal, donde ha escrito temas de música y cultura. Es Licenciada en Historia y Graduada en Periodismo por la Universidad de Navarra y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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