Normalizar la pobreza
¿Cómo es posible que un asunto como el de la Academia Valenciana de la Lengua reciba más atención que la indigencia que sufre un tercio de nuestros conciudadanos?
Más de 1,5 millones de personas viven en riesgo de pobreza o de exclusión social en la Comunidad Valenciana. De ellas, más de 600.000 están en situación de pobreza extrema, lo que significa que sobreviven con menos de 644 euros al mes. Las cifras proceden del informe sobre el Estado de la Pobreza en la Comunidad, elaborado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), que se dio a conocer días atrás. Los datos, correspondientes al año 2024, no incorporan el efecto de la dana, ya que la recogida de información se realizó con anterioridad a la catástrofe.
Un millón seiscientas mil personas en riesgo de pobreza o exclusión social son, se mire por donde se mire, muchas personas. Sobre todo porque los números representan prácticamente el 30 por ciento de la población valenciana. Es decir, vivimos en una región donde la tercera parte de sus ciudadanos sobrevive en el límite de la necesidad. Si de verdad creemos que la cohesión social es un valor a preservar, deberíamos prestar atención al problema. No parece, sin embargo, que la magnitud del asunto haya calado en los partidos políticos. A nuestras formaciones políticas,, representantes de la voluntad popular, la contundencia de estos datos no les ha merecido, que uno sepa, ningún comentario. Me atrevería a decir hemos normalizado la indiferencia ante la pobreza.
¿Cómo es posible que un asunto como el de la Academia Valenciana de la Lengua reciba más atención que la indigencia que sufre un tercio de nuestros conciudadanos? Hace tiempo que abordamos la política de una manera equivocada, y nada indica, más bien al contrario, que el problema vaya a corregirse. La forma en que los partidos políticos entienden y practican la política no hace más que ampliar la brecha entre la ciudadanía y sus representantes. Los políticos han alcanzado un punto de ensimismamiento que les lleva a actuar los unos para los otros, y solo apelan al votante por cuestiones de estrategia.
Casi al mismo tiempo en que se hacía público el informe sobre el Estado de la Pobreza en la Comunidad Valenciana, el presidente Carlos Mazón anunciaba que la política fiscal del Consell había “ahorrado” a los valencianos 67 millones de euros en impuestos. “La política fiscal del Consell ᅳ ha dicho Mazónᅳ es social, justa y equitativa”. ¿Social? ¿Justa? ¿Equitativa? ¿Cómo se atreve a hacer Mazón estas afirmaciones cuando un tercio de la población de su Comunidad se encuentra en riesgo de pobreza? A estas alturas, los valencianos ya sabemos qué Carlos Mazón es un presidente que habla por hablar, más preocupado salvar su puesto ᅳ si tal cosa todavía sigue siendo posibleᅳ, que a gobernar con seriedad.
Si bien del Partido Popular o de Vox difícilmente se podía esperar que se pronunciaran ante el problema ᅳ sus intereses van por otro caminoᅳ si aguardábamos un gesto por parte de Compromís y del Partido Socialista que evidenciara su preocupación y su solidaridad ante el asunto. Al ignorarlo, estos partidos han mostrado su indiferencia hacia ese millón y medio de personas que viven en situación de dificultad. No es esto lo que esperábamos de formaciones a las que se les supone una mayor inquietud social. La acción política no se manifiesta unicamente en medidas, leyes o propuestas: necesita también de gestos que acompañen a la ciudadanía. Al populismo no se le combate exclusivamente con palabras, sino, sobre todo, con una acción decidida que sepa conectar con los votantes y llegue al corazón.
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