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Una ermita con vistas enfrenta al alcalde de un pueblo valenciano con el edil de Vox, que asegura que la ha comprado

Un hostelero y concejal de Estivella mantiene que ha adquirido el santuario ubicado en el pico del Garbí, en el que quiso montar un chiringuito, mientras que el alcalde afirma que la titularidad es municipal

La ermita de la Santa Creu, en el pico del Garbí, en el municipio de Estivella (Valencia)
Cristina Vázquez

En Estivella, un municipio del interior de Valencia (1.631 habitantes) en pleno parque natural de Sierra Calderona, la disputa por la ermita de la Santa Creu en el pico del Garbí se ha convertido estos días en la comidilla del pueblo, “en la bomba del verano”, reconoce un grupo de vecinos a la hora del almuerzo. El hostelero local y concejal por Vox, José Ramón Mateu, dueño de un restaurante y un camping en el pueblo, sustituyó el pasado 19 de julio, sin previo aviso ni permiso alguno, el candado municipal por uno propio a la ermita y mirador del Garbí, situado a unos 600 metros de altitud y balcón privilegiado desde el que divisar toda la sierra, el valle y, en días claros, hasta el mar o la isla de Ibiza.

Este empresario, de 85 años, muy conocido en la localidad, aseguró que había comprado la parcela donde está la ermita, colocó en un primer momento mesas y sillas para un chiringuito con bebidas en el pico y además pide una colaboración de un euro a los visitantes que se acercaban al mirador para hacer realidad un proyecto que, según explica, le ronda la cabeza desde hace décadas: erigir una cruz de 40 metros de altura, toda iluminada. Además, por su cuenta, planea reconstruir una fonda, abrir un museo ciclista, pues es un enamorado de este deporte, y convertir el pico en uno de los lugares más visitados por locales y foráneos.

Su acción causó estupefacción, sobre todo en el Ayuntamiento, presidido por el alcalde de Compromís, Francesc Mateu. “Él dice que ha comprado los terrenos, pero nosotros tenemos una nota simple que dice que la parcela 71B donde se asienta la ermita es de propiedad municipal”, afirma el primer edil, que denunció los hechos a la Guardia Civil porque el empresario rompió el candado y almacenó mesas, sillas y una barra en el interior del templete”. En el cuartel le dijeron que el Seprona había levantado un acta y que el empresario les presentó una escritura pública “que a nosotros aún no nos ha enviado”.

Según el edil, un juez tendrá que decidir de quién es la propiedad y nosotros intentaremos recuperar la posesión de la ermita. “Él no puede hacer ahí ninguna actividad porque es monte de utilidad pública. La parcela 71B sale en el registro de la propiedad a nombre nuestro. Es cierto que también está la parcela 71A, donde no hay nada, pero la ermita está en el 71B”, alega el alcalde.

El pico del Garbí, en pleno parque natural de Sierra Calderona.

El hostelero anunció en uno de los plenos municipales sus intenciones y argumenta que nadie le dijo nada entonces, pero el alcalde replica que nunca se habló de esa zona restaurada en 1993 por la Generalitat y el Ayuntamiento. “Si es privado, como afirma él, la Administración no hubiera entrado ni intervenido”, alega.

La ermita, construida en 1804, es un símbolo para el pueblo, incluso para los vecinos más despegados de la religión, porque la cruz original, la primera que un vecino colocó por devoción en el pico, era del año 1787 y estaba en el sitio que ahora ocupa el oratorio. Las fiestas patronales dedicadas a Sant Josep y a la Santa Creu del Garbí se trasladaron a agosto, aunque la festividad se conmemora en octubre con una romería y una misa de campaña. “Para el pueblo representa mucho”, asegura el primer edil. “Él ha ido siempre a la suya, ha hecho lo que ha querido”, se lamenta el alcalde. E insiste en que si de verdad ha comprado la parcela “que venga al ayuntamiento y nos enseñe las escrituras, pero que no vaya un día, corte la cadena y llene la ermita de enseres de hostelería, diciendo que lo hace porque es suya”, se queja.

El hostelero llegó a pedir licencia municipal para servir bebidas y el ayuntamiento se la denegó, aunque llegó a ponerlo en funcionamiento. De momento, ha replegado velas con lo de instalar un chiringuito. El alcalde agrega que la zona es parque natural y en las normas que lo regulan no se permite actividad hostelera, solo medioambiental. Además, “no se puede construir nada”, sentencia el edil.

El empresario local José Ramón Mateu muestra las escrituras que, según defiende,  acreditan que es propietario de la parcela donde está la ermita.

José Ramón Mateu, un aficionado al ciclismo —es raro subir al Garbí y no cruzarse con grupetas de aficionados— muestra la escritura de la parcela de 2.200 metros cuadrados que ha comprado a un familiar suyo y asegura que el alcalde “está mintiendo y no tiene pruebas” de que la parcela sea del Ayuntamiento. Ha repartido por el pueblo un folleto con su proyecto de levantar una gigantesca cruz y reconstruir la fonda que había en ese lugar desde 1850 hasta que cerró al público en 1957, donde ofrecería alojamiento y restauración. Mateu alude a la ciudad japonesa de Nara, un lugar donde hay varias montañas sagradas a las que los japoneses peregrinan y pasan estancias cortas en plena naturaleza. “Es un imperio de iglesias y casas de madera en una montaña tres veces más grande que el Garbí”, asegura con admiración.

El hostelero anuncia que a partir de esta semana habrá un ermitaño fijo en su parcela y “si quiero, no entrará nadie. Porque, ¿en tu casa puede entrar alguien? No, verdad, pues por eso la vallé (con una cinta) el otro día. Me la quitaron los forestales y no voy a volver a ponerla porque quiero que venga todo el mundo, no vetarla a nadie", exclama. “Voy a defenderme ante la ley, que me denuncien y el juez decidirá”, dice José Ramón dirigiéndose al Gobierno local. “No tengo prisa, esto ha venido para quedarse mientras yo viva. No necesito el dinero”, agrega haciendo hincapié en que no es negocio, sino un sueño propio.

Abajo, en el casco urbano de Estivella, los vecinos reconocen el lío que se ha montado con la disputa por la ermita. Alguno critica que se haya politizado el tema por la adscripción del hostelero a Vox —porque antes ha sido edil por Unió Valenciana o Ciudadanos— pero al mismo tiempo reconocen que ha molestado mucho la imagen de la ermita como almacén de mesas y sillas para un chiringuito. “Ahí se ha equivocado”, dicen. Otros creen que si es suyo “puede hacer lo que quiera” e insisten en que si tanto interés tiene la Administración en ese edificio, lo lógico es que a estas alturas lo hubieran comprado y no hubiese dudas sobre la propiedad.

La fonda que hace años había en el pico del Garbí y que el empresario local quiere reconstruir en el mismo lugar en una foto cedida por la familia propietaria.

Dos corredores llegan al pico del Garbí, que frecuentan porque les gusta disfrutar de la montaña. Cuando tienen una carrera larga suben hasta la ermita y tiran de espaldas una piña a ver si se cuela entre los barrotes del edificio porque se ha extendido que el gesto da suerte. “La polémica se ha armado por el chiringuito porque la ermita estaba cerrada antes y ahora”, cuenta uno de ellos que, no obstante, reconoce que cuando subes a un refugio en alta montaña suele haber una caseta donde te venden bebidas. “Depende de cómo lo entienda la gente. Si recogen todo (se refiere a los residuos) no me importa, pero si van a dejarlo todo lleno de mierda, mejor que no vengan”.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.
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