¿Teñirse o no teñirse?: “El 80% de mujeres se han visto obligadas a hacerlo para no recibir malos comentarios”
El movimiento Silver Sisters surgió con fuerza en pandemia, pero no ha arrastrado a multitudes, aunque cada vez más jóvenes se dejan el pelo al natural


Después de darle unas cuantas vueltas a la cabeza, encontré mi imperio romano asomando justo encima de mi tarro. ¿Teñirme o no teñirme? El dilema que ocupa mi cabeza, literalmente. Activista contra el edadismo, no tengo ningún inconveniente en informarles de que acabo de cumplir 47 años. Soy una señora y peino canas, como la inmensa mayoría, con la diferencia de que no me las tinto. Ahí están, bien visibles entre mi melena, por lo general, muy oscura todavía. Pero no les voy a engañar, las canas son unas cuantas, incontables ya, se reproducen a diario. No las buscas y las ves. Con cada ducha desfilan unas cuantas y empiezan a poner entre las cuerdas mis principios.
Como casi todas la mujeres a partir de los treinta o incluso antes, todas mis amigas se tiñen cada cuatro semanas, alguna tiene la suerte de alargar el proceso hasta cinco y otras la pena de tenerlo que hacer cada tres. Tiempo y dinero extras gastados en la imagen propia. Y digo extra porque ya es mucho el que dedicamos las mujeres a nuestra imagen desde temprana edad, por gusto propio o impuesto. Ese es otro tema que no se acaba nunca. Entre el rebaño de teñidas, que sigue siendo masivo a pesar de que se hable en algunos artículos de que las mujeres se han liberado del tinte -igual que de la depilación, si las cuentas no llegan a cuatro-, encuentro en Instagram la cuenta @foreveryoungbcn detrás de la cual está Beatriz Patón. Su presentación: Luciendo canas. Comunidad de peliblancas.

Nos sentamos a tomar un café y me cuenta que tiene canas desde los 14 años. “Cuando te ves las canas en la ESO te quieres morir y te las arrancas”, recuerda ahora luciendo una espectacular melena blanca, que para nada la envejece. Tiene 41 años y os prometo que yo le habría puesto menos. Con 16 empezó con las mechas para disimular los cabellos emblanquecidos y al cabo de unos cuantos ya decidió teñirse cada 15 o 20 días para tapar ese pelo blanco que ya colonizaba sus raíces. La martirizaba esa línea blanca que asomaba a los pocos días del último tinte. Después de que nacieran sus dos hijos tenía el pelo completamente blanco. “Es hereditario, mi madre tiene el pelo blanco nuclear y mi padre es canoso, todo se debe a un gen, el IRF4”, cuenta.
Fue a los 32 años cuando decidió dejar de teñirse, justo cuando se pusieron de moda las decoloraciones, y entonces llegó la pandemia, un tiempo de clausura que le ayudó a mantenerse en sus trece. En ese momento despertó el movimiento Silver Sisters y Beatriz Patón también empezó a publicar en Instagram, donde tiene 239.000 seguidores, sus trucos y consejos para cuidar de su melena blanca. “Me lo cuido mucho, incluso más que cuando me teñía, que mi pelo era un estropajo”, dice. Asegura que cada vez son más las mujeres que dan el paso de no teñirse, pero también muchas más las que expanden odio contra las defensoras de la melena natural. “Recibo mucho hate en redes, sobre todo de mujeres diez o quince años mayores que yo y muchas de Latinoamérica”. En esos países es donde menos se acepta.
Cuenta que su finalidad es visibilizar la belleza de los cabellos naturales canosos para que las mujeres decidan libremente si quieren teñirse o no. “Me atrevería a decir que el 80% de mujeres se han visto obligadas a teñirse para no recibir malos comentarios”, argumenta. En esta sociedad, “los hombres con canas son maravillosos y sexys, las mujeres son unas viejas y descuidadas”. “Me han llegado a llamar sucia”, apostilla. Y defiende que, igual que se ha empezado a entender que el peso no hay que criticarlo, el color de pelo tampoco. Como ella, hay otras mujeres que lucen el pelo canoso en las redes sociales, como Luisa Silver, una modelo australiana de 54 años que tiene un perfil con 1,4 millones de seguidores llamado Thesilverlinving-1970, donde se define como “empoderada de la edad’.
Begoña Gómez, que tiene un salón de peluquería del mismo nombre en Castelldefels (Barcelona), confirma que “hay un boom de gente joven que se deja las canas”. Lo ha notado mucho desde la pandemia y recurren a su centro porque es especialista en hacer el proceso de transición a la melena blanca, para no llevar un pelo bicolor y verse bien mientras dura el tiempo que les va a llevar dejar de teñirse y lucir su color natural, por lo general grisáceo o emblanquecido. Las mujeres que más optan por esta opción tienen entre 30 y 50 años, dice. A las más mayores les cuesta más soltar el tinte. “Buscan sentirse ellas mismas, liberadas de algo que no quieren”, relata.
Pese a ello, en la esfera pública no pasa igual. A pesar de algunas actrices como Andie MacDowell, que a sus 67 años luce el pelo grisáceo, o Jamie Lee Curtis, que lo lleva blanco a los 66 años, pocos casos hay de mujeres de relevancia pública que lleven su pelo al natural. La mayoría de mujeres con exposición mediática no osan dejar el tinte, y alguna que lo ha hecho ha denunciado haber sido apartada por ello, como el caso de la periodista Lisa LaFlamme, una presentadora de la televisión canadiense que fue retirada de la pantalla en 2022 justo cuando había dejado de teñirse con 58 años.
“Ninguna marca se arriesga a poner a una mujer joven con canas en primera línea de campañas publicitarias”, dice Beatriz Patón. Quién de vez en cuando aparece mostrando unos tímidos pelos blancos es la Reina Letizia. “Hay épocas en que se las tiñe o las matiza porque no siempre se le ven. Puede que tenga más debajo de la melena que queden ocultas”, opina. Considera que la monarca lleva una “imagen de mujer natural”, pero sorprende que la naturalidad se lleve así a los 52 años. No es imposible, pero sí raro que no tenga arrugas en el rostro y que las facciones se le hayan suavizado tanto respecto a la imagen que ofrecía cuando presentaba los informativos de TVE.
Para Beatriz Patón, el éxito de su cuenta no es que haya más mujeres con la melena blanca, sino que aumenten las mujeres que no critican a las que llevan el cabello canoso. Conocida su experiencia llega la pregunta que me ha llevado hasta aquí: “Qué hago yo con mis canas?” A lo que ella responde, con el mismo respeto que pide para todas las que abanderan el movimiento de dejar que el pelo siga su curso: “Aquello con lo que te sientas bien. Si a fecha de hoy te ves bien frente al espejo, déjalo así. El día que no te sientas a gusto tíñelo, pero ten en cuenta que la calidad de tu cabello nunca va a ser igual que la natural”. Me temo que, con tinte o sin, la edad dorada de mi melena ya pasó.
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