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VELO ISLÁMICO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ultraderecha o burka, la pluralidad de la televisión pública

¿Tal vez pensaron que como la ultraderecha prohibía el velo islámico, lo progresista por el otro lado era aprobar el burka?

Najia Lotfi en el programa Café d'Idees
Carmen Domingo

Yo siempre había sido defensora de la televisión pública, de hecho sigo siéndolo, os confieso. Esa televisión que, consciente de que no tiene por qué sacar beneficios económicos, ofrece programas culturales, informativos e instructivos para el público. En definitiva, una televisión no comercial en beneficio de todos. También os confieso que cuando empezó La revuelta, y más tarde La familia de la tele comprendí que mi concepción de la televisión pública era un tanto ingenua, ojalá las audiencias me acaben dando la razón y la cosa cambie.

Además, pensaba que los informativos, no solo los noticieros, sino aquellos programas que quieren informar y hacernos pensar, y pienso en La noche en 24 horas, nos proporcionan un buen ejercicio de reflexión a final del día. También eso se vio desmentido el otro día cuando Marta Nebot quiso, no lo logró, cargarse y criticar, no entendí bien por qué, el último libro de Javier Cercas El loco de Dios en el fin del mundo sin habérselo leído. Pas mal, que dirían los franceses.

Lo que ya me ha llevado a la convicción de que tenemos un problema grave, mucho, en nuestra televisión pública, y no sé si solucionable a corto plazo, es lo que pasó el otro día en Café d’idees, el programa matinal de TVE en su desconexión para Cataluña, el magazín de actualidad presentado por Gemma Nierga, que se emite simultáneamente en La 2 y en Radio 4. Hace unas semanas, Nierga, aprovechando que el Parlament había tumbado una iniciativa para prohibir el velo islámico en Catalunya que presentaron Vox y Aliança Catalana -ya saben, los del cordón sanitario-, trajo al plató a la economista Najia Lotfi (“especialista en Economía y Finanzas Islámicas”, se presenta, porque parece que la economía cambia según cuál sea tu credo). Se les pasó por alto, en el programa, en aras de la pluralidad informativa, llevar ese mismo día a alguien con quien confrontar las opiniones de Najia Lotfi.

Los descuidos nunca son casuales.

Pues bien, Lofti, además de un buen número de inexactitudes acerca de las obligaciones, o no, que impone el Islam a las mujeres -el Corán no menciona en ningún sitio que las mujeres deben cubrir sus cabezas- tuvo a bien decir: “El burka es más cultural que religioso. (…) quieren ir así las mujeres”, refiriéndose a las mujeres afganas.

¿Tal vez pensaron que como la ultraderecha prohibía el velo islámico, lo progresista por el otro lado era aprobar el burka?

Hacía unos días que yo había estado, justamente, con mujeres afganas que, obviamente no quieren vestir un burka, ellas habían huido del régimen de los talibanes porque se negaban a vivir sin derechos humanos, ninguno. No podemos olvidar que las mujeres afganas viven un apartheid de género.

Dos semanas tardaron en El Café d’idees en invitar a Najat El Hachmi para que desmontara la propaganda islamista que defendió Lefti sin que nadie le llevara la contraria aquel día. Sorprende, y mucho, que desde la televisión pública se niegue la violencia sobre las mujeres y yo, me pregunto si Gemma Nierga tendría a bien traer, también, a alguien que niegue el Holocausto. Porque si pluralidad es llevar un día una invitada que dice que el burka es voluntario y cultural, quizá también podrían decir que pluralidad es llevar a un invitado que diga que el Holocausto no existió, o la cremación de judíos también es cultural. Visto lo visto, mi duda es bastante pertinente. ¿O es que contra las mujeres todo vale?

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