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Alquilar una habitación en Barcelona ya alcanza los 1.000 euros: “Mi piso entero cuesta menos que un cuarto en el de arriba”

Los ‘colivings’, que permiten esquivar el tope de precios, proliferan de la mano de empresas inversoras que compran edificios enteros

Txema Escorsa, vecino de Gràcia, en su habitación del edificio donde la propiedad ha transformado pisos en 'colivings'. Su dormitorio, en el piso de arriba, cuesta 980 euros al mes

Las sucesivas regulaciones del alquiler en Cataluña han puesto patas arriba el mercado inmobiliario y los arrendamientos que quedan fuera de los topes de precio se han ido de madre. En Barcelona, para esquivar las normativas, primero los propietarios que no estaban dispuestos a pasar por el aro se refugiaron en los alquileres de temporada, habitualmente por un año. Fuera de la norma, se puede pedir el precio que alguien esté dispuesto a pagar. Y en paralelo, se ha disparado la oferta y precios del alquiler de habitaciones. Bajo el atractivo del anglicismo coliving, grandes empresas inversoras compran edificios enteros, no renuevan a los inquilinos y reforman los pisos para alquilarlos por precios que ya alcanzan los mil euros. La clientela que se los puede permitir suele ser internacional y se dirigen a un público menor de 40 años.

El último estudio de Idealista, de finales de abril, sitúa en 600 euros al mes la media de las habitaciones de Barcelona, las más caras de España, una oferta que aumentó un 22% en 2024. Pero este jueves, en el mismo portal, las de más de 900 euros al mes ya eran un 9,7% del total de la oferta de esta fórmula, por la que se llegan a pedir 2.500 euros. También en abril, la media en el portal Fotocasa era de 640 euros al mes por habitación.

Txema Escorsa vive en un edificio de la calle de Sant Agustí del barrio de Gràcia donde la propiedad reforma los pisos cuando se vacían y ofrece cuatro colivings. “Mi piso entero cuesta 811 euros, menos que lo que cuesta una habitación en el piso de arriba, 980”, señala. “980 euros es del 80% del salario mínimo (1.184 euros), ¡por una habitación que no llega a 11 metros cuadrados!“, exclama. ”Y son habitaciones que no tienen nada, si tuviera lavabo propio o vestidor... apenas hay espacio para pasar entre la cama y la puerta, y vas a compartir con gente que no has elegido. No tienes capacidad de decidir con el resto, como en un piso compartido de los normales", lamenta. El alquiler incluye la habitación, wifi, uso del baño o baños, la cocina, salón, todo amueblado, y limpieza semanal; no incluye los gastos de suministro ni ropa de casa y cabe sumar 200 euros de gestión. En este tipo de viviendas, a veces incluso los inquilinos tienen una tarjeta para abrir su habitación. “Funcionan como pensiones”, añade el vecino.

La habitación que cita Escorsa está disponible a partir de septiembre, para alguien entre 18 y 39 años y “se requiere acreditación de estudiante o trabajador”, precisa el anuncio. La publicidad ofrece, si se reserva antes de finales de agosto, “un descuento mensual y una clase de paddle surf gratis”. La empresa anunciante es Enter Coliving, que tiene “376 habitaciones en alquiler” en oferta en Idealista, en varias ciudades españolas, donde se dirige a clientes jóvenes a los que invita a unirse a la “comunidad”, con actividades o eventos. El edificio es propiedad de NAD, New Amsterdam Developers (NAD), que compró el edificio de Gràcia a la antigua familia propietaria en 2023, explica el inquilino.

Anuncio de la habitación que hay justo encima de un inquilino en el coliving de Gràcia. El precio de este espacio es mayor que el del alquiler que el vecino paga por el piso entero.

Desde entonces, de 11 pisos de la finca, cuatro han sido reformados y son colivings, dos están vacíos y los otro cinco tienen inquilinos: una renta antigua y el resto están o fuera de contrato o con prórrogas tácitas, aunque con discusiones jurídicas entre las partes. Escorsa, por ejemplo, defiende que su contrato se prorrogó en abril por un año, mientras la empresa, explica, entiende que la prórroga solo era por un mes y le ha demandado, según ha tenido conocimiento esta semana. “Piensan que demandando tendremos miedo y nos marcharemos, pero es lo contrario, nos dan más fuerza para luchar y más ahora, que el Ayuntamiento les ha denunciado por hacer obras ilegales”, asegura. Escorsa relata que se reunió con representantes de la propiedad, con quien habla a través de una inmobiliaria, y le respondieron que su negocio “es legal”. El inquilino admite que si se tuviera que marchar, con su sueldo, no podría afrontar un alquiler en la ciudad, “donde tienes que competir con público internacional con un poder adquisitivo mucho mayor”.

El consistorio ha multado a la propiedad dos veces por obras ilegales en el edificio de Gràcia (la primera pagaron la multa, pero no las legalizaron) y mientras no lo hagan, tienen prohibido alquilar las viviendas, como reconoció esta misma semana la teniente de alcalde de Urbanismo, Laia Bonet, preguntada por los comunes, que señalan que el caso es “la punta del iceberg”. La concejal respondió que el Gobierno municipal “comparte la preocupación por la proliferación de casos como el de Gràcia”. “Es intolerable que un promotor haga obras ilegales en una finca catalogada, y más si las obras sirven para alquilar habitaciones a precios desorbitados”, dijo. Preguntada la empresa Enter Coliving por el funcionamiento de su negocio, el perfil de clientes y las multas, este diario no ha obtenido respuesta.

Cartel que los vecinos del edificio de Gràcia donde se alquilan habitaciones que rozan los mil euros se dirigen a los clientes y les alertan de su lucha. "Luchamos por el derecho a la vivienda, también la tuya", afirman.

Otras empresas que ofrecen habitaciones que alcanzan los mil euros son Spacest o ENSO. Una trabajadora de la plataforma Spacest, que prefiere guardar anonimato, afirma que el perfil preferido por la empresa son “los estudiantes de un máximo de 35 años” y justifica los precios altos afirmando que “los dueños eligen los precios” y que son especialmente altos “cuando admiten parejas”. Por otra parte, fuentes de ENSO, empresa que ofrece habitaciones “en zonas prime” de Barcelona, que no afectan, aseguran, a “zonas residenciales sensibles”, sitúan su perfil en “jóvenes altamente cualificados con 27 años de media”, “que residen de media durante ocho meses y que buscan una solución habitacional flexible”. Su modelo de negocio no se basa en edificios enteros, sino en viviendas sueltas, precisan.

La regulación pendiente en Cataluña es un decreto que se tramitará como Ley fruto del compromiso del president Salvador Illa con comunes, ERC y la CUP de que los alquileres de temporada y habitaciones tengan tope de precios. En el caso de las habitaciones, la suma del coste de las de un piso no podrá superar lo que marque el índice oficial para la vivienda entera.

Los sindicatos de inquilinas llevan años avisando del coladero de los alquileres de temporada y, después, los de habitaciones. Anna Olesti, es una de las portavoces del Sindicato Socialista de Vivienda, y además, vecina de otro edificio comprado por una filial de NAD y cuyos vecinos temen que se convierta en coliving, como otras propiedades de la misma empresa. Se trata de la Casa Fajol o Casa Papallona, en el Eixample. Sus vecinos recibieron en agosto pasado cartas de un despacho de abogados avisando de que la finca había sido comprada por NAD Llançà (por la calle donde está la finca) y posteriormente nuevas cartas en las que se les informa de que no se les renovarán los contratos al terminarse. De 14 pisos, uno está vacío, dos en obras de reforma y los 11 restante tienen inquilinos (la vecina más veterana lleva viviendo allí 60 años), algunos fuera de contrato. “Es un modelo de negocio que las propiedades utilizan para extraer más beneficio: fraccionas un piso y duplicas o triplicas las ganancias, mientras las administraciones ponen alfombra roja a costa de los vecinos”.

Entrada al edificio de Gràcia donde los vecinos conviven con pisos con habitaciones de alquiler. Los dos perfiles tienen distinta botonera para entrar a la finca.

Sobre la regulación que debe tramitar el Parlament, Olesti admite, como vecina: “Tenemos confianza ciega porque en momentos de tanta tensión te agarras a lo que sea”. Luego, como portavoz del Sindicato Socialista, matiza: “Pero si miramos atrás, las anteriores legislaciones catalanas en materia de vivienda o han sido tumbadas por el Tribunal Constitucional o no han sido efectivas por falta de inspecciones o porque no estaban suficientemente trabadas y tenían agujeros”.

Más allá de los coliving que pertenecen o gestionan grandes empresas o fondos, también inmobiliarias locales tradicionales gestionan pisos de alquiler de habitaciones. En la zona alta, fuentes de la empresa Peraire defienden el alquiler de habitaciones para perfiles a quienes no les encaja ni el alquiler de temporada, ni el turístico, “y quedan excluidos de los colivings, que suelen pedir menores de 40 años”. Explican casos que gestionan como una vivienda de alta gama y cinco habitaciones, cuyos inquilinos les llegan por el boca-oreja, y citan perfiles como jueces de 50 años que venían a la Escuela Judicial, una funcionaria italiana de 61 que tenía unos meses de trabajo en el consulado de su país o arquitectos o ingenieros que de forma temporal llevan proyectos en Barcelona. Las mismas fuentes señalan que las habitaciones de alta gama (amuebladas y con todos los gastos incluidos, también la limpieza) evitan que cada inquilino ocupe una vivienda entera que apenas utilizaría, porque prácticamente solo la usa para dormir.

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