Segunda oportunidad para la izquierda
El PSOE puede pensar que si Sumar se desintegra podrá recoger parte de los restos del naufragio, pero la izquierda solo se fortalece si coopera. Y en esa barca también va Esquerra Republicana.


La política se ha vuelto tan volátil que lo que hoy apunta al éxito puede convertirse mañana en fracaso. Las derrotas inesperadas son lo que ahora mismo genera más incertidumbre en diferentes planos de la política que nos afecta. El fracaso del presidente Emmanuel Macron en las elecciones europeas de Francia ha propiciado un adelanto electoral que ha situado al país vecino, y con él al motor de Europa, que es el eje francoalemán, en grave riesgo de involución. Aquí, el fracaso de Esquerra Republicana, tras un adelanto electoral mal calculado, planea ahora sobre la posibilidad de formar gobierno en Cataluña y, de rebote, sobre la estabilidad del gobierno de coalición de España. Y el fracaso de Sumar en las elecciones europeas ha hecho emerger la grave crisis que ya sufría el espacio a la izquierda del PSOE, pero que ahora, si no se resuelve bien, puede acabar arrastrando al Gobierno progresista.
Todas estas crisis están conectadas y suceden a la vez. Todas derivan de resultados adversos en convocatorias electorales precipitadas y arriesgadas. En el origen de estos bandazos está la amenaza que representa la extrema derecha y su progresiva colonización del espacio conservador, como se ha visto ya en Italia y puede suceder en Francia en las próximas legislativas. El PSOE es el que menos damnificado ha salido hasta ahora, pero con la convocatoria de elecciones legislativa anticipadas, ha perdido unas cuantas plumas y ha debilitado a sus socios parlamentarios. También Macron se ha lanzado ahora al adelanto electoral como una tabla de salvación para aglutinar el voto moderado y centrista frente a una Marine Le Pen que ha convertido a su partido en una fuerza transversal social y territorialmente. Con ello, Macron pretendía atraer tanto a los sectores moderados del centro derecha como a la izquierda posibilista. Pero le está saliendo mal. La izquierda acaba de unirse en un frente común en el que va a jugar un inesperado rol el resucitado socialismo francés.
Es evidente que Sumar paga con sus malos resultados en las europeas unos errores estratégicos y organizativos que en parte fueron forzados por el precipitado avance de las elecciones legislativas. Pedro Sánchez las convocó para tomar la iniciativa, como ahora hace Macron, en una operación arriesgada que le salió medianamente bien, pero a costa de perjudicar a su socio de gobierno. Sin tiempo para una confluencia que requería sosiego y capacidad para zurcir descosidos, Sumar no supo o no pudo ir más allá de una sopa de siglas arrejuntadas por la urgencia electoral y con una bomba de efecto retardado en su interior, que era Podemos, y que estalló en las europeas.
El mal ya está hecho. Pero tanto el PSOE como Sumar harán bien en mirar qué ocurre en las próximas semanas allende los Pirineos, porque el cerco se estrecha. El bastión socialista peninsular ya se ha roto en Portugal y en España es una fortaleza asediada por tierra, mar y aire. Sumar tiene una segunda oportunidad de articular una fuerza política de corte confederal, en la que los distintos partidos y espacios pongan en común sus activos. Por mucho que cada uno de ellos se sienta fuerte en su territorio, de poco servirán si no son capaces de articular la confederación. El PSOE puede pensar que si Sumar se desintegra podrá recoger parte de los restos del naufragio, pero eso no será suficiente para parar a la derecha. La izquierda solo se fortalece si coopera. Así que ellos mismos. Y en esa barca también va Esquerra Republicana.
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