Así fue la elección de la próxima fiscal general: “El nombre de Peramato aparecía siempre, era un consenso generalizado”
Bolaños le ofreció el cargo el lunes por la tarde en La Moncloa tras cuatro días de contactos con jueces y fiscales progresistas y conservadores en los que la sucesora de García Ortiz “era siempre una opción encima de la mesa”

Félix Bolaños ofreció el lunes por la tarde en La Moncloa a Teresa Peramato convertirse en la cuarta fiscal general del Estado. Fiscal de carrera con 35 años de ejercicio y considerada una de las grandes impulsoras de la especialización judicial en la lucha contra la violencia de género, la persona escogida por el Gobierno para suceder a Álvaro García Ortiz fue citada en el complejo de La Moncloa y aceptó la oferta del ministro de Presidencia y Justicia, al que Pedro Sánchez encargó la misión tras conocer cuatro días antes la condena del Supremo a García Ortiz.
El último 20-N estaba marcado por el 50º aniversario de la muerte de Francisco Franco hasta que, a las 13.59, el Tribunal Supremo desata un terremoto político sin precedentes. La sala segunda de lo Penal condena a García Ortiz a dos años de inhabilitación por un delito de revelación de secretos. Además, le impone una multa de 7.200 euros y el pago de una indemnización de 10.000 euros a Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso y procesado por fraude a Hacienda. El fallo sorprende a Pedro Sánchez de regreso de Ceuta, donde acaba de presidir el acto de presentación de la nueva terminal marítima. La noticia llegó mientras estaba volando en helicóptero entre Ceuta y Málaga, y se enteró al aterrizar. El presidente había defendido la “inocencia” del fiscal general en una entrevista en EL PAÍS justo antes del inicio del juicio. Sánchez habló con su equipo más cercano, voló a Madrid, y mientras iba directo al Congreso tomó la decisión hablando con su núcleo duro, Bolaños incluido: la reacción iba a ser suave, a pesar de la indignación del mundo progresista.
El Gobierno contesta a las 14.42 mostrando su respeto al fallo pero dejando claro que no lo comparte y anuncia que “en los próximos días se pondrá en marcha” el proceso de nombramiento “de un nuevo o una nueva” fiscal general. El compromiso es que “será una persona del máximo prestigio profesional en el ámbito del Derecho”. A las 16.20 Félix Bolaños realiza una declaración institucional desde el complejo de La Moncloa en la que llama a la calma a quienes discrepan de la sentencia. “La discrepancia con esta sentencia no puede llevar una desconfianza en la justicia. España es un Estado de derecho y hay recursos para los que discrepan de una sentencia”, señala.
Esa misma tarde, mientras Sánchez asiste en el Congreso a la presentación de la serie de ficción Anatomía de un instante basada en la novela de Javier Cercas, donde desliza que “hay que defender la democracia de aquellos que creen que pueden tutelarla”, Bolaños se pone manos a la obra y pone en marcha la sucesión de García Ortiz. El ministro libera su agenda salvo para asistir el viernes al Palacio Real y el Congreso a los actos organizados por el medio siglo de la restauración de la Monarquía. Acto seguido, Sánchez inicia una gira de cuatro días fuera de España que le lleva primero al G-20 en Sudáfrica y después a la cumbre entre la UE y la Unión Africana en Angola. Pese a la distancia y una agenda agotadora, el presidente estará al tanto desde el minuto uno de cada paso relevante de la operación. La interlocución con Bolaños será permanente. “Estaba encima continuamente. Como si no se hubiera ido y no estuviera a más de 10.000 kilómetros”, resumen en La Moncloa. Sánchez aprovechó cada hueco de las dos cumbres, cada momento en los hoteles, para estar encima de la decisión y del ambiente político en España con un choque de trenes muy duro entre el Gobierno y el Supremo. El presidente ordenó a una de sus personas de máxima confianza, el ministro Óscar López, que fuera al choque con la versión más dura, mientras se reservó para él y para Bolaños la más institucional.
Mientras Sánchez defiende una paz justa para Ucrania en Johannesburgo, Bolaños se encierra en su despacho de La Moncloa. La elección no es casual. Se trata de un espacio muchísimo más discreto que la sede del Ministerio de Justicia en el centro de Madrid. El ministro se vuelca en la tarea de encontrar un perfil progresista, y preferentemente una mujer, que genere un consenso que no genere dudas y contribuya a dejar atrás la crisis institucional que rodea a la decisión del Supremo, muy criticada por la izquierda entre otras razones porque la sentencia sigue sin estar redactada. Bolaños mantendrá entre el jueves y el lunes un centenar de reuniones y conversaciones telefónicas con muchos fiscales y jueces, tanto conservadores como progresistas. Fuentes conocedoras de esos contactos explican que Bolaños decide recabar muchas opiniones, y no solamente progresistas, para acertar con la propuesta. “El objetivo es romper la dinámica de bloques, salir de esa imagen de fractura”, explican fuentes del Ejecutivo. Sánchez, desde Sudáfrica, también recibe multitud de mensajes y llamadas de colaboradores y personas a las que escucha habitualmente que ofrecen su opinión sobre el perfil ideal para la nueva fiscal general.
Peramato se erige rápidamente en la solución. Bolaños toma nota de cómo la “práctica totalidad” de la gente con la que va hablando y le pregunta cuál sería la mejor opción dentro de la carrera fiscal, el nombre de Peramato “aparecía siempre”, según fuentes gubernamentales. “Era un consenso generalizado. Había gente que daba un nombre, gente que daba dos, gente que daba más, pero Peramato era siempre una opción que ponían encima de la mesa”, trasladan en La Moncloa.
“Su elección es el resultado del diálogo con mucha gente”, explican en el Gobierno. Una de las decisiones que se debe tomar es si la persona que releve a García Ortiz “procede de dentro de la carrera [fiscal] o de fuera”. Sobre la mesa hay argumentos en un sentido o en otro, pero el Gobierno quiere trasladar un mensaje “de apoyo y de confianza” a la carrera fiscal. La elección de un outsider suponía horadar la imagen de la Fiscalía, que antes del fallo ya había sufrido un coste reputacional tras un año con su máximo responsable en el ojo del huracán. “Hubiera sido un mensaje injusto en el que no creemos, por mucho que el juicio haya se ha visto diferencias muy notables entre fiscales, pero el mensaje de poner a alguien de fuera de la carrera no queríamos darlo. Preferíamos a alguien de la carrera para que reforzar la confianza y la autoestima de la carrera judicial después del juicio tras el coste reputacional”, cuentan en La Moncloa.
La conclusión del ministro de Presidencia y Justicia a lo largo del fin de semana es que Peramato suscita “el respeto de todo el mundillo”, sean progresistas o conservadores. No le penaliza que se significase como presidenta de la Unión de Fiscales Progresistas (UPF). Bolaños le transmite toda la información a Sánchez, que da su visto bueno, aunque ordena que la decisión no se conozca hasta que él no vuelva a España.
Aunque nadie lo confirma en ese momento, todo indica que la nueva fiscal se nombrará en el Consejo de Ministros del martes. Así lo publica EL PAÍS el domingo. Se habla de una solución rápida para cerrar la herida y dar un golpe en la mesa con una fiscal netamente progresista. Pero para eso falta un paso fundamental: García Ortiz debe dimitir antes del martes. La sentencia no está redactada, así que él sigue siendo el fiscal general a todos los efectos. Al Gobierno le conviene que dimita, y Ortiz lo asume el domingo. La decisión ya está tomada esa noche y la carta redactada, aunque se dará a conocer la mañana del lunes. Esa tarde se pone en marcha el siguiente paso: comunicarle a Paramato que es la preferencia del Gobierno. En medio de un gran secretismo, la fiscal es citada en el complejo de La Moncloa. Bolaños le ofrece el puesto y Peramato acepta. Las últimas horas de la operación se llevan en medio de un gran secretismo.
Bolaños habla con Sánchez, que se encuentra en Luanda, la capital angoleña, a casi ocho horas de vuelo de Madrid. El presidente da su aprobación. Posteriormente, Bolaños comunica la decisión a Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y dirigente de Sumar, el socio minoritario de la coalición. La Moncloa se prepara para informar a primera hora de la mañana del martes de quién es su apuesta. Pero hay que esperar a que aterrice Sánchez en Madrid, para guardar las formas. El Gobierno señala en ese momento que el presidente despachará el asunto en cuanto llegue a La Moncloa. En realidad, no será así. Está ya todo listo y basta una llamada para activar todo el mecanismo.
Sánchez aterriza a las 6.00 en punto en la base aérea de Torrejón y unos minutos después se sube a un helicóptero que le espera a los pies del avión para llevarlo a La Moncloa. Cuando llega a su despacho, todo se pone en marcha. El Gobierno comunica la decisión a las 7.17, cuando los periodistas que acompañaron a Sánchez en el avión acaban de salir de la base aérea. Una vez comunicado, Sánchez despacha con Bolaños y se prepara para presidir el Consejo de Ministros a las 9.30. El pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es convocado para este miércoles y le da por unanimidad su aval —no es vinculante— por unanimidad a Peramato como próxima fiscal general del Estado en sustitución de García Ortiz. Tras el informe del CGPJ, la futura jefa del ministerio público comparecerá en el Congreso. Después de una batalla intensa, ahora llega una ligera calma: ni el PP ni las asociaciones conservadoras de jueces y fiscales emiten una sola crítica. La guerra entre el Gobierno y un sector muy relevante de los jueces sigue, pero la llegada de una nueva fiscal de trayectoria intachable parece haber abierto al menos una tregua. Nadie sabe cuánto durará.
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