Un informe oficial alerta de la “muy preocupante” caída de las solicitudes para ingresar en las Fuerzas Armadas
El Observatorio de la Vida Militar, dependiente de las Cortes, advierte de que el aumento del gasto en defensa prima el armamento y olvida al personal


El Observatorio de la Vida Militar (OVM), un órgano asesor dependiente de las Cortes cuyos miembros son elegidos por los plenos del Congreso y el Senado, alerta en su último informe sobre el creciente desinterés de los jóvenes españoles por ingresar en las Fuerzas Armadas, un fenómeno que califica de “muy preocupante” por sus consecuencias a medio plazo.
El estudio destaca la caída en un 8,5% de las solicitudes de acceso directo a la carrera de oficial, lo que ha provocado que los aspirantes por plaza pasaran de 4,6 en 2023 a solo 3,5 en 2024. “Cabe destacar que tres años antes, en 2021, esa ratio era de 6,25 por plaza”, apostilla. En el caso de los suboficiales, la proporción entre solicitudes y puestos de acceso directo ha pasado de 6,8 en 2023 a 4,7 en 2024, frente a 8,3 en 2021, lo que ha obligado a dejar plazas vacantes.
Respecto a la tropa y marinería, el número de solicitantes se mantuvo el año pasado, según el informe, pero la ratio bajó hasta 4,2, acentuando el “desplome” que se ha producido desde 2013, cuando se rozaron los 28 aspirantes por cada plaza, lo que dificulta el proceso de selección de los futuros soldados y obliga a bajar el listón para vestir el uniforme.
Aunque aún se mantiene la exigencia de una nota alta para ingresar en las academias militares, el Observatorio subraya que la falta de aspirantes para convertirse en futuros oficiales –la élite de las Fuerzas Armadas— “debe empezar a ser motivo de preocupación” y considera “urgente analizar las causas de ese cada vez más escaso interés”.
La reducción de solicitantes se produce en un momento en que los ejércitos tienen que incrementar el ritmo de reclutamiento para solventar un déficit que el propio informe cifra entre 13.000 y 23.000 militares. En 2024 ya se produjo un ligero incremento de 329 efectivos respecto al año anterior, hasta sumar 116.739 en servicio activo; aunque siguen siendo 13.300 menos de los que había en 2010. El informe destaca que España está a la cola de los países occidentales en la proporción entre militares y población, con 2,4 por cada mil habitantes, muy lejos de los 3,6 de media de los países de la UE o de los 6 por cada mil de la OTAN.
El documento, una minuciosa radiografía de la situación de las Fuerzas Armadas españolas a lo largo de casi 500 páginas, critica que “el actual debate geopolítico parece volcar el esfuerzo en modernizar y ampliar los sistemas de armas. Sin embargo”, lamenta, “no contempla con el mismo énfasis, ni en número ni en preparación, al personal militar que deberá emplearlos”. Es decir: a la hora de elevar el presupuesto de Defensa al 2,1% del PIB como ha prometido el Gobierno ―o el 5%, como impuso el presidente estadounidense Donald Trump en la última cumbre de la OTAN― se prima el armamento sobre el factor humano.
La caída de la ratio de aspirantes por plaza no solo se explica porque las convocatorias son más amplias, sino por otros factores. El principal, a juicio del observatorio, es la escasez de las retribuciones de los militares, que están “descompensadas y desfasadas, muy por debajo del resto de la Administración General del Estado y con diferencias sustanciales respecto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”.
Pese a que todos los grupos políticos se han pronunciado por unanimidad en el Congreso a favor de subir el sueldo de los militares, se mantiene desde hace años una situación que el informe califica de “insostenible y gravemente contraria a la igualdad”, sin que “se hayan adoptado medidas eficaces y reales para su solución”. A modo de ejemplo, cita las dietas, que se mantienen congeladas desde hace 19 años.
El informe subraya que durante la última década, como media, ha muerto un militar y otros nueve han resultado heridos cada mes en acto de servicio, sin que exista en la Administración General del Estado “ningún otro colectivo con mayor siniestralidad”, lo que ilustra la peligrosidad de su profesión. Otro factor que destaca es la alta movilidad de una carrera que con frecuencia obliga a cambiar de destino (19.980 militares lo hicieron el año pasado); lo que, unido a la carestía de la vivienda y la escasez de las ayudas económicas por traslado, hace que muchos renuncien a la promoción profesional que supone un ascenso para no tener que mudarse de localidad de residencia.
La falta de personal se hace más patente debido a que las Fuerzas Armadas están multiplicando su presencia en el exterior: 16.809 militares, más del 14% de los efectivos totales, han estado desplegados en misiones internacionales a lo largo de 2024, un 40% más que el año anterior. A ello se suman las medidas de conciliación familiar, a las que se acogieron el año pasado casi 40.000 militares, un millar más que en 2023. La tradicional brecha entre hombres y mujeres que se benefician de estas medidas se ha ido estrechando, hasta igualarse en algunas unidades como la UME, constata el informe.
Los mandos de los ejércitos se quejan, sin embargo, de que las medidas de conciliación “producen [una] reducción de la disponibilidad operativa” de las unidades, y “una carga de trabajo adicional asumida por el personal que no disfruta de las mismas”, lo que “genera cierta sensación de agravio”. Este problema, subraya el Observatorio, podría paliarse con un aumento de las plantillas que no se ha producido en los últimos años, sino más bien al contrario.
Las mujeres superan el 13%
La buena noticia del informe es el aumento de la presencia femenina en las Fuerzas Armadas españolas. Las mujeres suponen ya el 13,1% de los efectivos totales, por encima de la media de la OTAN, el 12,7%. En las unidades de especial operatividad representan el 11,2% de los efectivos y en misiones internacionales entre el 8 y el 9%. Al menos una decena de mujeres han ascendido ya al generalato.
Casi el 20% de los nuevos oficiales que obtuvieron su primer empleo en 2024 fueron mujeres y un 10% de los suboficiales. No obstante, la presencia femenina sigue siendo mayor en los escalones más bajos de la escala ―soldados y marineros (15,1%)― y en los llamados cuerpos comunes (sanidad, jurídico o intervención), que no requieren el empleo de armas, donde suponen el 37,7% del total y el 57% de las nuevas promociones.
El año pasado se registraron 51 denuncias penales por acoso sexual o por razón de sexo en las Fuerzas Armadas (cinco más que en 2024) y se abrieron 27 procedimientos disciplinarios (dos menos que el año anterior). Desde que entró en vigor el protocolo anti-acoso, en 2015, los juzgados militares han abierto 179 procesos penales, de los que el 31% han concluido en condena y el 69% en archivo o absolución, sin contar los que cambiaron su calificación y se acabaron instruyendo por otro delito. En cambio, solo el 14,6% de los expedientes disciplinarios por acoso, cuya tramitación corresponde a la cadena de mando militar, acaban en sanción, mientras que el 85,3% se archivan, un porcentaje sorprendentemente alto.
Uno de los problemas derivados de la escasez del reclutamiento es el envejecimiento de los cuadros de mando: el 33% de los oficiales y suboficiales son varones de más de 50 años; aunque las mujeres rejuvenecen ligeramente ambas escalas, ya que solo el 25,8% de las oficiales y el 6,3% de las suboficiales llegan a la cincuentena. Entre los soldados y marineros, el 11,5% tiene más de 45 años.
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