El retiro de los coches de lujo robados en Marbella que terminaban en Dubái
Un grupo que sustrajo vehículos valorados en 18 millones en la Costa del Sol e Italia los escondía en una nave apartada de la provincia malagueña


Robaban coches de altísima gama cuyos extras, como la pintura metalizada o la apertura y cierre automático de puertas, podían costar unos 12.000 euros, casi el precio de un utilitario. El precio “más básico” de los vehículos que buscaban se sitúa en unos 170.000 euros. Y para mantenerlos ocultos y que a sus dueños no les diera tiempo a localizarlos, recurrían a las leyes de la física. Usaban, por ejemplo, unas telas con las que envolvían los coches para bloquear o atenuar las ondas electromagnéticas, como una jaula de Faraday, o colocaban cerca numerosos inhibidores que hacían imposible que los dispositivos de geolocalización pudieran transmitir. A pesar las cautelas y la conciencia con la que protegían este negocio millonario ilegal, esta organización especializada en robar coches de lujo ha sido desarticulada esta semana en una operación de la Unidad Central Operativa de Policía Judicial (UCO) de la Guardia Civil en colaboración con los Carabinieri italianos.
El grupo seleccionaba destinos VIP para escoger sus coches, como Marbella (Málaga) y otros lugares, del norte italiano, como Forte dei Marmi, Viareggio o Cortina. Los investigadores han detenido a nueve personas en Italia y han acreditado el robo de 90 vehículos valorados en 18 millones.

El grupo criminal replicaba su forma de actuar tanto en Italia como en España, de ahí que ambos cuerpos policiales hayan colaborado en esta operación. En la Costa del Sol podían pasar 15 días seleccionando los vehículos que les interesaba robar y haciéndose con ellos. Después los llevaban a una nave de la comarca malagueña de la Axarquía, situada en la zona oriental de la provincia, a unos 96 kilómetros de Marbella, donde los hacían desaparecer a pesar de sus costosos sistemas de seguridad.
El escondite de esta organización estaba en una “población muy pequeña” y cerca solo tenía una casa en la que residía un matrimonio mayor, cuentan fuentes conocedoras de la investigación. Había cámaras de seguridad en el exterior y el interior. Los agentes se llevaron una sorpresa cuando descubrieron tanto las jaulas de Faraday, como la gran cantidad de inhibidores que tenían instalados.
El valor medio de estos coches superaba los 240.000 euros, aunque sustrajeron modelos que rondan los 300.000 euros, según estimaciones policiales. La banda los buscaba en zonas de ocio como campos de golf, de pádel, o centros comerciales para robarlos. Una vez que los tenían señalados, les ponían dispositivos de seguimiento, similares a los AirTag de Apple, y esperaban a la madrugada para actuar. El lugar más propicio solía ser un aparcamiento residencial o público o la calle. “Arrancaban el vehículo sin necesidad de llave o fuerza física”, según ha informado esta semana la Guardia Civil. Lo lograban estudiando al detalle las vulnerabilidades de estos carísimos vehículos. Sabían que desplegando algunas piezas o maniobrando con ellas se los podían llevar sin causarles daño, ya que esto haría que bajara su precio de venta.
El robo y la salida de estos vehículos de España se hacía por fases. Cuando se habían hecho con seis o siete coches y los habían guardado en la nave, regresaban a sus países de origen. Algunos vivían en Rusia, Italia o Rumania. Allí esperaban un tiempo y volvían a viajar a España fuera de temporada alta. En esta vuelta se encargaban de falsificar los números de bastidor con dispositivos electrónicos y placas de matrícula y de sacar los vehículos del país, con conductores que los llevaban por carretera, casi del tirón, hasta el Puerto de Amberes. En ese lugar los embarcaban en contenedores con destino a Emiratos Árabes.
“Todos los pagos (tanto por la venta de los vehículos como para compensar a los miembros de la organización) se realizaron en la criptomoneda”, ha explicado el cuerpo policial italiano, que atribuye un negocio de “decenas de millones de euros”. “Cada uno tenía un rol específico, que iba desde la comisión misma de los hurtos y el reciclaje de los vehículos o sus componentes, hasta el cambio de números de chasis y placas de circulación, o el apoyo logístico”.
La investigación ha durado aproximadamente un año y ha necesitado que se cree un grupo conjunto entre Italia y España, además de la coordinación internacional de las actuaciones judiciales y policiales a través de Eurojust y Europol. En España se encarga del caso el Juzgado de Instrucción Número 5 de Marbella.
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