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Dos maridos que ni conoce y una deuda telefónica: la pesadilla de Nerea después de que le robaran su DNI

Una joven de 30 años de Palma denuncia el desamparo administrativo después de que le sustrajeran su carné de identidad hace un año y lo utilizaran para realizar trámites en Barcelona

Lucía Bohórquez

La pesadilla de Nerea Martín, una madre palmesana de 30 años, comenzó el pasado enero cuando su madre le llamó por teléfono para preguntarle si ya estaba casada oficialmente. “Pues claro, por el juzgado”, le contestó. Le dijo que a dos chicas de su entorno, a las que les habían robado el carné de identidad, las habían suplantado para contraer matrimonio, algo que pensaba que no le podría pasar estando ya casada. A pesar de eso, a Nerea le entraron los nervios porque comenzó a sospechar que lo que creía que había sido una pérdida del DNI en agosto había sido en realidad un robo. Y lo confirmó cuando fue al Ayuntamiento de Palma a comprobar el padrón y corroboró que ya no estaba registrada en su domicilio de toda la vida, con todos los inconvenientes que interrumpir el histórico padronal tiene en las islas a la hora de pedir determinadas prestaciones.

“Todo esto está siendo una pesadilla”, lamenta Martín, cuya historia destapó el periódico local Última Hora. En agosto se dio cuenta de que su DNI había desaparecido, pocos días antes de viajar a Tarragona con su marido y sus hijos para celebrar el cumpleaños de uno de ellos en Port Aventura. “Yo no le di importancia, pensé que lo había perdido y me fui a la Policía Nacional para hacerme otro y poder viajar”, explica. Pasaron los meses y no fue hasta la llamada de su madre en enero cuando descubrió lo que había ocurrido: una mujer de su entorno cercano le confesó que era la autora del robo y que había vendido el documento de identidad a un tercero. Y Nerea comenzó a agobiarse.

“Llamé a todas las compañías telefónicas y descubrí que en una de ellas se había contratado fibra óptica, la televisión y alguien se había comprado un iPhone a mi nombre”, detalla. Tirando del hilo logró averiguar que la habían empadronado en Sant Boi de Llobregat el 16 de agosto de 2024, justo en la época en la que le había desaparecido el carné. Nerea fue a la Policía Nacional con todos los datos recopilados, el informe de la compañía telefónica y el del padrón e interpuso una denuncia en enero pensando que su pesadilla estaba cerca de acabar. Pero se equivocó. Poco antes del verano intentó sacar unos billetes para viajar a Barcelona por trabajo, pero la compañía aérea no le confirmó automáticamente su certificado de empadronamiento para obtener el descuento en el viaje a la Península. De nuevo un mal presagio. “Descubrí que me habían vuelto a empadronar en un domicilio de Sant Boi de Llobregat, en una dirección distinta a la de la vez anterior, desde el 18 de marzo”, explica.

Y el enredo fue aún mayor cuando la policía le llamó unos días después para preguntarle si estaba casada legalmente, porque habían descubierto que había una solicitud a su nombre para registrar una pareja de hecho. Finalmente, los investigadores le informaron de que se habían constituido dos parejas de hecho a su nombre en dos notarías diferentes de Cataluña con dos ciudadanos marroquíes. Uno de los supuestos matrimonios se celebró coincidiendo con uno de los días en los que ella había estado en Tarragona con su marido y sus hijos y el otro apenas cinco días después, algo que no cree que sea una casualidad. Lamenta que a día de hoy sigue casada con estos dos señores y nadie le ha anulado estas uniones de hecho, ya que tiene que esperar a que lo haga un juez, y que la investigación policial parece no avanzar. “No entiendo cómo es posible que estando casada por el juzgado desde 2017 se hayan podido formalizar dos parejas de hecho a mi nombre”, señala.

El laberinto de Nerea siguió enredándose porque, a pocos días de dar a luz a su tercer hijo, todavía seguía empadronada en Barcelona. El Ayuntamiento de Palma le ponía problemas para volver a domiciliarle en la capital balear por las altas y bajas tan continuadas que figuraban en su expediente y que los funcionarios municipales interpretaban como un indicio de posibles irregularidades. Logró volver a darse de alta en su casa de Palma apenas cinco días antes del nacimiento de su tercer hijo, pero ha perdido el histórico de su hoja padronal, que en Baleares es necesario para pedir determinadas ayudas sociales, como las de vivienda, que exigen un empadronamiento continuado de un mínimo de cinco años.

Con la denuncia presentada ante la Policía Nacional ha logrado anular la deuda con la compañía telefónica y está cubierta si los delincuentes intentan pedir algún tipo de ayuda o crédito a su nombre. Sin embargo, Nerea no ha podido separarse de las dos personas con las que aparece registrada como pareja de hecho ni ha podido recuperar su histórico padronal. Además, ha tenido problemas para pedir el certificado de familia numerosa y tiene miedo a que todo esto le pueda perjudicar a la hora de solicitar prestaciones en el futuro. “Llevo 30 años viviendo en Palma y por culpa de todo esto puedo tener problemas el día de mañana”, lamenta Nerea, que ha solicitado una orden de alejamiento contra la mujer que le robó el carné de identidad, a la que tiene que ver cada día en el colegio de sus hijos. De momento, su DNI, que no expira hasta el año 2028, sigue en paradero desconocido.

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Sobre la firma

Lucía Bohórquez
Colaboradora de EL PAÍS en las Islas Baleares. Periodista de la Cadena SER en Mallorca desde el año 2008, donde se ha especializado en temas de tribunales. Estudió Periodismo en la Universidad del País Vasco.
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