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Las 13 horas de terror en una pedanía de Granada: un presunto asesino detenido y la liberación de su rehén

Tras acribillar a tiros a su vecino en un municipio de 51 habitantes, el agresor fue capturado después de una larga negociación

Los alrededores donde se atrincheró el detenido por homicidio en Prado Negro (Granada).
Javier Arroyo

A las tres de la tarde del miércoles, Juan y Lourdes volvían a su casa a las afueras de la pedanía de Prado Negro (Huétor Santillán, Granada), en su vehículo. Poco antes de entrar en su parcela los estaba esperando Pepe, su vecino, montado en su coche. Al aproximarse la pareja, Pepe les embistió con el vehículo y los atrapó, dejándolos sin reacción posible. Se bajó con su pistola, para la que tenía permiso, y disparó varios tiros contra Juan, jubilado de 67 años, que resultaron mortales. El asesino agarró entonces a Lourdes y la llevó a su casa, la del asesino, donde se atrincheró. A partir de ahí, el horror se prolongó hasta casi las cuatro de la madrugada, cuando un negociador de la Guardia Civil consiguió que el asesino liberara a su rehén 15 minutos antes de esa hora. Un rato después, a las 4:30, la Guardia Civil consiguió detener al asesino y raptor, que se enfrenta a los delitos de asesinato con arma de fuego y detención ilegal.

En Prado Negro, según el Instituto Nacional de Estadística, apenas viven 51 personas. Es una pedanía de la localidad de Huétor Santillán, a algo más de 15 kilómetros de allí, en una zona rural limítrofe con la granadina Sierra de Huétor. Las víctimas y el asesino eran vecinos a las afueras del pueblo y la hipótesis de la Guardia Civil es que debía haber desavenencias de vecindario que, por lo ocurrido, tenían fuera de sí a Pepe, de 61 años. Pepe, según fuentes oficiales, tenía permiso de armas y era propietario de al menos una pistola y de una escopeta.

Tras los disparos, alguien alertó a la Guardia Civil que llegó al lugar cuando el presunto asesino tenía retenida a la esposa de Juan, el fallecido. Tras llevársela del coche a la fuerza, el asesino y su rehén caminaron hasta la casa de Pepe, donde los encontró la Guardia Civil, que acordonó la zona ampliamente para evitar curiosos y estorbos, pues preveían que la negociación iba a ser larga.

Hasta 250 guardias civiles, además de bomberos, sanitarios y otros profesionales, fueron convocados a la zona. Según ha informado Pedro Fernández, delegado del Gobierno en Granada, también acudió la Unidad Especial de Intervención, la unidad especializada en los incidentes que implican toma de rehenes o secuestro y, también, en la detención de miembros de organizaciones terroristas, por ejemplo. Un secuestrador llevó la negociación con el asesino que, amenazaba, según información oficial, con disparar contra ella y contra sí mismo si había movimientos sospechosos en las inmediaciones de su vivienda.

Pasaban las horas y nada hacía pensar que la liberación de la mujer y la entrega del hombre fuera a ocurrir pronto. Con la llegada de la noche, los familiares de Lourdes y Juan comenzaban a ponerse nerviosos. Los agentes les permitieron traspasar el perímetro de seguridad, muy amplio, para alejarlos de periodistas y otros curiosos y, también, permitirles cierta intimidad. Mientras, la charla del negociador con Pepe continuaba en la vivienda, a los pies de la montaña. Lejos estaban ya los cerca de 30 grados de temperatura que hacía a la hora del asesinato. En mitad de la noche, a las 4:30 de la madrugada, la Guardia Civil consiguió el primero de sus propósitos, que Pepe liberara a su retenida, que fue trasladada a un centro hospitalario sin aparente daño físico.

La siguiente fase, ya con el hombre solo y sin ningún poder de negociación, se desencadenó rápido. Unos 45 minutos después, los agentes —en una operación que no han querido detallar, aunque sí confirman que no fue una entrega voluntaria— ponían los grilletes al hombre, que enfrenta cargos por delitos de asesinato con arma de fuego y detención ilegal.

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Sobre la firma

Javier Arroyo
Periodista. Estudié Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla e hice el Máster de Periodismo de EL PAÍS/UAM. Publiqué mi primer artículo en EL PAÍS el 14 de julio de 1999. Estuve unos años y me fui a hacer otras cosas. Volví como colaborador desde Granada en 2016 y aquí sigo.
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