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LA IMAGEN
Columna
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Una pausa compartida

Observo esta foto en el periódico como el que regresa a una esquina de la memoria: un guardia de la época (años setenta) se lleva los dedos a la boca en lo que parece una expresión de duda. No es probable que se trate de una duda laboral. Parece más bien una vacilación doméstica, de carácter íntimo, como si se preguntara cómo llamar la atención de esos jóvenes que ni lo miran. Porque ellos —los del atuendo más o menos hippy— están a otra cosa. Encadenados al banco en el que se apoyan, posan sin proponérselo. Uno, al reparar en la cámara, exhibe el gesto de la paz con los dedos en uve. Ignoran al agente como ignoran al furgón aparcado a sus espaldas. Los tiempos estaban cambiando (Bob Dylan dixit).

Me pregunto qué habrá sido del policía que dudaba (si es cierto que dudaba). ¿Lo ascendieron, lo expulsaron, se recicló, se jubiló anticipadamente? ¿Aprendió a convivir con aquella duda semejante a la de quien acaba de advertir que el mundo se mueve sin pedirnos permiso? Quizá ahora riega los geranios de la terraza o espera a los nietos preparando un arroz con pollo.

En cuanto a los jóvenes, ¿siguen siendo jóvenes en algún lugar? ¿Se reconocen hoy en esa imagen? Es posible que uno de ellos venda seguros, que otro haya dejado crecer una barriga idónea para las sobremesas de Navidad, y que el de los dedos en uve guarde la instantánea en una caja de zapatos sin saber que alguien, aquí, todavía intenta descifrar su desafío. La fotografía no responde. Solo dice que todos fueron reales un instante y que ahora viven en esa pausa compartida, en esa duda suspendida en el aire.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.
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