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Bangkok se reinventa modernizando sus tradicionales ‘shophouses’

Las nuevas generaciones adaptan para otros usos los edificios tan característicos de su arquitectura colonial china y portuguesa.

Fruit Building, en Song Wat, clásica 'shophouse' que hoy alberga La Malifeta Vermutería.
Use Lahoz

Buena parte del paisaje urbano y cultural de la ciudad de Bangkok viene definido por la arquitectura de las shophouses. Son esos edificios de dos o tres plantas con una tienda a pie de calle que, normalmente, tan solo tiene seis metros de ancho y, a menudo, un patio interior. Su rica historia refleja el crecimiento comercial de Bangkok, sus influencias multiculturales y su adaptación a la vida moderna desde que los primeros emigrantes chinos empezaron a construirlas en el siglo XIX. Influenciadas por la arquitectura colonial china y portuguesa y diseñadas para servir de espacio comercial (primera planta) y residencia familiar (segunda), resultaban muy funcionales para las comunidades inmigrantes que se establecían en la ciudad y por todo el sudeste asiático. Fue la arquitectura dominante en vías como Yaowarat Road, Phahurat y Charoen Krung Road (la primera pavimentada de Bangkok). En ellas hubo tiendas de oro, sastrerías, herbolarios o vendedores de medicina tradicional. En los cincuenta y sesenta, con la modernización de la posguerra, surgieron estilos funcionalistas y menos ornamentados. El hormigón reemplazó materiales tradicionales como madera y ladrillo. En los ochenta muchas de ellas fueron demolidas para levantar bloques y centros comerciales.

Hoy, nuevas generaciones sensibles a la conservación del patrimonio han visto en estos almacenes una forma de resistencia contra la cantidad de centros comerciales casi idénticos y la obsesión por los rascacielos. La renovación de algunas de ellas en barrios como Talad Noi, Bangrak, Banglamphu o Son Wang contribuye a proteger la diferencia y la memoria y a adaptar el peso de la historia a nuestro tiempo.

Miriam Morató, diseñadora gráfica de Barcelona afincada en Bangkok desde hace 16 años, tenía el sueño de abrir un estudio de diseño gráfico y centro cultural en una shophouse, y lo consiguió hace cinco años: “Abrí MESA 312 Cultural Lab en la calle 943 de Song Wat, shophouse conocida como el Edificio de la Fruta, muy carismático porque en la fachada hay frutas tailandesas talladas con todo detalle”. También sus ventanas verdes con cristales de colores aportan su toque distintivo: “Una shophouse es sinónimo de cercanía, familiaridad, autenticidad, cotidianidad”. El estudio y la galería de arte se mantienen en la planta de arriba y en la planta baja Miriam ha abierto recientemente La Malifeta Vermuteria. “Cuando los tailandeses pasan un rato y te llaman sonrientes para decirte que se sienten como en casa, sabes que el efecto shophouse ha funcionado”, dice.

Paseando por el barrio de Talad Noi abundan shophouses con aire hipster como la tienda de cerámica de la fundación Elephant Parade, la Tea House Baan Han o la cafetería Hong Sieng Kong, en los que brilla el irresistible encanto de la thainess (suma de sensibilidades que describe la esencia cultural tailandesa). En Soi Nana, callejón de Chinatown, por la noche, me invitan al Tep Cultural Bar, una shophouse reconvertida en bar de conciertos. Mientras suena una música que me devuelve al Tubular Bells de Mike Oldfield, entiendo que quizás este sea el lugar en el que mejor se complementan el renacer cultural y el arquitectónico de las shophouses. Todo fluye con tanta naturalidad como en el reciente Bangkok Shophouses, libro de Louis Sketcher que explora la historia y la cultura de estas viviendas con bocetos a lápiz, tinta y acuarela capturando el carácter único de unos icónicos edificios que, con su arraigo y su carácter, conservan la tradición y empequeñecen las alturas.

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Sobre la firma

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Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela
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