Juego geométrico
El estudio de arquitectura Twobo ha reinterpretado el inusual lenguaje geométrico de esta casa, diseñada por Lluís Gelpí Vintró en 1971, empleando figuras presentes en el proyecto original pero posadas de una forma diferente, como en una partida de tangram


Quizá porque la vivienda era muy grande y necesitaba una renovación, o porque la parcela era extensa y se intuía que demandaba mucho trabajo, o porque el diseño de su planta irregular era un absoluto delirio geométrico, o tal vez por una combinación de todo ello. La cuestión es que, durante años, nadie se atrevía a comprar esta casa. Diogo D’Olivo (Curitiba, Brasil, 42 años) e Isabela Martins (Londrina, Brasil, 38 años) le tenían echado el ojo desde hacía tiempo. Vivían en un piso en la zona de Sant Antoni de Barcelona, pero con la llegada de su hija empezaron a pensar en marcharse de la ciudad. Para probar, se fueron a vivir a L’Ametlla del Vallès, donde se encontraba esta casa.
Ya habían visto que estaba a la venta, pero en ese momento no se atrevieron ni a visitarla. Tres años después de comprobar que la vida fuera de la ciudad les funcionaba, la casa seguía a la venta. Fueron a verla. Les llamaba la atención su insólito diseño geométrico y sus referencias a las viviendas de veraneo de la arquitectura catalana del siglo XX. Descubrieron que, de hecho, había sido la casa de vacaciones de una familia numerosa. “Cuando vinimos a verla, nos dio una sensación muy buena. Había muchas fotos de la familia y un montón de libros por todas partes… Se notaba que habían sido muy felices aquí”, recuerda Isabela. “Era muy grande y tenía un diseño geométrico. Había que ser muy valiente para comprar una casa así. Pensamos que probablemente había pertenecido a unos artistas, que, además, debían entender de diseño pues había muchas piezas de Miguel Milá”. Terminaron haciendo una oferta y, para su sorpresa, se la aceptaron.
Aunque el padre de aquella familia numerosa era médico, Diogo e Isabela no iban mal encaminados en su primera impresión. La autoría de su diseño la encontraron los arquitectos en los que confiaron su renovación, el estudio Twobo. En el registro de Arquitectura Catalana, promovido por el Colegio de Arquitectos de Cataluña, se la identifica como casa Balaguer Julià, una obra de 1971 de Lluís Gelpí Vintró. Su planta extremadamente irregular y geométrica, a base sobre todo de hexágonos y octógonos, podía ser fruto de diversas influencias de la época, como la casa Romeu de Federico Correa y Alfons Milà o la casa Penina de Lluís Clotet y Óscar Tusquets, según referencias identificadas por el estudio Twobo.

Pero siendo de principios de los años setenta, cabe preguntarse cómo Lluís Gelpí Vintró consiguió vender a su cliente un diseño así de irregular y tan fuera de la norma para la época. “Nos llamó mucho la atención cómo la casa se desparrama, porque es una consecución de hexágonos y octógonos que se van como abriendo en el terreno de un modo muy orgánico. Eso sí, tenía una estructura de casa antigua, nada conectada. Su formato era muy laberíntico, con muchas puertas y habitaciones. Pero le veíamos fácilmente la apertura”, cuenta María Pancorbo, del estudio Twobo.
El médico había confiado en el saber hacer de su primo, el arquitecto. Cincuenta años más tarde, Diogo e Isabela harían lo mismo con el estudio Twobo. Habían visto un proyecto de una vivienda mediterránea que el estudio había hecho en Mallorca, la casa Marés, e intuyeron que quizá podían ser las personas con la sensibilidad adecuada para abordar su arquitectura. “Confiamos en ellos para todo. Si tuviéramos que decir qué hemos agregado nosotros al proyecto, realmente sería habernos arriesgado”, apunta Diogo.
“Sabíamos que la casa tenía potencial, pero nosotros no somos arquitectos y no queríamos decidir nada que después no encajara en el proyecto, ni siquiera un modelo de grifo. Nos gusta el estilo de vida mediterráneo y esta casa lo era. No queríamos cambiar lo que ya de base era muy bueno, su esencia”, señala Isabela en alusión al estilo tanto de las obras de los arquitectos mencionados como de José Antonio Coderch o Josep Lluís Sert, que mezclaban la arquitectura moderna y la vernácula mediterránea. “Tampoco queríamos influir en la creación de ellos. Queríamos dejarles libres y, la verdad, es que fue lo mejor que pudimos hacer. Por eso, no les incluimos referencias arquitectónicas en el moodboard de inspiración que les pasamos”.

El moodboard del que habla Isabela son las directrices más creativas que este estudio de arquitectura ha recibido por parte de unos clientes hasta la fecha. Nada de fotos de arquitectura o interiorismo y sí muchas imágenes de su estilo de vida, que incluían desde escenas familiares a obras de arte, plantas, piezas artesanas elaboradas con materiales naturales, bodegones domésticos con comida, mesas arregladas, diseños de Coderch o de Milá. Era, además, un moodboard con música, pues iba acompañado de una playlist con un sonido entre rocanrolero, blues, soul, funk, hip hop y jazz, en ocasiones con influencias tropicales, que incluía temas de The Rolling Stones, Jimi Hendrix, Nina Simone, David Bowie, Trini López, Lowell Fulson, Beastie Boys o Ca7riel & Paco Amoroso.
Con todo eso, en el estudio liderado por Pablo y Alberto Twose más María Pancorbo se propusieron tocar el proyecto original solo en lo imprescindible. No contaban con mucha documentación sobre este tipo de trabajos de Lluís Gelpí Vintró, pues su trayectoria había estado más ligada al urbanismo. “Al no tener información, lo que hicimos fue buscar los referentes de aquella época. Él no era el único que hacía estas cosas”, apunta Pablo sobre el juego de geometrías. “Al principio, pensamos que su planta era una suma de figuras, pero después nos dimos cuenta de que, en realidad, seguía una retícula con un patrón de 45 grados en el que las figuras se iban desplazando. Para nosotros, el principal problema que tenía la vivienda no era tanto su geometría, sino más bien su circulación, al estar tan compartimentada. Así que planteamos un proyecto que solucionara esto, pero tratando de dar continuidad al diseño original”.




De este modo, gran parte de las divisiones que tenía la planta baja desaparecieron. Según Isabela, llegaron a quitar hasta 30 puertas. Cocina, comedor, salón y entrada se fusionaron, así como algunas habitaciones para conseguir dos dormitorios muy amplios con baño propio. “De las figuras utilizadas por Lluís Gelpí Vintró, la que a nosotros más nos sirvió para crear la nueva disposición fue una especie de rombo alargado que identificamos en la escalera, la chimenea, el almacén y las jardineras. Pensamos que, como ya era una figura presente en la casa, no se vería extraña. Colocándola donde nos interesara, como en el juego de tangram, nos permitía dar forma a muros de carga, pero, al mismo tiempo, llevarlos a su mínima expresión para abrir pasos. También nos sirvió para crear módulos con los que generar circulaciones, obtener almacenaje y conseguir ciertos muebles y espacios independientes”, explica Pablo.
Con todas estas estrategias se rediseñó al completo la planta baja, releyendo el espacio con el mismo lenguaje que ya tenía la vivienda. Por eso parece que siempre hubiera sido así. Como suele ser habitual en los proyectos del estudio Twobo, los revestimientos tienen mucha importancia, conservando piezas originales e incluyendo superficies inesperadas de azulejos con colores muy potentes. “Donde antes había muros completos, hemos tenido que reponer el suelo ya que se ha mantenido el pavimento cerámico original. Lo hemos conseguido con el que había en otros sitios de la casa donde era prescindible, por ejemplo, dentro de los armarios. Casi no se nota que son piezas repuestas”, explica Alberto Twose.

“Esta casa la podían haber comprado otros y haberla dejado como estaba o bien haber hecho algo totalmente diferente. Para nosotros, es como si este proyecto hubiera estado escondido y Twobo lo ha sacado a la luz, proporcionando a la vivienda el interior que hoy merecía”, resume Isabela.
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