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Cómo eliminar lo malo y potenciar lo bueno de una vieja casa de pueblo en la huerta valenciana

El estudio de arquitectura Piano Piano ha transformado una atípica vivienda valenciana de la Horta Nord en un espacio luminoso, dinámico y vibrante para la artista Inés Fuertes, distribuido mediante dos volúmenes geométricos que juegan con la perspectiva, como hace ella en sus cuadros.

La artista Inés Fuertes, en su casa de Valencia, renovada por el estudio Piano Piano.
Tachy Mora

La casa de la artista Inés Fuertes (Valencia, 44 años) tenía cosas atípicas antes de que la reformara, pero también otras muy propias de la zona. Su amplio jardín de acceso es una rareza en la arquitectura del lugar, mientras que su lúgubre distribución interna a dos manos con el patio al fondo era muy común. Fuertes compró con su pareja esta vivienda de 1890 durante la pandemia, muy deteriorada pero con un gran potencial. Fue leyendo un artículo en esta revista sobre viviendas contemporáneas en poblaciones pequeñas, Las modernas del pueblo, donde descubrió a Piano Piano, las arquitectas valencianas en las que terminaría confiando la reforma. Tanto le gustó su trabajo que les dio carta blanca.

Maria Donnini y Maria Grifo le propusieron cuatro intervenciones esenciales. Por un lado, solucionar el grave problema de humedades con una solera ventilada tipo Caviti: un sistema que genera una cámara y unos respiraderos para que la humedad salga por la fachada. Por otro, sustituir la antigua organización de habitaciones ciegas a ambos lados del pasillo central por un espacio abierto, estructurado mediante dos coloristas volúmenes geométricos. También recuperaron el porche del patio trasero como espacio exterior, pues había sido cerrado y convertido en una cocina. Asimismo, sustituyeron la puerta de acceso y la del patio por otras con un diseño que dejara pasar la luz hacia el interior.

La casa de Fuertes es una vivienda a caballo entre la modernidad arquitectónica y decorativa y el respeto por la historia, materializado en el 'rescate' de los tonos azules de la casa.

Con todo ello, la vivienda ganó enormemente en iluminación y ventilación natural. Los volúmenes pusieron el toque de sal al proyecto, generando un espacio con un diseño muy singular, colorista y conectado que, al no llegar hasta arriba, subrayan la potente altura de casi cuatro metros que tiene la planta baja. El volumen azul alberga el baño mientras que otro de color terracota es, por un lado, el armario del dormitorio principal y, por otro, parte de la cocina. Ambos permiten ser circulados por todo su perímetro vinculando todas las estancias de distintas formas, algo muy característico en los proyectos de Piano Piano. “Mientras que en la casa antigua todo era muy oscuro y había muchas paredes, ahora es al revés. Te pongas donde te pongas, da la sensación de que todo respira y fluye”, apunta Maria Grifo.

Estos elementos recuerdan a ciertas piezas volumétricas que Inés Fuertes incluye en sus cuadros. Aunque el principal material con el que trabaja es el papel, a menudo incorpora elementos que sobresalen del cuadro y generan impresiones cambiantes. “Mi obra es pintura-objeto porque trabajo con volúmenes también. En mis cuadros no ves lo mismo de frente que desde un lado, porque incluyen objetos que aparecen y desaparecen. Me gusta que mis obras se perciban de distinta forma desde diferentes puntos de vista, jugar con las perspectivas”, explica Fuertes. Los volúmenes creados por Piano Piano funcionan de un modo parecido, pues su percepción y la del espacio cambia dependiendo del lugar desde el que se esté mirando.

Los muebles de la cocina también son del color azul dominante en la vivienda, una herencia de la casa original presente hasta en vestigios decorativos encontrados en las zonas altas, como en la parte superior de la cocina.

El color azul que domina en todo el proyecto es una herencia de la casa original que todos estuvieron de acuerdo en mantener. Estaba presente tanto en la fachada como en el interior de la vivienda probablemente desde que se construyó, a juzgar por los vestigios decorativos a modo de mosaico que Fuertes y su pareja encontraron en ciertas zonas altas de la vivienda y que se han dejado a la vista en la cocina y en su dormitorio. Por otro lado, la puerta principal era de madera, pero por dentro estaba pintada de azul. “Era de las que se abren por la mitad, como de establo, por lo que con el diseño de la nueva quisimos reproducir ese mismo gesto, así como la manera tan característica que proporcionaba de relacionarse con el patio de acceso”, explica Maria Donnini. “Le incorporamos cristaleras en la parte superior para que entrara luz, y le añadimos unas contraventanas para una mayor intimidad”.

Para compensar cromáticamente el protagonismo del azul, se optó por un terracota, empleado en diferentes puntos de la casa, incluidas incrustaciones cerámicas en el pavimento continuo. “Una estrategia en el proyecto que siempre utilizamos cromáticamente es que si, como en este caso, hay un dominio de un color frío, buscamos la manera de introducir un color cálido complementario que lo equilibre”, apunta Maria Grifo.

En el dormitorio también se dejaron a la vista en la zona superior parte de los vestigios de la antigua decoración a modo de mosaico.

Inés Fuertes tiene su taller en la planta de arriba. Entre el jardín frontal, el patio trasero y su estudio, esta casa es todo un refugio para ella. Desde hace un año se dedica a tiempo completo a su obra artística, ya que antes lo compaginaba con diseñar texturas y gráficas para cerámica, papeles pintados o textiles. Estudió Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia y luego hizo un máster de Ingeniería del Diseño en el CEU. Fue ya durante su formación cuando se empezó a interesar por la pintura abstracta y por el papel como medio. “Con un pincel trabajas a través de una herramienta. Yo trabajo directamente con las manos. En cierto modo, lo que hago es deconstruir el papel: romperlo, rasgarlo y generar una textura en la que se le salen las hebras y el algodón. Y luego lo vuelvo a construir, cuando lo voy montando en el cuadro”, explica.

En sus obras juega mucho con las capas y las subcapas, evitando que haya solo un primer plano. En ocasiones, el papel se abre, como si tuviera una cicatriz o una herida, y de él emerge algo, ya sea una pieza volumétrica que viene a introducir distintas perspectivas o unos flecos que le aportan movimiento. “Son cuadros para verlos muy cerca. Me gusta que el espectador se acerque mucho y descubra que por un lateral ve cosas que no ve de frente. También busco que generen el deseo de querer tocarlos”.

El suelo incluye diversas incrustaciones cerámicas que ayudan a dar ritmo al pavimento continuo.

Aunque haga un boceto previo, el proceso es tan artesano que a veces la lleva por otro camino. Una vez prepara el lienzo, va cortando el papel a mano ayudándose de una regla, en esta fase nunca usa cúter. “Me gusta mucho lo que surge como accidente en este proceso, aparte de lo consciente”, apunta la artista. Cada estrato de papel es solo una tira, no un papel completo. Así que la precisión para ir cortándola justo como la necesita es máxima. Una vez montadas en el lienzo, les da volumen con una pinza: el papel obedece y se pliega como en la papiroflexia. Si pinta elementos en alguna zona, las capas se quedan pegadas, por lo que ha de separarlas cuidadosamente con un bisturí. Un trabajo minucioso y metódico que no es para todo el mundo. “Requiere tanta paciencia que hay gente a la que le podría poner nervioso, pero a mí me abstrae y me relaja”, como una especie de terapia.

La puerta de acceso original se abría por la mitad, como las de los establos. La nueva, diseñada por Piano Piano, es igual, pero su zona superior es acristalada para que entre la luz.

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Sobre la firma

Tachy Mora
Escribe desde 2006 en EL PAÍS Semanal sobre diseño, interiorismo y arquitectura. Periodista y comisaria de exposiciones, interesada especialmente en las nuevas tendencias, estilos de vida e hibridación entre disciplinas. Autora de libros y exposiciones como ‘Artesanía Española de Vanguardia’ y ‘Escenarios de un Futuro Cercano’.
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