DeLuna Hotels convierte sus tres establecimientos en Granada en espacios amigables con el autismo
Algunas empresas hoteleras están comenzando a cambiar para tener en cuenta a las personas con trastorno del espectro autista. La cadena granadina, con más de 400 habitaciones, ha adaptado sus servicios y formado a su personal para atender sus necesidades


Las personas con trastorno del espectro autista (TEA), por lo general, se alteran cuando el escenario de su vida cotidiana cambia. Esa ansiedad puede provocar comportamientos que, para quienes no están advertidos, resultan extraños o molestos, y supone que quienes les acompañan se sientan con frecuencia observados y juzgados en lugares públicos. Hacer turismo es, sin duda, una salida radical de ese escenario habitual, por lo que las familias con niños o niñas autistas, o los adultos que lo son, planifican cuidadosamente sus viajes. Para minimizar la posibilidad de incomodidades, es frecuente que recurran a apartamentos turísticos, donde las interacciones con extraños se minimizan. Sin embargo, algunas empresas hoteleras están comenzando a cambiar para tenerles en cuenta. La cadena DeLuna Hotels, empresa granadina con tres establecimientos que suman más de 400 habitaciones, ha recibido la certificación Autism Friendly (espacio amigable con el autismo, en español). Alojarse con ellos significa no ser juzgados y saber que cuentan con los procedimientos necesarios para ayudar a que la estancia de la persona autista sea más cómoda.
Rocío Solís, responsable de calidad de la cadena, explica que han realizado adaptaciones en sus alojamientos, pero señala que lo fundamental es “la formación de la plantilla”. Todo el personal de atención al público, incluidas las empresas externas, ha recibido una formación básica para comprender qué es el autismo y cómo hacer que las personas con TEA se sientan cómodas. Las situaciones serán muy variables y pueden afectar a recepción, mantenimiento, restauración o limpieza. “Te puedes encontrar con una familia que trae sus propias sábanas”, pone como ejemplo Solís, “porque están acostumbrados a su textura. Las usarán y nadie las juzgará. O habrá que limpiar a una hora concreta porque tengan una rutina concreta de desayuno, paseo y vuelta a la habitación. En ese momento del paseo, se le prepara la habitación”.
“Se trata de entender sus necesidades, no juzgar y acompañar en lo que podamos”, resume Solís. Y para conocerlas de antemano, la cadena hotelera tiene un apartado en su web donde los clientes pueden adelantarles las necesidades concretas que precisan. “Así conocemos al niño antes de llegar, sabemos qué le tranquiliza, qué le pone nervioso. Si le molestan los olores fuertes, no utilizaremos ambientador. O cuidaremos los productos de limpieza”, describe.
Como suele ocurrir, estos avances surgen de alguien cercano. En este caso fue Mari Valero, trabajadora de la administración del hotel y madre de niño con TEA. Ella y Rocío Solís hablaron y pusieron la operación en marcha. Se plantearon cómo ayudar y lo tenían delante: “Conseguir que personas en el espectro autista disfruten del ocio y los viajes como los demás”, dice Valero. Los dos hoteles Luna —Gran Hotel Luna de Granada, con 364 habitaciones, y el Boutique Hotel Luna Granada Centro, con 34—, junto con los apartamentos Luna Suites Granada, con 26 estancias, han identificado sus espacios y cartas de comida con pictogramas, tienen entrada y salida del hotel o acceso al restaurante prioritario para quienes tengan dificultades con la espera, y cuentan con una sala de descanso, tranquila, que permite un periodo de adaptación a la llegada al recinto. Y, sobre todo, tienen la mente abierta a lo que surja.

La cátedra de turismo, sostenibilidad e innovación de IQS, de la Universidad Ramon Llull, tiene como una de sus principales líneas de investigación la experiencia turística de las familias con niños con autismo. Dirigida por Gilda Hernández-Maskivker, sus últimos proyectos se centran en identificar las dificultades que enfrentan las familias con niños con TEA al alojarse en hoteles, y en proponer soluciones innovadoras e inclusivas. El último trabajo de las investigadoras de esta cátedra, compuesta por Daniela Freund, Itziar Ramírez García y Hernández-Maskivker, resalta precisamente que a las barreras ambientales se les suma la falta de sensibilización del personal y el diseño poco inclusivo de los espacios. “Hay una clara necesidad por minimizar tensiones durante toda la experiencia turística de las familias, antes, durante y después de la estancia”, explican. En ese ámbito, resaltan la función clave de la hostelería a la hora de generar experiencias inclusivas mediante formación del personal y el diseño universal, sin necesidad de grandes inversiones.
A esta necesidad de cambio atiende la certificación Autism Friendly, que otorga la asociación del mismo nombre dirigida por Alberto Gutiérrez Pozuelo, quien resume las condiciones para convertirse en un hotel con su distinción. Es necesario contar con ciertos espacios y habitaciones adaptadas, identificar el entorno y los servicios —menús incluidos— mediante pictogramas, adecuar y adaptar ciertos horarios en restauración y limpieza, tener un protocolo de actuación para situaciones de crisis y formar a los trabajadores de modo que entiendan qué es el autismo y cómo atender a estos clientes.
Las cifras oficiales hablan de una prevalencia de 1% de la población con autismo, lo que significa al menos medio millón de personas en España. El trastorno del espectro autista es una condición de origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral. Acompaña a la persona a lo largo de su vida y afecta, fundamentalmente, a la comunicación e interacción social y la flexibilidad del comportamiento y del pensamiento. Las personas con autismo pueden presentar dificultades para comprender el lenguaje verbal y no verbal, para comunicarse eficazmente y para interpretar de forma adecuada las interacciones sociales. También pueden presentar un patrón rígido de pensamientos, intereses limitados y restringidos y conductas repetitivas o relacionadas con un procesamiento sensorial inusual.
En una publicación de 2019, las investigadoras Daniela Freund y Gilda Hernández-Maskivker analizaron qué sienten las familias de niños con autismo cuando están en un hotel o haciendo turismo. Estas experimentan ansiedad y estrés ante los cambios de rutina y la gestión de las necesidades del niño (ruidos, largas esperas, menús no adaptados, actividades inadecuadas), miedo a molestar a los demás huéspedes, frustración por la falta de empatía del personal y clientes hacia el comportamiento de los niños con TEA, y falta de apoyo o soluciones por parte del alojamiento.
Pero hay esperanza. “Igual que llevamos muchos años preparándonos para soslayar las incapacidades físicas y nadie entiende hoy que no haya rampas, más tarde o más temprano acabará siendo exactamente igual con la accesibilidad para personas con TEA”, concluye Javier Tausía, director general de DeLuna Hotels. A lo que añade: “Hay que concienciarse de que hay actuar. Con poco esfuerzo se puede tener mucha recompensa. Es el momento de que el sector hotelero mejore su oferta a través de formación, adaptación y un enfoque inclusivo”.

DeLuna Hotels nació en Granada hace más de tres décadas y, aunque está radicada exclusivamente en la capital granadina, está a punto de dar el salto a otras partes de Andalucía. En un año, abrirán el Gran Hotel Luna de Cádiz, con 240 habitaciones, y a finales de 2026, su equivalente en Sevilla, con 85. También pondrán en marcha el primer hotel urbano en la costa de Motril, con 150 habitaciones. Pasarán así de 424 a alrededor de 1.000 estancias.
Opciones de ocio amigable para personas autistas
La Confederación Autismo España puso en marcha el año pasado el grupo de trabajo Consultoría Autista dentro de su Proyecto Rumbo. Uno de sus primeros resultados es una publicación con casos de buenas prácticas de ocio, que reúne diversas actividades y entornos que se pueden considerar de ocio amigable con el autismo y que no están dirigidas solo para personas del espectro, sino que las integran con facilidad. El Proyecto Rumbo también es responsable de la edición de una guía de nombre similar, pero con un enfoque distinto, como es la Guía de buenas prácticas: ocio inclusivo y entornos amigables, que explica como “una base de datos, una herramienta colectiva, para compartir conocimientos y experiencias que contribuyan a la mejora continua de las prácticas y sistemas de apoyo para las personas con autismo”.
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