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Viaje a Sharjah, el ambicioso polo cultural de Emiratos Árabes Unidos

El emirato pegado a Dubái combina un profundo arraigo en tradiciones árabes, por ejemplo tiene unas 3.000 mezquitas, con cultura contemporánea internacional, con eventos como la Bienal de Arte de Sharjah, la Feria Internacional del Libro de Sharjah y el Festival Internacional de Fotografía Xposure

Instalación ‘Gastromancer’, de la artista Monira Al Qadiri, en la Bienal de Arte de Sharjah

Desde el centro de Sharjah se ve el Burj Khalifa, la construcción más alta del mundo. Un edificio de 828 metros de altura —el doble que el Empire State de Manhattan— en el meollo de Dubái, a unos 20 kilómetros. Pero en el núcleo histórico de Sharjah, el delirio dubaití se siente lejano. Aquí los edificios de poca altura son de colores ocre y recuerdan al desierto. La ciudad, capital del emirato del mismo nombre y entre los asentamientos más antiguos de la zona, creció pegada al mar en un lugar estratégico del golfo pérsico cuando se mercadeaba con perlas y especias preciosas en sus souks (zocos). Algunos de ellos siguen en funcionamiento, como el Souq AlShanasiyah y el Souq Al Arsah, y aunque ya no sean punto de encuentro de aquellos mercaderes de costas arábigas e índicas venden productos tradicionales como joyería, perfumes, abayas (túnicas femeninas) y kandoras (túnicas masculinas). Pero hace tiempo que la mayor actividad comercial se concentra en el cercano Puerto Khalid, que con su gran terminal de contenedores marítimos y su refinería petrolífera es uno de los principales de la zona.

La actividad comercial de algunos zocos sigue siendo intensa, pero no como cuando aún no existían los malls, esos centros comerciales modernos que tanto gustan por aquí. A mediodía pocas personas caminan por los pasadizos entre muros de coral del llamado Heart of Sharjah (corazón de Sharjah). Un grupo de visitantes extranjeros se para frente a un escaparate en el que hay pañuelos kufiya, que se usan en países como Jordania, Palestina, Irak, Siria, Líbano y Arabia Saudí. Se los prueban ante la mirada inmortalizada de Zayed bin Sultán al Nahyan, fundador de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y que gobernó el país desde su creación en 1971 hasta fallecer en 2004. Su imagen sigue muy presente en establecimientos y carreteras. Cerca del zoco, unos niños montan en bici y juegan a la pelota en Arts Square, plaza que se usa para intervenciones artísticas y eventos. Está rodeada de centros culturales como el Museo de Arte de Sharjah o el Bait Al Serkal, una de las sedes principales de la Sharjah Art Foundation, en una antigua casa del Comisionado Británico para el Golfo Árabe y que después sería el primer hospital de la ciudad. Hoy, las salas de exposición rodean un patio con vegetación exuberante, algo que se agradece en este clima tan árido.

La Corniche Street en Sharjah y, al fondo, la mezquita Al Noor.

El ambiente sosegado y contemplativo del corazón de Sharjah no tiene nada que ver con el ritmo frenético del centro financiero de su vecina Dubái, la ciudad más poblada de Emiratos Árabes Unidos, que supera los tres millones de habitantes. Ambas capitales forman parte del área metropolitana Dubai–Sharjah–Ajman (DSA), con más de seis millones. Sharjah no es que sea pequeña, aquí viven 1,6 millones de personas, pero es mucho más discreta que Dubái o Abu Dabi, la capital de EAU. Aunque como por aquí todo se hace a lo grande, en Sharjah la apuesta potente no son los rascacielos extravagantes, sino la cultura. Hace décadas que los jeques de la dinastía Al Qasimi —que gobierna el emirato hace tres siglos— invierten el dinero del petróleo en museos, mezquitas, festivales artísticos y universidades. Y da resultados: la Unesco nombró a Sharjah Capital Cultural del Mundo Árabe en 1998 y Capital Mundial del Libro en 2019. A raíz de este último reconocimiento, en 2022 inauguraron The House of Wisdom, un centro cultural y biblioteca, cercano a la ciudad universitaria, proyectado por el famoso estudio de arquitectura de Norman Foster.

El monumento 'The Scroll', frente al edificio de House of Wisdom, proyectado por el arquitecto Norman Foster.

El máximo mandatario de Sharjah desde 1971, el emir Dr. Sultan bin Muhammad Al Qasimi, se dedica personalmente a la cultura y a la enseñanza. Es rector y profesor catedrático de Historia del Golfo en la Universidad de Sharjah, ingeniero agrícola, doctor en Historia y en Geografía Política, además de doctor honoris causa por varias universidades internacionales, incluida la Universidad Autónoma de Madrid. El emir ha abierto dos universidades: la Universidad de Sharjah y la Universidad Americana de Sharjah, presidida por su hija Sheikha (jequesa) Bodour bint Sultan Al Qasimi.

La religión es otro de los puntos fuertes del emirato donde, según datos oficiales, hay unas 3.000 mezquitas. Más de 2.000 en la capital, que se conoce como “la ciudad de los minaretes”. Entre las más importantes están la Gran Mezquita de Sharjah y la mezquita Al Noor, de estilo otomano turco, entre las pocas abiertas a no musulmanes.

Varios rascacielos en uno de los canales de Al Qasba, en Sharjah (EAU).

También llaman la atención la cantidad y calidad de los museos, como el Museo de Arqueología, el Museo de Civilización Islámica, el Museo de Caligrafía o el Sharjah Heritage Museum; y de los eventos culturales como Heritage Days, que ponen en valor la cultura local, o los de arte de alcance internacional. Entre estos últimos hay tres citas que destacan:

Vista de una de las salas del Museo de Civilización Islámica, en Sharjah.
Varios visitanes en la edición de 2024 del Festival Internacional de Fotografía Xposure.

En Sharjah hay una mezcla de tradición árabe y arte contemporáneo curiosa y, a veces, contradictoria. Por un lado, es el emirato más conservador, donde por ejemplo no está permitido consumir alcohol y se debe vestir de manera recatada en público, cubriendo hombros y rodillas. Y, por otro lado, es un nodo de cultura contemporánea internacional que atrae a una gran diversidad de profesionales y amantes de la literatura, la fotografía, las artes visuales, la historia y la arquitectura. Vale la pena conocerlo para aprender tanto de la cultura emiratí como de tendencias artísticas internacionales.

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