El cambio posible
Reflexiones de la presidenta de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo con motivo del Día Mundial

Mañana sábado será una jornada especial para muchas personas de todo el mundo. Mañana sábado es el Día Mundial del Comercio Justo, un día de celebración en particular para los más de 2 millones de hombres y mujeres que cultivan cacao, café, azúcar, arroz, algodón, karité, aloe vera y muchos otros productos, que cosen prendas o que elaboran de forma artesanal o semiartesanal juguetes, complementos o artículos de decoración bajo los principios del Comercio Justo.
Pero también es una jornada especial para todos los trabajadores y trabajadoras de las organizaciones distribuidoras que hacen de puente entre quienes producen los artículos y los puntos de venta finales. Organizaciones intermediarias cuyo funcionamiento también se basa en los valores del Comercio Justo. Y desde luego es una jornada especial para los consumidores y consumidoras que a la hora de hacer nuestras compras elegimos productos de Comercio Justo frente a otros del mercado convencional.
En Francia ha entrado en vigor una ley que garantiza el respeto a los DDHH y ambientales a lo largo de toda la cadena de fabricación
Es una jornada de celebración y reivindicación para quienes sabemos que hay una alternativa comercial viable que genera desarrollo, reduce la desigualdad y evita el deterioro medioambiental. Por eso, este día muchas personas diremos que “Somos Comercio Justo”.
Pero también en este Día las organizaciones de Comercio Justo queremos apelar a la sociedad en su conjunto, queremos animar a la ciudadanía a unirse al movimiento del Comercio Justo para que se comprometa en su día a día con un consumo más consciente, responsable y respetuoso. De esta manera, podremos avanzar hacia un mundo más humano y justo y dar pasos que favorezcan el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por Naciones Unidas.

Este año, el Día mundial del Comercio Justo ha coincidido en nuestro país con una primavera cargada de citas electorales. Por ello desde la Coordinadora Estatal de Comercio Justo estamos aprovechando para reivindicar compromisos por parte de nuestros próximos representantes políticos. Porque creemos que ante retos como la pobreza global (todavía más de 780 millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares al día), el aumento escandaloso de la desigualdad (en los últimos años el 1% de la población más rica recibió el doble de ingresos que el 50% más pobre) o el cambio climático, la ciudadanía tenemos mucho que hacer, pero es esencial el compromiso político.
Por ello hemos transmitido a los partidos un decálogo de propuestas en este sentido. Una de nuestras principales reivindicaciones es la aprobación de leyes que vigilen, regulen y sancionen las prácticas comerciales abusivas, la sobreexplotación de personas y de recursos naturales o las condiciones laborales indignas por parte de empresas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. No estamos pidiendo una utopía. En Francia, en 2018 ha entrado en vigor una ley que garantiza el respeto a los Derechos Humanos y ambientales a lo largo de toda la cadena de fabricación. Su desarrollo y aprobación se ha conseguido tras un proceso de incidencia política por parte de varias organizaciones y movimientos sociales. Lo que demuestra que sí, que se puede.
Además, otras de nuestras reivindicaciones van en la línea de desarrollar políticas que promuevan un modelo comercial más humano y sostenible en coherencia conla Agenda 2030 de Naciones Unidas, especialmente en aspectos como la producción y el consumo responsables.
En definitiva, con la celebración del Día Mundial del Comercio Justo de este año queremos recordar que ante los problemas globales a los que nos enfrentamos como pueden ser la brecha entre personas ricas y empobrecidas, la desigualdad de género, la sobreexplotación de trabajadores y trabajadoras y de los recursos naturales o las consecuencias del cambio climático, todos y todas tenemos un papel importante. La acción comprometida es fundamental para construir un mundo en el que todos y todas vivamos con dignidad, un mundo cuidado y protegido. Y muchas personas sabemos que esto es posible.
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