Así se las gastan los ultras del Raja Casablanca
Hinchas radicales del club apedrean el autobús del equipo que entrena el español Garrido


El valenciano Juan Carlos Garrido lleva muchos años en el mundo del fútbol. Ha entrenado al Villarreal, al Brujas belga, al Betis, al egipcio Al-Ahly y al Ettifaq, de Arabia Saudí, antes de debutar el pasado verano en el banquillo del Raja Casablanca. Pero nunca le tocó vivir lo que padeció el miércoles 2 de mayo en Marruecos. Regresaba a Casablanca junto a sus jugadores en el autobús del club desde la localidad de Oued Zem, donde acaban de perder frente al equipo local por 3 a 1 y veían frustradas sus opciones de ganar la liga marroquí. De repente, seguidores del Raja atravesaron unos diez coches en la carretera, bloquearon el paso del autobús y comenzaron a lanzar pedradas contra los jugadores y el equipo técnico. La tensión se prolongó durante 15 minutos, hasta que la policía dispersó a los ultras. El portavoz del club informó de que han resultado heridos tres jugadores y el conductor.
“Ninguna sociedad actual”, explica Garrido desde Casablanca, “puede permitir que una banda de delincuentes detenga un autobús y agreda a un grupo. Ni en el mundo del fútbol ni en ningún sitio”. Garrido comenta que el Raja es en Marruecos el equivalente al Real Madrid o al Barça. “Tiene siempre la obligación de ganar. Pero hacía cuatro años que no ganaba nada. Desde 2012 viene atravesando una crisis institucional y económica donde no cesan las batallas internas de expresidentes contra presidentes del club. En medio de todo eso hemos ganado en noviembre la Copa del Trono, el equivalente a la Copa del Rey, nos hemos clasificado para la Champions de África y hasta este último partido estábamos compitiendo por ganar la liga. Y todo eso, en medio de una situación donde los jugadores han estado meses sin cobrar. Algunos no podían ni pagar el alquiler del apartamento”.
Los ultras del Raja suelen acaparar los titulares en Marruecos por sus enfrentamientos con otras aficiones y entre ellos mismos. Son la peor publicidad para un país que aspira a organizar el Mundial de 2026.
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