La afición portuguesa a las urgencias hospitalarias
El país, sometido a duros recortes y al copago, encabeza el ‘ranking’ mundial de visitas
Portugal es el campeón mundial de las visitas a las urgencias hospitalarias. Según un reciente estudio de la OCDE, ocupa el primer lugar con 70,5 admisiones por cada 100 habitantes, muy destacado respecto al segundo clasificado, España, con 57,3 admisiones, y a sideral distancia de, por ejemplo, los alemanes, que solo acuden cuando toca: 8,8 admisiones por cada 100 habitantes. Aunque publicado ahora el estudio, los datos se refieren a la década 2001-2011, cuando aún Portugal no tenía a la troika para sacar al mismo país de urgencias, estas sí, justificadas, que implantó el pago de tasas por asistencia médica. Desde 2012 hay que pagar una media de 15 euros por ser atendido en urgencias, más un plus de nocturnidad si era el caso. En los últimos meses, los menores de 18 años han quedado exentos. Pero pese a las tasas, según análisis locales más recientes, las visitas a urgencias apenas han bajado un 0,3%. Tras un ligero descenso en los dos primeros años de las tasas, en 2014 volvieron a repuntar, según los últimos datos oficiales. Cobrar por visita tampoco descargó a los hospitales italianos y belgas.
Otra particularidad de la idiosincrasia portuguesa es que el 82% de los pacientes acuden por una dolencia, cuando en casi todos los otros países estudiados la primera causa es una herida por accidente. El mismo estudio de la OCDE señala que casi el 32% de las visitas de los portugueses no precisan del hospital (aquí solo les ganan los belgas, unos hipocondriacos, con el 56% de falsas urgencias). El estudio realizado por la consultora española Iasist eleva al 40% el porcentaje.
Esos casos podrían haberse solucionado en cualquier unidad de atención primaria, pero claro, para eso debería haber más, y los que hay, no tener horario de oficina, con sus sábados tarde cerrados, y sus domingos y sus fiestas de guardar. El portugués, doliente o no, acude al hospital porque sabe que siempre hay alguien.
El estudio concluye que en los países con centros de atención siempre abiertos, las visitas a los hospitales descienden. A veces, la mejor medicina es un buen puñado de palabras.
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