Palabras para el cambio

Personalmente me cuesta mucho trabajo, a pesar de estas fechas navideñas, olvidar ni siquiera por unos días todas las malas nuevas con las que convivimos ­últimamente y que en gran parte debemos al derroche y a la corrupción de ese gremio formado por políticos cada vez más numeroso, sostenido por todos nosotros y protegido por un sistema político intocable.

Sumergirme en un baño de optimismo es un trabajo arduo, pero estoy de acuerdo con Maruja Torres: a pesar de todo, e incluso por todo, hay que hacer el esfuerzo de permitir que afloren en cada uno de nosotros todos esos sentimientos que nos hacen sentirnos mejor, querer ser más solidarios y llevarlo a cabo es una manera de luchar contra la adversidad y contra la desidia que a veces nos domina cuando miramos de frente las injusticias con las que nos desayunamos diariamente en este país, transmitidas por los medios de comunicación.

Aportemos nuestro granito de arena, cada uno en lo que pueda, para que otros puedan RESISTIR y, aunque solo sea por unos días, la empatía de muchos haga posible que otros se sientan un poquito más arropados.

Más tarde, cuando nos desperecemos del sueño idílico de la Navidad y nos sacudamos las virutas de piel dorada que nos vayan quedando, la cruda realidad volverá para recordarnos que no debemos olvidar que la adversidad está instalada en todos nosotros y que solo a través de la lucha y con la palabra podemos conseguir que algo cambie para que algo se mueva.