Mervyn King: “No es cierto que hoy haya más incertidumbre que en el pasado”
El exgobernador del Banco de Inglaterra aborda en ‘Incertidumbre radical’, recién publicado en español, el complejo arte de tomar decisiones


Mervyn King, (Chesham Bois, al noroeste de Londres, 77 años), exgobernador del Banco de Inglaterra durante una década, barón, y pensador a tiempo completo, ve pasar los días entre la capital británica y Canterbury. Las horas se le escurren reflexionando y leyendo, la gimnasia para escribir y hablar después, explica por videoconferencia. Hay también algún hueco para seguir los partidos de su querido Aston Villa. Y para presidir un club de cricket y una orquesta filarmónica, como si se empeñara en completar el perfil del perfecto aristócrata inglés.
Fruto de ese entrenamiento mental es Incertidumbre radical, el libro que ahora, un lustro después de su aparición, publica en español la editorial Innecesaria. La obra, coescrita con el economista John Kay, es un jarro de agua fría para quienes se apoyan en certezas y creen en soluciones estandarizadas para problemas casi siempre complejos cargados de particularidades. Es, además, un tratado sobre un arte, el de tomar decisiones, que pocos dominan. Cinco años después, King no se arrepiente de nada de lo que escribió. “Creo que la pandemia y la respuesta de los gobiernos a ella corroboran lo que dijimos sobre la necesidad de ser transparentes respecto a la incertidumbre y no pretender tener un conocimiento que no poseemos. La pretensión de saberlo todo me parece muy peligrosa en política”, dispara.
Pregunta. ¿Hay más incertidumbre que nunca?
Respuesta. Siempre es tentador decir que hoy hay más incertidumbre que antes, porque de alguna manera así se justifica la dificultad de tomar decisiones. No creo que sea cierto. No se puede afirmar categóricamente que hoy hay más. Ya existía mucha en el pasado. Mucha incertidumbre durante la pandemia. Mucha durante la crisis financiera. Siempre la hay, y es muy difícil de cuantificar. Recordemos la crisis de los misiles cubanos en la década de 1960. Estuvimos muy cerca de una guerra nuclear de consecuencias desconocidas, y no hemos tenido un evento similar recientemente, más allá de una guerra convencional que se limita a una parte de Europa. No creo que sea útil juzgar si hoy hay más o menos incertidumbre. Lo que realmente importa son las decisiones que tomas y cómo percibes la incertidumbre que afecta a tu gobierno, tu empresa o tu familia.
P. ¿Y cómo debemos abordarlo?
R. Analizando cómo creemos que se desarrollarán los acontecimientos en los próximos cinco años. ¿Qué podría salir mal? ¿Qué podría trastocar nuestra visión de futuro? El gran error en la economía de mercado es creer que todos nos enfrentamos a los mismos peligros. Si una empresa utiliza un producto o materia prima que solo se fabrica en una única planta de un país, existe un gran riesgo, porque si se incendia o sufre una huelga, la fuente de suministro se interrumpe de inmediato. Por lo tanto, lo que se debe hacer es mitigar ese riesgo encontrando proveedores alternativos. Una de las grandes lecciones de la pandemia fue la importancia de la resiliencia en la gestión empresarial.
P. ¿Es posible anticiparnos a lo que viene mirando al pasado?
R. La mayoría de quienes lo intentan fracasan estrepitosamente. De hecho, es un grave error que la economía, como profesión, dé la impresión de que su función principal es predecir el futuro; no puede, es incapaz de hacerlo. Incluso los bancos centrales, al usar la comunicación anticipada para predecir la evolución de los tipos de interés, no puede adivinar dónde los fijarán ellos mismos con dos años de antelación. La previsión no es el fuerte de los economistas.
P. Insiste en que la información que manejamos es imperfecta, pero siendo conscientes de esa limitación, parece mejor tener datos de un tema que nos afecte. Si vamos a comprar una casa, miramos los precios de la zona.
R. No decimos que los datos no importen en absoluto; lo que decimos es que no son suficientes. Y esto se debe a que la mayoría de problemas a los que te enfrentas son únicos. Al comprar una casa es importante saber a qué precio se venden las casas de la zona, pero también es fundamental entender si hay algo particularmente inusual o defectuoso. Necesitas inspeccionar su calidad, etc. Creo que todas las decisiones importantes, ya sean para gobiernos, empresas o familias, son prácticamente únicas. La experiencia puede ayudarte a tomar una mejor decisión, y la información del pasado también puede ser útil, pero necesitas criterio para sopesar las consecuencias, tanto positivas como negativas. Los economistas parecen creer que todo problema se puede resolver mediante un proceso de optimización matemática, pero nunca es tan sencillo.
Creo que ahí reside el peligro: cuando los economistas asumen que podemos asignar probabilidades a todos los eventos. Esto no es cierto. Es inútil para la mayoría de crisis potenciales, como otra pandemia, o que Rusia invada otro país europeo. Si dedicamos tiempo a eso, terminamos descuidando lo que deberíamos hacer: centrarnos en lo que está sucediendo hoy.
P. ¿Nos ayudará la inteligencia artificial a tomar mejores decisiones?
R. Las computadoras son extraordinariamente buenas en ciertas tareas, como cálculos o reconocimiento de patrones. Incluso mejores que los humanos. Por ejemplo, pueden identificar tumores mucho más rápido que un médico. Pero no tienen la imaginación intelectual para dar el salto conceptual que sí pueden dar los médicos. Creo que la IA siempre complementará a los humanos, no los sustituirá, y debería conducir a aumentos significativos en la productividad.
P. ¿Cómo se traduce eso?
R. Permítanme utilizar un ejemplo. Un médico quiere brindar un buen consejo a un paciente que acude a su consulta sintiéndose mal, pero sin comprender la causa. Lo que el médico puede hacer es usar inteligencia artificial para identificar con mayor precisión si existen tumores, ya sean malignos o benignos. Y esa información sobre el estado del cuerpo del paciente será sumamente valiosa para el médico, pero no le eximirá de la necesidad de preguntarse qué le sucede al enfermo. Quizás la causa real se encuentre en otro lugar. Podría ser psicológica, o estar en otra parte del cuerpo. Un buen médico es aquel que sabe hacer las preguntas adecuadas para obtener información del paciente. Se trata, pues, de la capacidad de pensar de forma lateral, o, dicho de otro modo, de pensar de manera innovadora, de dar saltos conceptuales que las computadoras no pueden realizar.
P. A muchos Gobiernos parece costarles tomar medidas impopulares, y tienden a ser cortoplacistas porque hay elecciones cada cuatro años. ¿Es un lastre?
R. Uno de los grandes problemas de las democracias occidentales es, sin duda, la dificultad para tomar decisiones a largo plazo. Las postergamos, y esta es, obviamente, una gran diferencia con China, que sí toma decisiones a largo plazo sin prestar demasiada atención al bienestar individual. Si alguien sale perjudicado cuando se construye un tren de alta velocidad que atraviesa su jardín, en China lo lamentan; aquí, probablemente se paralizaría todo el proyecto. Tomar decisiones a largo plazo es fundamental en cuestiones como la magnitud de la deuda nacional, la estructura del sistema tributario y la inversión pública.
P. El expresidente de la Comisión Jean-Claude Juncker hizo fortuna con una frase: “sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos cómo ser reelegidos después de hacerlo”.
R. La mejor manera de ganar unas elecciones es ser honesto. Creo que la gente respeta eso. Y creo que se puede explicar a la gente que, por ejemplo, estamos subiendo los impuestos hoy porque la deuda es tan alta que no podemos permitírnosla; simplemente no queremos, no es sensato dejar a nuestros nietos tanta deuda para que sean ellos quienes la paguen.
P. Ha sido crítico con la política de los bancos centrales tras la pandemia, cuando subestimaron el regreso de la inflación. ¿Cómo pueden recuperar su credibilidad?
R. Simplemente siendo honestos sobre sus errores y tratando de explicar con veracidad la situación actual y la evolución futura de la economía. Los bancos centrales tuvieron la tentación de admitir que tardaron demasiado en subir los tipos de interés, que no se habían percatado de la gravedad del problema de la inflación y que lamentaban lo sucedido. Creo que podrían haber sido más transparentes al respecto.
La realidad es que no saben hacia dónde se dirigirán los tipos de interés. No pueden predecir dónde querrán fijarlos porque desconocen la evolución de la economía. Saben cómo reaccionarán, pero no pueden predecir hacia dónde se dirigirá, y por lo tanto, no pueden saber dónde fijarán los tipos de interés. Los miembros del Comité de Política Monetaria de la Reserva Federal marcan un punto en un gráfico indicando dónde creen que estarán los tipos de interés dentro de uno, dos y tres años, y vemos que esto no tiene ningún valor, y son muy malos prediciendo sus propias decisiones a dos años vista. Por lo tanto, creo que lo mejor es abandonar ese enfoque y ser honestos. No lo sabemos todo. No podemos estar seguros de que subir los tipos en lugar de bajarlos sea lo correcto.
P. Fue gobernador del Banco de Inglaterra durante lo peor de la Gran Recesión. ¿Quedan cicatrices?
R. Las hay. Hay una pérdida acumulada de inversiones desde la crisis financiera. Al principio, los bancos estaban dispuestos a prestar, pero llegaron al borde de la quiebra. Decidieron prestar menos y reducir sus balances. Intentamos compensarlo inyectando más dinero, pero sin duda esto causó un problema. Creo que la falta de inversión en los años posteriores a la crisis se retroalimentó. También creo que los confinamientos y la decisión de los bancos centrales de mantener los tipos de interés muy bajos durante demasiado tiempo ha contribuido a la creación de empresas zombis, que solo pueden pagar sus deudas con tipos de interés bajos. Esto ha perjudicado el crecimiento de la productividad. Pero con la vuelta a la normalidad de los tipos de interés, hay muchas posibilidades de que la productividad empiece a repuntar.
A nivel político veo una gran desilusión con los gobernantes. La gente asumió que en una economía de mercado, si trabajas para una empresa cuyo producto ya no tiene mucha demanda, es probable que pierdas tu empleo. Perder el empleo de vez en cuando se convirtió en parte de las ideas preconcebidas sobre el mundo en que vivíamos. Y luego, cuando descubrieron que los bancos fueron rescatados cuando tuvieron problemas, se preguntaron: ¿por qué a las compañías automovilísticas les dan un trato diferente? Creo que esta resaca política de la crisis financiera probablemente aún nos acompaña.
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