Los mercados esquivan las amenazas globales, por ahora
Los analistas advierten de la excesiva complacencia del mundo del dinero, que ignora las tensiones comerciales, geopolíticas y la marcha económica

Los meses de julio y agosto han sido positivos para los mercados financieros. Las Bolsas corrigieron en los últimos días, ante las tensiones alcistas de los bonos, pero los miedos a un verano de caídas quedaron solo en eso, en miedos. Tras esta buena evolución, los males e incógnitas que acechan a las grandes economías y el complicado escenario geopolítico siguen delante de los inversores en un mes como septiembre, tradicionalmente negativo para el mundo de las acciones.
Los datos serán observados con microscopio por los inversores y analistas. Por ejemplo, los efectos inflacionistas de los aranceles y su repercusión en el crecimiento económico; la marcha del mercado laboral; la evolución de la deuda y, con todo ello, la posibilidad de que los bancos centrales sigan su espiral de bajada de los tipos de interés. El consenso del mercado apunta a que el Banco Central Europeo (BCE) no mueva ficha este año, mientras que las decisiones de la Reserva Federal (Fed) son la gran incógnita. Una desaceleración de su economía permitiría bajar tipos, pero las tensiones en los precios por los aranceles aconsejarían no hacerlo. Y en esa dicotomía el desembarco de Trump en la Fed podría ser otro elemento de distorsión para los mercados con un debilitamiento aún mayor del dólar.
Giordano Lombardo, consejero delegado de Plenisfer Investments (Generali Investments), señala que los “mercados bursátiles y de renta fija mostraron una increíble capacidad para ignorar todas las noticias negativas, tanto económicas como geopolíticas”. El experto advierte de cinco riesgos importantes: la nueva escalada de los conflictos militares existentes (Oriente Próximo, Europa del Este) o potenciales (Taiwán); las crecientes tensiones sociales y políticas en Estados Unidos, con un nivel de intensidad no visto desde la guerra de Vietnam; los riesgos económicos relacionados con los aranceles, que podrían provocar simultáneamente una ralentización del crecimiento y un aumento de la inflación; una carga de deuda pública y privada sin precedentes en EE UU, y, por último, la incógnita sobre si las fuertes inversiones en inteligencia artificial (IA) tendrán los frutos esperados.
A ellos se ha sumado la inestabilidad política y presupuestaria en Francia, que ha provocado la subida del bono a 10 años y la caída del mercado parisino. Christian Schulz, economista jefe de AllianzGI, habla de un posible contagio al resto de Europa: “En Francia, el ánimo de los hogares está estrechamente ligado a la popularidad de sus dirigentes, y un entorno de incertidumbre puede traducirse en menos consumo. Como segunda economía de la zona euro, una Francia débil arrastraría también al conjunto europeo”, prevé.
Respecto a las tensiones geopolíticas, los analistas centran más su atención en la guerra de Ucrania. En agosto se ha vislumbrado la posibilidad de un fin del conflicto que empujó a bancos, acereras y empresas turísticas en Bolsa, pero, según los analistas de XTB, “en caso de fracasar las negociaciones no sólo estas empresas podrían bajar en Bolsa, el petróleo podría subir de forma considerable ante nuevas sanciones a Rusia y aranceles a los países importadores de materias primas”. La subida del oro de los últimos días hasta los 3.600 dólares y la expectativa de más alzas —Goldman Sachs lo sitúa en 5.000 dólares— son una señal inequívoca de búsqueda de refugio del dinero ante un agravamiento de los conflictos.
Los aranceles impuestos por EE UU son la principal preocupación por sus implicaciones en el crecimiento y en la inflación. Variables que también determinarán los movimientos en los tipos de interés. Enguerrand Artaz, estratega de La Financière de l’Échiquier (LFDE), indica que “el grueso del impacto de los aranceles en los precios al consumo podría estar por llegar. Esta situación complicaría aún más la posición de por sí incómoda de la Fed. Bajo la presión de la Casa Blanca y en un contexto marcado por la carrera para suceder a su presidente, Jerome Powell, el banco central tiene muchas probabilidades de bajar tipos en septiembre e, inmediatamente después, certificar una subida acusada de la inflación. Una contradicción que a cualquier banco central le resulta especialmente desagradable”, comenta en un reciente informe. Clément Inbona, gestor de fondos en La Financière de l’ Échiquier, recuerda lo peligroso que es intervenir en los bancos centrales, como demostró Turquía en 2019.
Chris Iggo, director de Inversiones de AXA Investment Managers, pone el énfasis en la narrativa actual de la Administración Trump sobre los aranceles y la inflación: “El equipo de Trump afirma que no hay evidencia de que los aranceles conduzcan a una mayor inflación, a pesar de que la inflación subyacente aumentó del 2,9% al 3,1% en julio y los datos muestran alzas considerables en ciertos bienes de consumo”. Por último, Karsten Junius, economista jefe en J. Safra Sarasin Sustainable AM, apunta a los efectos de los aranceles que están desviando la producción y el capital de su asignación más eficiente, lo que provoca un aumento de los precios y una disminución de la rentabilidad del capital. La mayor parte de estos costes los asumirá el propio EE UU. Sin embargo, los aranceles también debilitan los mercados laborales de los países que dependen en gran medida de EE UU para sus exportaciones. “Esperamos que los efectos negativos sobre la inversión y el consumo prevalezcan en los próximos meses y que la economía mundial no se recupere hasta el año que viene”, concluye.
Alerta por la deuda
Otra de las grandes incógnitas es el déficit presupuestario de EE UU, que alcanza el 7%, con una deuda nacional bruta de 34,7 billones de dólares. Los analistas de la plataforma XTB advierten que los vigilantes de los bonos están en alerta. “EE UU recibió en mayo una rebaja sobre su calificación de la deuda, y se espera que el nuevo proyecto de ley añada billones de dólares, impulsando al alza la rentabilidad de los bonos. Si la Fed no recorta tipos como es lo esperado, la rentabilidad de los bonos podría subir limitando el consumo de los ciudadanos y aumentando el coste del endeudamiento en las empresas”. Esto tendría consecuencias negativas para los resultados empresariales que, hasta ahora, han sido el soporte de los máximos alcanzados en la Bolsa estadounidense.
En esta misma línea, el deterioro en el mercado laboral estadounidense será un elemento clave. Desde XTB explican que su tendencia es preocupante. “La tasa de desempleo debería continuar subiendo en el corto plazo, y las revisiones a la baja en el empleo de los últimos dos meses han sido históricas. De hecho, cuesta encontrar una situación similar que no sea en medio de una recesión. Para los próximos meses esperamos un incremento del desempleo hasta el 4,5%, lo cual podría empezar a tener graves efectos en la economía y en los ingresos de las empresas”, concluyen.
Por último, Giordano Lombardo pone en cuestión las elevadísimas inversiones que se están realizando en IA. “El mayor gasto de capital de la historia (para inteligencia artificial), es en sí mismo un factor positivo, si no fuera porque el rendimiento de esa inversión es como mínimo incierto”, advierte. Las mayores dudas las generan una sobrevaloración, ya que muchas empresas ven dispararse su valoración simplemente por añadir “IA” a su nombre, sin un plan de negocio sólido o ingresos reales provenientes de esta tecnología. Otros puntos son los altos costos de implementación y mantenimiento, las barreras regulatorias y la incertidumbre jurídica.
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