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Quiero alquilar una casa por 6.000 euros al mes (paga la empresa): los expatriados calientan el sector de las viviendas de lujo

Los trabajadores extranjeros de multinacionales que llegan a España buscan áreas señoriales y cerca de colegios privados

Un hombre camina frente a una oficina inmobiliaria en el distrito de Salamanca, Madrid.
Miguel Ángel García Vega

Antes, hace no demasiado tiempo, la gente ignoraba su existencia. Hoy es habitual conocer a algún trabajador expatriado. Estos días, en este país, hay infinidad de ellos. La ley dice que como máximo esta figura jurídica se puede mantener durante cinco años. Tiene ventajas fiscales y suele aplicarse a profesionales que llevan una carrera sólida en su empresa de origen. Tras ellos viaja una familia. Las ventanas abiertas son un mayor sueldo, una cultura distinta e incluso, a veces, llegan con un experto que les organiza toda la estancia. Este es el prólogo del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Buscan colegios internacionales para sus hijos y zonas de alto poder adquisitivo. Y las casas van en consonancia. Piscina, gimnasio, coworking. También los lugares, sobre todo: Madrid y Barcelona. Pero esto es el arranque.

Primero está el paisaje, después la obsesión: que es siempre adquirir o alquilar casa en España. “Quizá sea porque esta tierra se ha convertido en la nueva Florida”, según Javier Sierra, presidente de la inmobiliaria Re/Max España. “Tal vez, porque aquí se vive muy bien”. Buenas palabras. La tendencia inicial es la búsqueda de una vivienda en alquiler, aunque si transcurren los días, y les gusta, pueden terminar adquiriendo una casa, con vistas a la jubilación. “Los expatriados que quieren una vivienda en arrendamiento suelen ser profesionales desplazados temporalmente, nómadas digitales o estudiantes extranjeros. El alquiler les ofrece flexibilidad, movilidad y menor inversión inicial”, sintetiza Luis Corral, consejero delegado de Foro Consultores Inmobiliarios. Persiguen detalles. “Principalmente pisos que van de los 70 a los 150 metros cuadrados distribuidos en dos-cuatro habitaciones, según las necesidades”, apostilla Juan-Galo Macià, presidente de Engel & Völkers para Iberia y Sudamérica.

Al igual que un abedul en una ribera, cada año que pasa tiene un anillo nuevo, en ese tiempo las viviendas tienen un coste, cada vez, superior. Los expatriados, calcula Javier Sierra, buscan alquileres en Madrid o Barcelona entre 3.000 y 6.000 euros. Se supone que este gasto corre a cargo de la empresa. Y las casas donde se alojan oscilan de 1,2 a 2 millones de euros. ¿Qué es lo más importante? Si pensamos en el árbol, necesita agua. Pensando en la vivienda, la clave estriba en la ubicación. Más tarde llega el estilo de vida, el poder económico, las preferencias culturales. Y, sobre todo, las circunstancias familiares. En el caso de una persona o una pareja, optan por apartamentos de lujo en excelentes barrios, bien ubicados, mientras que las familias quieren una tipología mayor o viviendas unifamiliares.

El efecto ‘golden visa’

Si la dinámica se cumple, al igual que el anillo y la ribera, la entrada de expatriados debería reducirse notablemente, prevé Roberto Scholtes, jefe de Estrategia de Singular Bank, por el fin, en parte, de las Golden Visa (permiso de residencia en España para ciudadanos no pertenecientes a la UE que realizaban una inversión inmobiliaria significativa) y, sobre todo, debido a la escalada de los precios de las casas. Pero no todos los estrategas miran el mismo árbol. Pablo Victoria, experto de Afi, recuerda otros anillos en el lenguaje propio de la economía. “En 2024, el número de viviendas transaccionadas superó las 715.000 unidades. Desde 2007, las compras por parte de extranjeros residentes han pasado del 4% durante ese ejercicio al 10% de 2024. Ese año se alcanzó el máximo histórico (72.578) en términos absolutos”. Crecen los abedules. El valor medio de la compraventa de extranjeros residentes —conforme con AFI— de vivienda nueva se sitúa en 350.000 euros y 190.000 en segunda mano. Si lo comparamos con el total nacional, la casilla del Excel marcaría 288.000 euros para vivienda nueva y más o menos lo mismo en el supuesto de usada.

El precio del metro cuadrado adquirido por extranjeros no residentes sumó 3.100 euros, frente a los 1.700 euros de los españoles. Otro término económico agita las hojas. La ratio entre el precio del metro cuadrado comprado por extranjeros no residentes y el adquirido por los nacionales se ha incrementado desde el 1,2 veces en 2007 hasta el 1,8 veces durante el año pasado. ¿Dónde se concentran los expatriados? “Suelen vivir en los mejores barrios o áreas de grandes capitales como Madrid, Barcelona o Málaga”, indica Luis Corral. “Pero hay otros expatriados: alemanes, ingleses, franceses, a los que se han unido los países cercanos a la guerra en Ucrania, que buscan una segunda residencia y tienden a agruparse en regiones con buen clima, servicios internacionales y una comunidad extranjera consolidada: Baleares, Costa Blanca, Costa del Sol, Costa Brava o Canarias”.

También quieren centros educativos internacionales, equipamientos deportivos, sanidad, buenas comunicaciones y viviendas para entrar a vivir. En el caso de los alrededores de las ciudades, describe Juan-Galo Macià, el perfil del expatriado busca casas de mayor tamaño (unos 166 metros cuadrados), con jardín y tres dormitorios.

Vuelve a soplar el aire en la ribera, es un viento en contra. Resulta difícil saber su dirección exacta, aunque se puede intuir. “Los graves problemas del mercado del alquiler son un freno muy importante a la entrada de trabajadores bien remunerados, sobre todo investigadores y especialistas tecnológicos, y restan, además, atractivo a ese segmento de teletrabajadores, que vive un crecimiento exponencial”, avisa Roberto Scholtes. A esta ribera de abedules en línea ha llegado, desde Singapur, Marcus Albert, casado con una española. Trabaja en cargadores eléctricos, asesora legalmente a varias compañías en temas energéticos y es experto en criptomonedas, pero quiere regresar. “Mi hija de nueve años no se adapta”, asume. “Sus amigas están lejos”. Vive cerca del Retiro madrileño, en una casa de 120 metros cuadrados —“pequeña”, asegura— , y paga unos 3.000 euros mensuales. Volverán a Singapur. Cuando lleguen, tendrán un círculo más los abedules blancos de la ribera.

La sorpresa ucrania

Leonardo Cromstedt, presidente de la inmobiliaria Keller Williams para España y Andorra, lleva 37 años trabajando en el mercado nacional y sólo encuentra una palabra para definir lo que se vive: “Inaudito”. “En la provincia de Málaga se han vendido el triple de casas de más de un millón de euros después de la pandemia que antes”. Los expatriados están aquí. El año pasado compraron el 16% de las viviendas puestas en el mercado. “Hemos visto sorpresas inimaginables, Irlanda está comprando, dada su elevada renta per capita, con fuerza, pero lo que no esperábamos era la aparición de clientes de países que limitan con Ucrania y que adquieren hogares de varios millones de euros”, revela. También están llegando familias enteras. Y nómadas digitales que alquilan dos semanas y luego regresan a su país. “Pensaba que esto se iba a desplomar, pero no. Los próximos dos años veo la misma tendencia”, valora Cromstedt.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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