Las bajas de paternidad llegan antes a la oficina que al andamio: cómo influye la renta en el reparto de los cuidados
Los padres con salarios bajos tienen más dificultades para alternar con las madres el permiso por cuidado de hijos. Solo un 21% de los hombres cogen la baja en solitario


España presume a nivel normativo de haber cerrado la brecha de género en el uso del permiso por nacimiento de hijos. Y no es para menos. Desde el año 2021, madres y padres disfrutan por igual de sus 16 semanas de baja, intransferibles y remuneradas al 100%. Sin embargo, la letra pequeña del reparto de los cuidados sigue mostrando desequilibrios en la distribución de esas licencias. Uno de los más relevantes no tiene que ver ni con el género ni con la división social del trabajo doméstico, sino con la situación laboral. La conclusión es clara: a más ingresos y cualificación, más probabilidades de que el padre asuma el cuidado en solitario tras la reincorporación de la madre a su puesto.
Así lo señala el documento de trabajo ¿Qué factores influyen más en que los padres usen el permiso por nacimiento sin solaparlo con la madre? Caracterización del ‘solo care’ en España y comparativa con los países de la Unión Europea, publicado esta semana por el Instituto de Estudios Fiscales y firmado por las investigadoras Adela Recio y Cristina Castellanos. El análisis sugiere que el nivel de renta es el principal factor que determina si un padre decide cuidar en solitario a su bebé una vez que la madre se reincorpora al trabajo. Es decir, sin que ambos permisos se solapen pasadas las primeras seis semanas tras el nacimiento, que son obligatorias e ininterrumpidas para ambos. Esta modalidad, conocida en el entorno académico como solo care, es la “forma más avanzada de corresponsabilidad”, explica Recio: el padre se queda al frente, desarrollando competencias y rompiendo la lógica tradicional que históricamente ha atravesado a los cuidados.
La filosofía de este diseño es que, tras las seis semanas obligatorias para ambos, las 10 semanas adicionales que tiene cada uno se disfruten de forma alternante, con la idea de que el bebé puede estar hasta 26 semanas seguidas con al menos uno de los dos progenitores, unos seis meses.
Sin embargo, según los datos del documento, este modelo de corresponsabilidad total es todavía minoritario en España. En 2023, solo uno de cada cinco hombres (el 21,5%) optó por él. Y quienes lo hicieron, en su mayoría, no trabajaban ni en el andamio ni en el campo. Mediante análisis de datos de la Seguridad Social, las expertas identifican el nivel de ingresos como la variable más influyente en la decisión de usar el permiso de forma fraccionada y no simultánea con la madre. Es decir, cuanto más gana un hombre y mejor es su situación laboral, más probable es el solo care.
“Es muy importante ese cuidado en solitario porque, además de fomentar la corresponsabilidad en el largo plazo, permite que la madre vuelva a su empleo y ataca directamente los roles de género”, insiste Recio. Sin olvidar los efectos positivos en la pareja. Un estudio reciente de la investigadora Silvia de Poli sugiere que una mayor implicación del varón puede aliviar tensiones relacionadas con la conciliación, además de aumentar la probabilidad de que la pareja continúe conviviendo cuatro años después del nacimiento.
España tiene todavía camino por recorrer en esta materia. Las diferencias por renta y sector son clarificadoras. En los niveles más bajos de ingresos, únicamente el 10% de los padres recurre al solo care, un porcentaje que va ascendiendo según crecen los salarios y que se triplica, hasta superar el 30%, en los deciles superiores. Por actividades la tónica se repite. Los sectores manuales, aparentemente menos cualificados, tienen una incidencia testimonial de la corresponsabilidad plena. En la agricultura, ganadería y pesca es solo de un 13,3% y en la construcción, un 16%. Al otro lado, en las telecomunicaciones y las actividades financieras el porcentaje roza el 40%.
Estas brechas no se explican por un mayor compromiso de los varones de rentas altas, sino por una cuestión material: “Tienen más capacidad para negociar o presionar”, prosigue Recio. Cuidar en solitario y encadenar una baja con otra implica reorganizar el calendario laboral, negociar con la empresa y, en algunos casos, asumir penalizaciones o presiones. Un padre con mejor posición laboral “tiene más margen para ejercer su derecho”, apunta la investigadora. En cambio, “un trabajador con ingresos ajustados y un empleo inestable puede tener más dificultades para fraccionar la baja tras las seis semanas obligatorias”. En esos casos, sostiene Recio, lo habitual es que el padre encadene todo su permiso, coincidiendo en el tiempo con la madre. La emancipación en los cuidados se convierte en un elemento de reproducción más de la posición social.
Desde el Ministerio de Seguridad Social, que gestiona estos permisos, explican que el porcentaje de padres que los utilizan está creciendo, así como el número de días que reciben la prestación. “Esto tiene efectos claros en una mejora de la corresponsabilidad, además de tener un impacto claro en las carreras laborales de las mujeres”, explican. Y añaden: “La equiparación ha sido un gran paso y seguimos trabajando para reducir la brecha de género, así que recibimos con mucho interés las aportaciones en este ámbito”.
La heterogeneidad de situaciones derivadas del factor renta y sector tiene consecuencias en el ámbito territorial. El informe sugiere, aunque en este caso no hay datos para corroborarlo, que las comunidades con más peso de actividades precarizadas tienden a tener una menor incidencia en la corresponsabilidad. A la cola están Canarias, Andalucía, Murcia y Extremadura. En cabeza se sitúan Aragón, Castilla y León, Madrid, País Vasco, Navarra y Cataluña.
El documento, pese a todo, pone en valor el camino andado por España en los últimos años. Es el único país de la Unión Europea “donde ha dejado de existir de facto un desequilibrio entre mujeres y hombres en el tiempo de uso de los permisos por nacimiento”, superando incluso a los estados nórdicos. Esto se ha logrado, insiste Recio, gracias a tres elementos: unos permisos con la misma duración para cada progenitor, que son individuales e intransferibles y que, además, no implican pérdida de remuneración. Para potenciar la corresponsabilidad total, anima la investigadora, habría que eliminar el requisito de la simultaneidad durante las primeras seis semanas.
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