La recuperación del sector inmobiliario pasa por la formación
Más del 30% de la masa laboral tiene poca o ninguna cualificación, lo que reduce hasta un 40% la posibilidad de colocarse Destacado: Con más de 2.000 millones de euros anuales de fondos públicos, se debería exigir la incorporación de los alumnos
En estos momentos de cierta recuperación económica, donde parece que la destrucción de empleo se estabiliza y los estímulos públicos empiezan a producirse (financiación para pymes, rebajas en las cotizaciones, etcétera), es especialmente relevante para las empresas ser competitivas y para serlo tienen que apostar de manera firme por la formación. El sector inmobiliario español que realizó un amplio papel en el desarrollo económico del país y que fue un claro impulsor del PIB, necesita ahora concluir el ajuste que viene realizando en estos últimos años.
España desde hace décadas ha dejado de ser un país de mano de obra barata, y ha pasado a convertirse en un país que produce y vende materia gris y para ello es imprescindible invertir de manera continua en I+D+I, lo que hace imprescindible la formación. Los profesionales inmobiliarios que han desarrollado una importante labor en este sector, donde hay buenos y abundantes gestores que con su acierto y oficio ha conseguido importantes logros en la proyección y consolidación del sector inmobiliario, necesitan actualizar conocimientos, en algunos casos, y fomentar la formación cualificada para comenzar a ejercer su profesión dentro de un marco más competitivo y con un importante cambio tras la crisis padecida recientemente.
Sin duda, la mejora de las competencias y de las capacidades de los trabajadores ayudará a salir de la situación en la que vivimos a corto plazo y prepararnos para un desarrollo económico y sostenible a futuro. De ahí la necesidad de fomentar la formación y la preparación de los futuros profesionales que den al sector inmobiliario un giro importante en la gestión del negocio y en la elaboración de nuevos productos que hagan atractivo el mercado para el inversor profesional y no sólo para los especuladores que han aprovechado la crisis actual.
Por todo esto -ahora que se está barajando el cambio de modelo de la formación continua tras los últimos escándalos que salpican a patronales y sindicatos- es el momento de romper las divisiones que existen entre la educación, la formación y el trabajo de manera que los trabajadores puedan garantizar su empleabilidad y adaptarse a las necesidades cambiantes del mercado de trabajo a lo largo de la vida, en un sector como el inmobiliario que cada vez necesita adecuarse con más rapidez a las exigencias reales que plantea el mercado, tanto nacional como internacional.
Si analizamos el panorama actual del mercado laboral español en su conjunto, vemos que más del 30% de la masa laboral tiene poca o ninguna cualificación (esto reduce hasta un 40% sus posibilidades de encontrar trabajo) y sólo el 25% posee una alta cualificación, con el añadido que muchas de las personas con alta cualificación, la tienen en aspectos que el mercado laboral no demanda. Esto produce grandes desequilibrios que desencadenan el alto desempleo que tenemos hoy en día. En España, la formación tiene que ir en paralelo con las demandas reales que las empresas requieren, con el fin de hacer de nuestro país una potencia competitiva que haga valer su cuarto puesto como nación europea.
Si sumamos que, según distintos estudios de la Unión Europea, las empresas que cuentan con personal poco cualificado y que no invierten en formación, tienen una probabilidad de quiebra de 2,5% veces superior a las que aplican políticas formativas. Igualmente, los sistemas educativos que proporcionan capacidades adecuadas para sus ciudadanos, podrían incrementar el PIB en un 10% a largo plazo.
Por lo tanto, deberíamos abrir los ámbitos de la educación y la formación, consiguiendo que los centros y escuelas responsables de impartir la formación que se imparte con fondos públicos -más de 2.000 millones de euros anuales- sean innovadores, se adapten mejor a las necesidades de los futuros profesionales y que las empresas desarrollen las competencias necesarias que se traduzcan en resultados tangibles, tanto que se debería exigir la incorporación al mercado laboral de un número importante de los alumnos formados con dichos fondos, o conseguir una clara mejora de las competencias profesionales de los trabajadores formados. A cambio, la Administración, debería dar más recursos a estos centros para que realmente puedan conseguir estos objetivos.
Mediante esta fórmula, se hará un uso responsable y eficaz de los recursos públicos que se invierten en esta área, cosa que hasta ahora no ha sucedido. Además de formar profesionales competentes, en particular, el sector inmobiliario cada vez demanda una mayor preparación y cualificación dado que su mercado interno como externo necesita elementos competitivos que se adapten a sus necesidades actuales.
Carlos Martínez es director general de IMF Business School.
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