Europa y sus banqueros
La salmodia de la reducción del déficit público, que forma parte del sermón neoliberal imperante, ha obligado a colocar al frente de los Gobiernos europeos a los representantes de Goldman Sachs, con autoridad delegada para controlar los desmanes de la banca europea (pública y privada), que compró generosamente las hipotecas basura norteamericanas, a las que sumó su propia e infecta depredación inmobiliaria en ambas riberas del Mare Nostrum, a consecuencia de lo cual España, Grecia e Italia están al borde del precipicio económico, y el norte de África luchando contra una nueva colonización más desgarradora que las anteriores. Este cúmulo de despropósitos nos remite de inmediato a Carande y a su magna obra: Carlos V y sus banqueros.
Demostró don Ramón que la idea imperial no estaba determinada por la gracia de Dios, ni por la voluntad política del monarca absoluto, sino más bien por la evolución de su deuda; por la relación entre un rey permanentemente endeudado y unos acreedores insaciables. El proceso histórico de 1520 a 1556 lo dividía el autor en años de aprendizaje (2000-2004), años culminantes (2005-2007), años de incertidumbre (2008-2009) y años aflictivos (2010, 2011...). Soportando todo el sistema el sudor del campesinado pechero, ahora la sufrida clase media europea, trabajando para el emperador las 24 horas del día, en alguna parte del mundo, porque en aquel imperio, como ahora en el de los mercados, nunca se ponía el sol.
Si me perdonan la licencia de las fechas introducidas, aquella experiencia histórica no es mala advertencia. Tal vez los europeos necesitamos menos imperio (del mercado) y más razón (de la política), podemos crecer menos, dejar de ser la tercera región económica mundial y, a pesar de eso, repartir el trabajo y la riqueza de otra forma más racional, prescindiendo de los prestamistas y especuladores. Estamos en la misma crisis desde 1973, el problema no es de escasez, sino de acumulación, es decir, de justicia social.
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