La defensa de Camps cierra el juicio atacando a jueces, policías y fiscales

"Soy inocente y vengo a buscar la justicia que imparten mis conciudadanos, confiado y convencido", declaró ayer Francisco Camps en uso de su última palabra. Después de cinco semanas marcadas por el histrionismo, el expresidente cambió de actitud en la jornada que cerraba el juicio de los trajes. Afligido por la mañana, mientras su letrado relataba el "suplicio" que ha vivido -"ya le pueden poner mil penas por cohecho, que ha sufrido mucho más"-. Y dando, en su breve parlamento, las gracias al jurado, al público, a su letrado e incluso a los funcionarios del Tribunal Superior de Justicia, con quienes ha tenido frecuentes encontronazos. Ricardo Costa declinó tomar la palabra.

Camps interpretó un papel. Javier Boix, su abogado, el contrario. El letrado se esforzó por la mañana en desacreditar, sin estridencias, el trabajo de los jueces -del presidente del tribunal, Juan Climent y del juez instructor, José Flors-, de las fiscales, de los policías que dirigieron la investigación, de la inspectora de Hacienda y el interventor del Estado que declararon en el juicio, de los empleados de las tiendas ("que están en la órbita de José Tomás"). Y apuntó sobre todo al sastre, a quien acusó de sentir animadversión hacia Camps (sin llegar a decir por qué) y de haber cambiado su versión exculpatoria a raíz de que Eduardo Hinojosa lo echara de la tienda Forever Young. "Ese despido le ha costado a mi cliente la vida", afirmó.

Boix no ofreció una versión alternativa a los relatos de las acusaciones, sino que se dedicó a atacar los puntos débiles del procedimiento. Y a destacar la "austeridad" y "honradez" que, dijo, caracterizan a Camps y su familia. El letrado de Costa, mucho más breve que su colega, insistió en que su cliente no pudo cometer el delito, al ser diputado y no tener capacidad para adjudicar.