"Hemos añadido una sala para los grupos grandes"

Reconoce Alberto Guijarro, uno de los directores del Primavera Club, que el principal handicap para un festival como este es la idiosincrasia de Madrid. "Los festivales en salas se basan en que hay muchos locales pequeños cerca. Por eso no importa tanto si un aforo está completo; vas a la sala de al lado y ves otro grupo. Pero es más frustrante cuando los recintos no están cerca y tienes que ir expresamente a uno". Guijarro apunta a que ese es el motivo por el que han añadido a las seis salas ya habituales (Siroco, Joy Eslava, Nasti, La Riviera, Caracol y Círculo de Bellas Artes), una séptima, El Palacio de Vista Alegre, rebautizada Sala San Miguel, a mayor gloria del patrocinador principal. "Es más grande, para los grupos que en principio tienen mayor demanda. Para asegurarnos de que nadie se queda sin verlos". Quizás la pregunta es por qué empeñarse en hacer un festival de salas en una ciudad sin infraestructura para ello. ¿Por qué no concentrarlo todo en un lugar con varios escenarios? "Porque eso tampoco es posible. Hay que adaptarse a lo que tenemos. Este es un festival distinto, el cartel lo componen lo más refinado de lo refinado. El público es especial, curioso, y dispuesto a hacer esfuerzos. Algo muy de agradecer". Es ese público que ya ha agotado los abonos a 50 euros, a 70 aquellos que incluían el concierto de Fleet Foxes. "Sé que es raro pagar 20 euros más por una sola banda, pero traerlos es muy caro y el precio del abono está muy ajustado".