Una Cibeles en el viejo Turia

Los aficionados del Madrid aprovecharon las vacaciones para desplazarse a la costa mediterránea e ir saboreando la final de Copa del Rey que acoge esta noche Mestalla. Los del Barcelona llegan hoy mayoritariamente a Valencia. Unos 20.000 de cada equipo, según calcula la Policía Nacional, más otros 5.000 que llegarán por libre de fuera de la capital valenciana. El campo acoge un total de 50.000. De ellos, unos 300 ultras del Madrid, que han tenido "la suerte", según fuentes policiales, de que les correspondiera una entrada, mientras que no hay constancia de que los radicales del Barça tengan acceso al viejo Mestalla. Es la primera vez, desde 1990, que ambas aficiones se juntan en una final de Copa, precisamente en la misma ciudad que entonces. Y la preocupación de la Policía Nacional es inevitable. Los alrededores de Mestalla quedarán cercados y solo podrán acercarse al estadio los aficionados con entrada.

La federación ha previsto que el himno español suene a 120 decibelios

Un total de 1.300 policías nacionales -a pie, en helicóptero o a caballo- se encargarán de velar por la seguridad en el aeropuerto de Manises y las estaciones de tren y de metro. También habrá un grupo especial dedicado a perseguir a las decenas de carteristas que se concentrarán en Valencia para hacer su agosto entre las masas de aficionados.

A los policías nacionales se sumarán otros 1.100 agentes de la policía municipal, la Cruz Roja, los bomberos y Protección Civil. Es decir, un 5% de los presentes en Mestalla ejercerán algún tipo de función relacionada con la seguridad. Los madridistas serán ubicados en el antiguo cauce del río Turia, donde han trasladado una versión de la diosa Cibeles de cartón a tamaño natural en previsión de poder celebrar el título. Por su parte, los culés se concentrarán en la Universidad Politécnica de Valencia, cerca de la salida norte de la ciudad.

La Federación española se quedó con 10.000 entradas para sus compromisos y cedió 20.000 para cada equipo. En Mestalla, los seguidores del Barcelona se quedarán con la parte norte del estadio y los del Madrid se sentarán en la sur. Las dos hinchadas vuelven a vivir un partido en igualdad de número después de la final de Copa de 1990. Entonces ganó por 2-0 el Barcelona y hubo casi más detalles violentos sobre el campo que fuera de él.

Tras aquel partido, Chendo, entonces lateral del Real Madrid y ahora delegado del equipo blanco, manifestó: "Han ganado unos que no son españoles". Este, el nacionalismo desbocado, es uno de los asuntos más preocupantes para la federación. En la edición de hace dos años, gran parte de los hinchas del Athletic y del Barcelona unieron fuerzas antes del comienzo para abuchear tanto el himno español como al rey Juan Carlos, presente en el estadio.

Ahora, la federación ha previsto que el himno suene a 120 decibelios, la misma intensidad que alcanza un avión en pleno vuelo, para tapar los eventuales silbidos de los hinchas del Barcelona. Mientras, cada una de las ciudades se afana por diseñar planes de seguridad para las eventuales celebraciones. Tanto la plaza de la verdadera Cibeles, en Madrid, como la plaza de Canaletas, en Barcelona, quedarán cortadas al tráfico en previsión de la afluencia de aficionados para celebrar el éxito.