Licenciados en pastoreo
Empieza el curso de la escuela de cuidadores de rebaños de Lleida
"El oficio de pastor no está en peligro de extinción, pero hace falta un relevo generacional y una manera de enfocar el problema es haciendo las cosas diferentes", opina Enric Esteba, uno de los 11 alumnos que ayer comenzaron el curso de la escuela de pastores de Cataluña que se realiza en el refugio de Llagunes, en Soriguera (Pallars Sobirà). El curso consta de un mes de clases teróricas y cuatro de prácticas obligatorias.
Esteba, de 32 años, casado y padre de una niña, es natural de Collsuspina (Osona) y nunca ha estado vinculado al mundo de la agricultura y ganadería. Últimamente ha hecho de picapedrero y ha limpiado bosques y rieras. Ahora quiere realizar el sueño de ser el pastor de su propio rebaño. Su objetivo es incorporarse al sector creando en su pueblo una explotación para producir carne de ovino y cabruno ecológica. Confiesa que esa fue su intención al matricularse en la escuela, aunque reconoce que no será fácil porque necesita fincas y en su familia no hay tradición agraria.
La cifra de aspirantes a pastor puede parecer insignificante. No lo es si se tiene en cuenta que hasta hace dos años nadie quería dedicarse a esa profesión. El primer curso acabaron las prácticas 21 de los 25 alumnos, y en la segunda promoción, 20 de 23. De ellos, 34 han iniciado su proyecto en el sector. "Las escuelas de pastores que funcionan en el País Vasco, Asturias y Sevilla no tienen tanto éxito", asegura Vanesa Freixa, coordinadora del proyecto.
La escuela de pastores es iniciativa de la asociación sociocultural Rurbans y de la empresa Montanyanes, que trabajan en la dinamización del Pallars Sobirà.
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