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Reportaje:

Sánchez Galán viste a Iberdrola de barras y estrellas

Incrementa su presencia en EE UU con una línea de interconexión con Canadá

Antonio Caño

Cualquier turista europeo que recorra Estados Unidos se verá sorprendido por la proliferación, a lo largo de todo el país, de viejos postes de madera que sostienen los tendidos eléctricos en medio de un enredo de cables de aspecto rudimentario y peligroso. Aunque esta sea la mayor potencia tecnológica del mundo, esos postes que adornaban las carreteras españolas hace más de cuarenta años siguen siendo hoy habituales en Washington o en Boston como testimonio del enorme retraso que padece Estados Unidos en la modernización de sus infraestructuras.

Las deficiencias del suministro eléctrico son abundantes, los cortes del servicio son tan frecuentes en ciertas regiones estadounidenses como en países del Tercer Mundo y algunos apagones tan célebres como el que Nueva York sufrió durante varios días en 2003: son la prueba de la urgente necesidad de una renovación a fondo del sistema eléctrico norteamericano.

En 2009, EE UU le aportó 1.200 millones de beneficios y es hoy su "primera apuesta"
En España, según Iberdrola, hay miedo a invertir por los cambios regulatorios
La española cuenta ya en este mercado con 30.000 millones de dólares en activos
La inversión de la eléctrica en EE UU hasta 2012 ascenderá a 10.000 millones

No es preciso, por tanto, ser un genio de los negocios para entender la gigantesca oportunidad que este país representa para las empresas energéticas europeas, mucho más preparadas financiera y tecnológicamente que sus colegas norteamericanas para este reto. Ignacio Sánchez Galán, el presidente de Iberdrola, lo vio hace ya tiempo, en una de sus primeras visitas a Estados Unidos, y ha consumado esta misma semana una estrategia que da prioridad a este país dentro de la política expansionista de la gran empresa española.

"Estados Unidos es nuestra primera apuesta", declaró Sánchez Galán al presentar el martes pasado en el Estado de Maine la construcción de una línea de 800 kilómetros que unirá Canadá con la mayor parte de los Estados del noreste, precisamente el área en el que se produjo el desastre de hace siete años y en el que la necesidad de actuar es más acuciante.

Esa línea requiere una inversión de 1.400 millones de dólares, a la que Iberdrola sumará otros 166 millones para el desarrollo, por primera vez en Estados Unidos, de las llamadas redes inteligentes, aquellas a las que se incorpora la tecnología más puntera para que la intervención humana y el riesgo de averías sean los mínimos posibles.

Con este proyecto, la empresa española llega a los 10.000 millones de inversión para el trienio comprendido entre 2010 y 2012 y se convierte en la empresa española con mayor inversión en Estados Unidos y en una de las primeras compañías energéticas de este país.

Iberdrola tiene ya, según sus propios cálculos, alrededor de 30.000 millones de dólares en activos en Estados Unidos y obtuvo 1.200 millones de beneficios el año anterior, lo que representa el 13% del total del Grupo. Con la última inversión, un 40% de todo el dinero destinado a ese capítulo en el actual trienio se destinará a Estados Unidos.

En la apuesta por este país se combinan, según Sánchez Galán, las ventajas que hoy representa el mercado norteamericano con los inconvenientes crecientes que el presidente de Iberdrola aprecia en el mercado español.

"La ventaja principal de EE UU es que ofrece certidumbre, y en un momento como el actual de falta de liquidez en los mercados financieros esa certidumbre es fundamental", destaca Sánchez Galán. El Gobierno paga su parte en 60 días. No existe el peligro de leyes retroactivas, con lo cual las condiciones de la inversión pactadas hoy están garantizadas, al menos, hasta 2012. Y de acuerdo con el plan de estímulo económico impulsado por la Administración de Barack Obama, todos los proyectos de energías alternativas o nuevas tecnologías, como los parques eólicos o las redes inteligentes, están subvencionados con un 30% a fondo perdido.

Eso es un gran contraste con lo que ocurre en España, donde, según Sánchez Galán, "cada vez que llega un ministro quiere dejar su impronta, y eso supone 4.000 millones de dólares más que añadir al déficit energético". En España, según él, las reglas del juego cambian constantemente, las planificaciones no se cumplen y los presupuestos se desbordan de forma permanente.

Como consecuencia, para Iberdrola el mercado español, aunque sigue requiriendo inversiones, no es en este momento la prioridad. "Nuestro objetivo en estos momentos no es desde luego el de aumentar nuestro margen de riesgo en España, sino disminuirlo", declaró Sánchez Galán. "España necesita nuevas redes, pero hay que pagarlas", advirtió. En su opinión, el déficit del Estado con las empresas de energía -la diferencia entre el precio de la energía y el precio establecido en el recibo de la luz- se ha hecho de tal dimensión que hace desaconsejable nuevas inversiones.

Sánchez Galán considera que esa interpretación del mercado español que hace la industria energética, por sus condiciones particulares de servicio público, es extensible también a otros sectores de la economía. "Existe miedo del inversor porque el marco regulatorio no le ofrece la certidumbre suficiente", asegura.

Para que España vuelva a ser un mercado atractivo, el presidente de Iberdrola cita precisamente las condiciones que su empresa ha encontrado en Estados Unidos: realismo para afrontar proyectos que se puedan pagar y planificación seria para hacer esos proyectos viables.

En España, según Sánchez Galán, "cuando se habla de infraestructuras, solo se habla del ladrillo", y el Gobierno ha perdido la oportunidad histórica de desarrollar, por falta de planificación y de recursos, proyectos como el de las redes inteligentes en el que las empresas españolas eran pioneras en el mundo. Iberdrola confía en que, a cambio, será pronto una empresa puntera en la modernización de Estados Unidos. -

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