La materia crea la conciencia
Como la materia condiciona la conciencia, a nadie debería sorprender que el 46% de los españoles comprenda, tolere o justifique el fraude fiscal. La encuesta del Instituto de Estudios Fiscales precisa además que de ese 46%, el 34% perdona la evasión en razón de "las circunstancias" (léase la crisis) y solo el 9% entienden que el engaño a la Hacienda pública es una actividad normal o un deporte saludable. La encuesta ha pasado con más pena que gloria por la delgada urdimbre informativa del profundo agosto, pero fotografía con precisión el desarme moral e intelectual a que se ha visto sometido el compromiso tributario en España. Después de dos décadas de delitos fiscales y administrativos de la clase política, erosión de la legitimidad de los impuestos directos perpetrada por los propios gobernantes y manipulación despectiva de la estructura fiscal para ganar votos, con centenares de miles de personas físicas que se han convertido en personas jurídicas, no es de extrañar que los ciudadanos supediten la obligación de pagar a Hacienda a "las circunstancias"; si vienen mal dadas, a quien primero hay que dejar de pagar es a la Agencia Tributaria.
El retrato que entrega la encuesta es especialmente malévolo en dos aspectos. Resulta que la tolerancia hacia el fraude crece conforme aumenta la edad productiva, pero hacia la cincuentena el contribuyente ve cada día que pasa con peores ojos la evasión fiscal. No es difícil construir la imagen de asalariados y profesionales que disculpan el fraude mientras sus ingresos y posibilidades de ascenso están en fase ascendente, y la de esos mismos asalariados convertidos a la ortodoxia fiscal conforme se aproxima la edad de jubilación. De nuevo las condiciones materiales condicionan la conciencia.
Nada comparable al modélico ejercicio de autoconocimiento que demuestran los empresarios. El 47% de los españoles declaran que los empresarios defraudan más a Hacienda; bueno, puede ser resentimiento. Pero la encuesta informa que el 35% de los empresarios consultados piensan que sus colegas defraudan más que el resto de los contribuyentes. ¿Lucidez, conciencia de clase o remordimiento? Como diría un jurista, confesión de parte no necesita prueba.
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