Gritos y silencio por La Roja

Primero optimismo, gritos y sonrisas; después, silencio. Los madrileños vivieron ayer el debut de su equipo en el Mundial en los extremos. A las cuatro de la tarde, tras el inicio del partido contra Suiza, las calles de la ciudad estaban semidesiertas, todos pendientes del ritmo del balón, y la mayoría de los comercios, los que no tuvieron pantalla para los hinchas, lucían cerrados o semivacíos, con las mesas sin ensuciar. El tráfico se redujo en un 15,7% en el centro y un 17,5% en las inmediaciones. Lo mismo pasó con la entrada y salida de vehículos de Madrid; hubo un descenso de 16% en comparación con el miércoles de la semana pasada, según las autoridades. También hubo poco ajetreo en el Metro, 30.000 viajeros menos que un día normal, una reducción del 13%.

En el espacio donde fue instalada la única pantalla gigante de la ciudad, en las inmediaciones del Santiago Bernabéu, más de 7.000 seguidores de La Roja se dieron cita, primero para festejar y luego para sufrir todos juntos por la derrota de España.

Hasta el consumo de agua se redujo por el acontecimiento futbolístico, 12% menos durante el partido. Por si alguien duda de la fuerza de este deporte: tras el pitido final, el consumo del líquido creció 33% sólo en tres minutos.

"En el partido que sigue apoyaremos más, ya verás", sentenció ayer Alicia, cuando se alejaba de Sol, donde vio el partido con otras 100 personas en una pantalla de 52 pulgadas de una vitrina.