"Los premios no hacen que la película sea mejor"

Sin alharacas, casi en silencio, Mar Coll ha ido poco a poco arañando en las emociones del espectador y ha conquistado el corazón de público y jurados con su primer largometraje Tres dies amb la família (Tres días con la familia), con el que es candidata a la mejor dirección novel en la ceremonia de los Goya del próximo día 14.

El filme, que también aspira al premio a la mejor actriz revelación (Nausicaa Bonnín), sorprendió en el último Festival de Málaga y, desde entonces, la vida de esta catalana de 28 años ha cambiado. "Es bonito pensar que la vida va a cambiar". Algo ha tenido que ver su móvil, ese artefacto que pierde en los momentos más inoportunos. La última vez, la noche del pasado lunes, muy poco después de alzarse con el triunfo en los premios Gaudí de la Academia de Cine de Cataluña, en los que no partía como favorita. "¿Cuántas llamadas habré recibido? ¿Cuántos mensajes se van a quedar sin contestar? Mis amigos creerán que se me ha subido el éxito a la cabeza", dice Mar Coll al día siguiente, en el Borne. En este barrio han abierto recientemente un restaurante, con una decoración cálida, alejada del frío diseño. Su especialidad son los pescados.

La aspirante al Goya a la mejor dirección novel vive el doblaje como un trauma

"La primera vez que perdí el móvil fue a las seis de la mañana del día que me iba a México. Me sentí perdida, pero ahora estoy convencida de que fue el comienzo de algo. A lo mejor ahora también supone un cambio. Me gusta pensar en el hilo narrativo de la vida de uno". De su estancia en México DF -fue para un año en un intercambio con la ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya) y se quedó tres por trabajo- se ha traído una sensación muy positiva: "Allí comenzó mi independencia y aprendí a vivir sola". Ahora ya está escribiendo el guión de su segundo largometraje. Será, de nuevo, una historia intimista en torno a la familia, ese reducto que tanto le apasiona por los elementos contradictorios, positivos y al mismo tiempo conflictivos.

Atrás ha quedado su gusto por las comidas picantes mexicanas y Coll, que atiende amable a un vecino comensal que la ha reconocido, se decanta por una suave sopa miso y un rodaballo a la plancha. Nada de vino, que hoy todavía le quedan muchos compromisos. Así hasta los Goya, jornada para la que ella misma, sus padres y amigos la están preparando. "Quiero pensar que tampoco es importante. Los premios son buenos, pero no hacen que la película sea mejor".

Ella, de momento, tiene la sensación de vivir como de prestado. "Estoy muy dispersa, feliz con mis obligaciones con Tres dies amb la família, pero parece que llevo tiempo viviendo algo que ya está hecho y que no estoy labrando lo que va a suceder. Eso me produce cierta ansiedad, vivo en una incertidumbre ante mi segunda película". Se acabará y seguirá fiel a su sueño. "Quiero pensar que puedo vivir del cine". Y si no, quién sabe. "A lo mejor de aquí a 10 años tengo una tienda de zapatos o me voy a vivir al campo".

Y un último apunte sobre la polémica Ley de Cine Catalán y el doblaje, algo que ella ha sufrido también con su película, pero al revés. Ha visto cómo en algunas copias sus personajes, en lugar de hablar en catalán, lo hacían en castellano. "El doblaje es siempre un trauma, pero me siento un poco sola en esta lucha".