Una apuesta por la vocación

Pau Canals, de 27 años, es el único de los cuatro jóvenes seleccionados que no es mileurista. Hizo la selectividad hace nueve años. Sacó una nota de 9.

Estudió Ingeniería de Caminos en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y fue el número uno de su promoción, en 2006. Ahora trabaja de ingeniero en las obras de la línea 9 del metro. "Desde siempre me gustaban los números, las matemáticas y la física, aunque tampoco me desagradaba la lengua", dice Canals.Tiene contrato fijo. Prefiere no decir lo que gana, aunque es bastante más que un mileurista. Está satisfecho porque hace "lo que quería". Vive en pareja con Rosa. Pagan hipoteca y ambos se compraron la vivienda al acabar la carrera.

Francesc Fité sacó en la selectividad un 9,64 hace ocho años. Tiene 26 años. "En la escuela me gustaba todo, pero me decantaba por las matemáticas", dice Francesc, que trabaja como profesor de álgebra en la Facultad de Informática de la UPC y espera dar la misma asignatura el curso que viene en la Facultad de Matemáticas. Francesc está haciendo la tesis doctoral y vive independizado con una beca salario del Ministerio de Educación de "unos 1.000 euros", que le da para "vivir justo".

Marc Güell sacó una nota de 9,2 en la selectividad en 2001. Luego estudió Química en el Instituto Químico de Sarriá. Acabó hace tres años. Está haciendo el doctorado. Vive de una beca del Ministerio de Educación, que le vence el año que viene. Cobra unos 1.300 euros al mes sumando la beca y una pequeña cantidad que le paga el centro donde trabaja.

Marc está independizado de la familia, aunque dice que su sueldo no da para muchas alegrías. "En una ciudad pequeña o en un pueblo, mi sueldo aún daría, pero en Barcelona no es demasiado".

Laila Noguera es escritora. Sacó la mejor nota en la selectividad de Cataluña hace ocho años: un 9,67. Estudió lo que quería: Filología Catalana. "Siempre tuve claro que quería ser escritora. Me gustaban las letras, pero también la química y las matemáticas", dice Laia. "Escogí filología porque pensé que sería más interesante y me serviría para escribir mejor".

Laia trabajó con un contrato temporal en el Institut d'Estudis Catalans, pero dice que se marchó antes de concluirlo porque ansiaba tener "más tiempo para escribir". Trabaja por su cuenta y no llega a mileurista. "Soy quinientoseurista", dice, "pero estoy contenta porque hago lo que quiero". Tiene varios libros publicados. Hace recitales de poesía y le encargan trabajos de teatro.