Dos terminales que compiten en todo

La flamante nueva terminal de Barcelona, la T-1, admite en casi todo (también en belleza arquitectónica) comparaciones con su rival, la T-4 de Barajas. Tiene más superficie (544.066 metros cuadrados por 470.201), pero menor capacidad de pasaje (35 millones anuales en Barajas por 30 millones en El Prat). La superficie comercial es similar: 26.757 metros cuadrados en Madrid y 23.866 en Barcelona. En cambio, el sistema de procesado de equipajes es mucho más potente en el aeropuerto de Barajas, que declara ser capaz de mover 16.500 maletas por hora. En Barcelona la cifra es de 8.000. Sí son similares las plazas de aparcamiento: 8.885 en Madrid frente a 8.700 de Barcelona a las que, sin embargo, habría que añadir otras 2.300 plazas para empleados.

Donde las comparaciones se quiebran es en los presupuestos. El inicial de la T-4 de Barajas era de 1.033 millones de euros, cifra que acabó por convertirse en 6.200 millones. Cierto que, en Madrid, se ha construido, además de la terminal, pistas y otras instalaciones complementarias y hubo también que abonar expropiaciones. Sea como fuere, el caso es que en Barcelona no aparecen, al menos de momento, desviaciones presupuestarias. El plan prevé una inversión global de 5.100 millones de euros de los que se llevan invertidos 3.100 millones. Los 2.000 millones restantes son los que servirán para construir una terminal satélite entre pistas. La terminal en sí misma ha tenido un coste de 1.258 millones.