"Me gusta cómo lo hemos conseguido"
Guardiola sostiene que "no hay nada más arriesgado que no arriesgarse" y elogia el esfuerzo de sus jugadores
Corrieron las lágrimas, desatadas, alegres, en los rostros de Piqué, Sylvinho y Messi. Al tiempo, serigrafiaron en la Copa el nombre del campeón, el Barça.
"¡Aguanta, aguanta!", gritó Guardiola a Puyol, cuando quedaban cinco minutos de partido, haciendo la postura del cruasán (como si le evaluara un juzgado de culturismo). Lo hizo el capitán, que luego atravesó el estadio para levantar por segunda vez en su vida -es el único en la historia azulgrana- La Orejuda, como se conoce al trofeo. Pero antes los futbolistas del Barça realizaron un pasillo a los del Manchester, desconsolados, hundidos.
Guardiola abrazó a uno de sus referentes cuando era futbolista, Michel Platini, ahora presidente de la UEFA. "No te queda nada más por hacer", le dijo Platini. Y Pep respondió con un gesto, como si aclarara que lo dejaba ya. Entonces, Puyol levantó el trofeo. "Es una temporada histórica. Lo hemos conseguido", acertó a articular el capitán, que se quitó en la entrega de trofeos el brazalete de la UEFA y mostró el de la senyera. Y se inició la vuelta al campo.
Sonreía Piqué. Quizá recordaba que el año pasado, coronado también en Europa con el United, se quedó sin medalla porque no participó en la final. También cortó las redes de la portería y se guardó una pelota, camisetas y la medalla como recuerdo. Sylvinho no paró de saltar, bailar y reír, igual como despedida. "Quería jugar este partido", reconoció luego. Y Puyol y Valdés rompieron el protocolo y saltaron a la pista de atletismo para celebrarlo con su afición. Tampoco estaba de más soltarle alguna colleja o pellizco cariñoso a Xavi, escogido como el mejor futbolista de la final. Menos Henry, que ya perdió una final -con el Arsenal ante el Barça-, y no se separó de la Copa. "Me faltaba", convino el delantero con la voz entrecortada.
Los jugadores rebosaban alborozo. "Arriba hay un Dios justo y me ha dado el gol en el momento más importante", soltó Eto'o, que se marchó antes de tiempo al vestuario, solo y sin razón aparente. "Estamos en lo más alto. Sin palabras", añadió Iniesta -"es el mejor", le elogió Rooney-. Y se sumó Johan Cruyff, ideólogo del club: "Se sabía que Guardiola iba a jugar bien al fútbol. Y a partir de ahí se puede llegar muy lejos". Como para José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno, que calificó al equipo como "el mejor del mundo". Koeman, ejecutor de la falta que dio la primera Copa de Europa al Bar-ça (1992), lo certificó: "Éste es algo más que el dream team".
Desde todos los estamentos señalan a Guardiola como el actor principal del éxito. "¿Ha entrado en la historia", le preguntaron. "Eso parece", respondió. Es el único que ha ganado la Champions como jugador y como técnico con el Barça. Pero Guardiola volvió al fútbol, que es lo suyo. "Lo que me gusta es cómo lo hemos conseguido. Al United le hemos anulado los córners con tres arriba", explicó, "y no hay cosa más arriesgada que no arriesgarse".
Al Barça le salen redondas las fiestas. En un mes han celebrado tres de las grandes, tantos títulos como se ha llevado. Los jugadores, uno por uno, pasaron por la ducha. Un vestuario unido y feliz. "No hay más que eso y ganas de trabajar", reflexionó Guardiola; "y el talento, porque si los jugadores no son buenos no hay milagros por hacer". "Es increíble todo lo que hicimos este año. Va a ser inolvidable", apuntó Messi; "hay que disfrutarlo porque este equipo se lo merece todo". Piqué se sumó. "Somos muy buenos", vaciló, sonriente. "No podía ser más espectacular. Días como hoy no pasarán muchos en nuestras vidas", agregó Alves. "¡Qué más podemos pedir!", cerró Guardiola.

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