El ánimo recobrado antes de la locura

Este segundo tomo del epistolario completo de Nietzsche (1844-1900) mantiene la excelencia del primero, publicado asimismo por Trotta en 2005. La edición está muy cuidada, la traducción es soberbia, y las notas, los apéndices y la introducción, pertinentes. Contiene las cartas que Nietzsche escribió durante los cruciales años que pasó en Basilea, contratado como docente en la universidad a la vez que en un instituto de secundaria. Se trata de un periodo de enorme trabajo lectivo, de estrés y de conflictos interiores, pues el joven profesor advertía la incompatibilidad de su naciente vocación filosófica con las exigencias de la profesión elegida: la enseñanza de la filología clásica. De esta época datan los primeros síntomas de la enfermedad que, con el tiempo, le obligaría a renunciar a dar clases y que en la etapa final de su vida lo conduciría a la locura.

Mientras tanto, son la creatividad y los descubrimientos intelectuales las características fundamentales de la vida de Nietzsche en esta época, en la que también fructifica la relación con Richard y Cósima Wagner (una pena que no se conserven las cartas dirigidas a esta última y sólo muy pocas de las enviadas al compositor). Enseguida se manifestó Nietzsche como un pensador original y al punto tuvo que pagar esa singularidad con la incomprensión y la polémica que su primera obra filosófica, El nacimiento de la tragedia, provocó en la élite filológica de su tiempo, encabezada por Von Wilamowitz. Poco después, y a pesar de las controversias, publicará las tres primeras entregas de sus Consideraciones intempestivas, en las que muestra su nervio crítico frente a una realidad intelectual alemana que le parece limitada y renovable.

De todo esto dan cuenta las cartas, muchas dirigidas a su madre y su hermana o a los fieles amigos, a quienes el cariñoso remitente trata con mimo, dándoles noticias de su vida con su tono expansivo, siempre espontáneo y cordial. Nietzsche desvela sus estados anímicos; comenta tanto sus arrebatos de euforia como sus ataques de intensa melancolía; salir de sí mismo es lo que le salva. Escribe, por ejemplo: "La meta está demasiado lejos, y cuando al final la alcanzamos, casi siempre hemos agotado nuestras fuerzas en el largo buscar y luchar: llega uno a la libertad y está agotado, como una mosca fugaz en la noche", un pensamiento que prefigura a Kafka. Mas, al transmitírselo al amigo, Nietzsche recobra el ánimo. -