La guerra continúa

Pese a la declaración oficial de tregua, Hillary Clinton y Barack Obama prosiguen su campaña de descrédito mutuo. Clinton intenta caracterizar a su oponente como un charlatán sin experiencia ni conocimiento -"necesitamos un presidente que cumpla, no un soñador; necesitamos a un luchador, no a un filósofo", dijo la dirigente local que la presentó en su discurso del viernes en Las Vegas-, y Obama pretende arrinconar a su rival como una representante del viejo establishment -"si quieren más de lo mismo, voten por ella", manifestó el viernes en Reno.
Obama se defendió en Las Vegas de la acusación de ser un alevín y un visionario. "Todo lo grande que ha hecho esta nación ha sido a partir de un sueño", recordó. Aunque reconoció que le perdió la sinceridad en una intervención durante el último debate televisivo demócrata, que le ha hecho daño. Preguntados los tres candidatos cuál era su mayor debilidad, Obama respondió que era su dificultad para manejar la burocracia, mientras que Edwards dijo que su mayor debilidad era el exceso de pasión para luchar contra la pobreza, y Clinton confesó que su punto débil era el exceso de impaciencia para hacer las transformaciones que el país necesita. "¿Vieron eso?", dijo Obama en la Universidad de Nevada. "Yo contesté creyendo que había que decir la verdad".
Eso le ha permitido a la campaña de su principal rival insistir en la idea de Bill Clinton de que Obama es "un cuento de hadas" y acentuar la improbabilidad de un presidente tan joven y, sin decirlo abiertamente, de color negro.
Obama se defiende con publicidad en la radio de Nevada, en la que, sin mencionarla por su nombre, recuerda que la campaña de Clinton está en buena medida financiada por la industria farmacéutica y por los lobbies de la sanidad.
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